Actualizado: 29/04/2024 2:09
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Estados Unidos

La frontera sur

Once millones de indocumentados exigen una amnistía en EE UU. ¿Sería igual una ciudad como Nueva York sin esta fuerza laboral?

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El Centro de Estudios de Inmigración afirma que "los hogares de ilegales impusieron en 2002 al gobierno federal un costo de más de 26.300 millones de dólares y sólo pagaron 16.000 millones en impuestos, lo que creó un déficit fiscal neto de 10.400 millones de dólares, o 2.700 dólares por cada hogar ilegal".

Un 24 por ciento de los indocumentados se encuentra en California. En 2004, los indocumentados costaron a los californianos 9.000 millones: 7.700 millones en educación y otros 1.400 millones en servicios de salud. Esta cifra no incluye los impuestos que pagan los miles de pequeños negocios sostenidos por mano de obra inmigrante.

¿Es moral utilizar a los inmigrantes y luego deportarlos?

En 2005, las remesas a México sumaron 20.000 millones de dólares, la segunda entrada de divisas de ese país, después de las exportaciones petroleras. El senador Tancredo acusa a México de exacerbar la inmigración como válvula de escape a sus graves problemas económicos y sociales. Pero los agricultores estadounidenses presionan por braceros mexicanos. La senadora demócrata Dianne Feinstein los apoya: "Sólo la agricultura requiere de braceros mexicanos —afirma—. Sin ellos, California sufriría un colapso".

Pero sólo un cuatro por ciento de los indocumentados labora en la agricultura. La mayor parte trabaja en la construcción, manufacturas y servicios. Sin los indocumentados, el boom de la construcción de viviendas se paralizaría. Habría que rediseñar las ciudades de Nueva York, San Francisco y Chicago. Sin estos obreros que trabajan 12 horas sin derecho a quejarse, miles de restaurantes, mercados, florerías y discotecas tendrían que cerrar. Nueva York, la ciudad que no duerme, dormiría. El alcalde Michael Bloomberg lo sabe. De ahí que sea de los que pide residencia legal para los once millones de indocumentados.

Pero no todos los angloparlantes piensan igual. Ya un 20 por ciento de la población de Estados Unidos habla español. Los hispanos comienzan a ganar posiciones en el Senado, en la Cámara de Representantes, en poderosas alcaldías como la de Los Ángeles. Para el 2015 se calcula que habrá en EE UU 100 millones de hispanos. ¿Están dispuestos los angloparlantes a ceder espacios de poder?

"¿Tiene derecho EE UU a detener a los indocumentados aunque paguen impuestos? ¿Es moral utilizar a los inmigrantes y luego deportarlos? ¿Es legitima la autoridad que castiga a los indocumentados?". Le preguntamos al obispo Josú Iriondo, la más alta autoridad hispana de la Iglesia Católica en Nueva York, cuyos sermones atraen más público que un concierto de rock:

"No hay ninguna ley que pueda prohibir a estos inmigrantes llegar aquí—afirma el obispo—. La Tierra es de todos, además, gran parte de América era México. Y, ¿puede una guerra desheredar al campesino de sus tierras? ¿Quién hace que las tierras sean mías o tuyas? Primeramente no tendrían que existir fronteras. Los inmigrantes escapan de sus países porque los hemos dominado en función de nuestra economía. Es el americano el que usa al inmigrante, el que lo explota. ¿Y qué puede hacer el inmigrante? Su necesidad es tan grande, que se agarra hasta de un hierro caliente".

Mientras, en Cancún, se reúnen los presidentes mexicano y norteamericano, Vicente Fox y George Bush, y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper: el mexicano prometió "asegurar la frontera con Guatemala", el canadiense sonrió, y el ex gobernador de Texas (que bien sabe de texmex) habló en contra del muro. Los tres se dieron un abrazo presidencial, se tiraron la foto del recuerdo y le dejaron la papa caliente al Congreso estadounidense: ¿tiene EE UU derecho a proteger su frontera?


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