Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Cumbre de la OPEP

Nada de nada

La Declaración de Riad echó por tierra todas las intrigas políticas de Caracas, Teherán y compañía.

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En un avión prestado por Fidel Castro y con deseos de convertir la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) en un instrumento contra los "imperialistas norteamericanos", participó el presidente venezolano Hugo Chávez en la III Cumbre de Riad.

Desde la misma ceremonia de apertura de la Cumbre, el mandatario venezolano manifestó sus intenciones: "Quiero sugerir que continuemos fortaleciendo la OPEP por dentro, pero más allá, que la OPEP se constituya en estos años por venir en un activo agente político, en un actor político, geopolítico, para exigirle a los países más poderosos de la tierra que cesen las amenazas contra los países de la OPEP".

El verdadero propósito de Chávez era arrancar el compromiso de un apoyo incondicional al régimen de Teherán, enfrentado a la comunidad internacional por llevar adelante su programa de enriquecimiento de uranio, sin ofrecer las debidas garantías de que no construirá armas atómicas.

"Somos testigos de constantes amenazas contra Irán. Creo que la OPEP debería fortalecer su capacidad y exigir respeto para la soberanía de nuestras naciones si el mundo desarrollado quiere un suministro de petróleo garantizado", dijo Chávez.

Sin duda, el ex teniente coronel golpista desearía tener el apoyo de la OPEP. Antes de viajar a la capital de Arabia Saudí, Chávez anunció que Caracas también desarrollará su programa nuclear "con fines pacíficos". Eso, a pesar de haber reconocido públicamente que Venezuela tiene petróleo suficiente para los próximos 200 años.

Esta amenaza está destinada a provocar al gobierno de Estados Unidos, además de servir de apoyo incondicional a su "hermano político", el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad.

De todas formas, el venezolano recibió un jarro de agua fría con la intervención del rey de Arabia Saudí, Abdullah Abdel-Aziz, quien, con un discurso pausado, respondió que el crudo no debería usarse como "método de conflicto".

"La OPEP ha actuado siempre en una forma moderada y sabia, y la mejor prueba de ello es que los precios del petróleo, si tomamos en consideración los actuales niveles de inflación, no equivalen aún al nivel de la década de 1980", expresó el monarca saudita.

Otra derrota

Chávez, Ahmadineyad y el presidente ecuatoriano Rafael Correa sufrieron otra sonada derrota.

Los tres mandatarios intentaron que la declaración final incluyera un párrafo con la amenaza de que la OPEP podría abandonar el dólar como moneda de referencia, debido a su pérdida de valor. Este asunto fue discutido entre los ministros de Finanzas, supuestamente en una reunión a puerta cerrada, pero quedaron abiertos los micrófonos y los periodistas escucharon claramente que los iraníes defendían la propuesta.

Al concluir la ceremonia de apertura, Chávez abogó también por transar el petróleo en una moneda fuerte, como el euro. "La caída del dólar no es la caída del dólar, es la caída del imperio norteamericano. Hay que prepararse para eso", dijo en su estilo apocalíptico.

El mandatario ecuatoriano se apresuró a marcar puntos junto al líder bolivariano Evo Morales: "Eso (que el petróleo cotice en una moneda fuerte) le conviene a todos los países productores de petróleo, a los países europeos les conviene que se siga transando en dólares".

La Declaración de Riad echó por tierra todos los propósitos de Chávez y de Ahmadineyad, a quienes el diario francés Le Monde calificó como "los halcones" de la OPEP. Destacó especialmente la importancia de lograr la estabilidad del mercado mundial de crudo, "no sólo para la conservación de los recursos, sino también para nuestro desarrollo económico y social".

"Continuar proveyendo suministros de petróleo adecuados, en tiempo, económicos y fiables a los mercados", fue una de las prioridades recogidas en Riad.

La posición saudí se impuso y no apareció la más mínima mención del dólar en el texto final, por considerar que traería un efecto negativo para los mercados.

Asimismo, el ministro argelino de Energía, Chakib Jelil, destacó que el principal punto del documento es "la estrategia a largo plazo de la organización" para estabilizar el mercado petrolero.

Y sobre las supuestas amenazas de "invasión" por parte de Estados Unidos a Irán o a Venezuela, ni una palabra de apoyo o condena. Chávez tuvo que encajar la derrota de manera diplomática: "No hice la propuesta para que se incluyera, la hice para que la OPEP vaya asumiendo mayor conciencia en el debate, en la necesidad de una OPEP como actor político, social y ético".

Con su clásica retórica, el mandatario venezolano anunció en Riad "la caída del imperio", aunque él y sus cercanos aliados se llevaran el Waterloo que merecían.


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