Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Ecuador

Entre la espada y la espada

Nueve millones de ecuatorianos están convocados a unas elecciones en las que el candidato antisistema, Rafael Correa, lidera las encuestas.

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En el orden interno, además, Correa se enfrentará probablemente a un Congreso al que su movimiento, Alianza País, no presenta candidatos. Ésta se presenta como una estrategia deliberada para crear una situación límite que le permita disolver la cámara y convocar la anunciada constituyente en el momento en que las decisiones se bloqueen en el legislativo.

Hay pocas ideas en el pensamiento de Correa que se sustenten en la estabilidad democrática, base indispensable —junto a las garantías jurídicas— para la promoción de las inversiones, la disminución del riesgo-país y para el crecimiento económico. La idea de cambiarlo todo, probablemente con muy poco consenso (como está intentando Evo Morales en Bolivia con la Asamblea Constituyente), es el leitmotiv de su futura gestión.

Entretanto, una victoria de Roldós sería menos escandalosa y reivindicativa; pero su política exterior dejaría mucho que desear. El socialdemócrata, aunque ha hecho bastante por evitarlo, es el "segundo hombre" de Chávez en Quito y no podrá aislarse de ese entorno de favores, petrodólares y coacción por parte del nuevo imperialismo latinoamericano. Al final, terminaría sucumbiendo al asistencialismo promovido desde Miraflores, la mayor metedura de pata concebida para erradicar la pobreza.

Nada que esperar

Con respecto a Cuba, los dos candidatos que marchan en punta son miopes políticos de lamentable condición. Uno deliberado y otro residual. Correa es un admirador de la obra de Castro y La Habana estará entre los destinos favoritos de su agenda. Roldós dice que su gobierno no votaría contra Castro en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU (del cual Ecuador es miembro), "porque el acoso a que está sometida la Isla le hace tomar determinadas acciones".

Sólo el empresario Noboa tiene claro que no tendrá relaciones afectivas con La Habana y Caracas. Al final, disidentes y exiliados cubanos de todas las tendencias ideológicas parecen obligados a desear el triunfo del centroderecha internacional para obtener algo de solidaridad. Una contradicción que en su momento tendrá que ser explicada.

Sin embargo, cada vez hay menos condiciones para que los extremos se disipen. Los discursos tradicionales están seriamente anquilosados y la pérdida de influencia se agrava, dando paso a personajes excéntricos que buscan la ruptura total en aquellas zonas políticas en la que los partidos cercanos al centro (de izquierda y derecha) debían haber favorecido reformas y métodos de regeneración democrática.

Con Correa en el Palacio de Carandolet, o sin él, Ecuador volverá a tensarse al límite. Póngase atención a este doctor en Economía por la universidad norteamericana de Illinois, que desde el gobierno o la oposición será una especie de látigo sobre las espaldas de los ecuatorianos.


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