Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Rusia

¿Seguirá gobernando Putin?

Si Medvedev intenta salirse del guión de mando, para Putin sería fácil pasar bajo su cargo la mayor parte de los poderes presidenciales.

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La toma de posesión del nuevo presidente ruso Dmitry Medvedev dejó en el aire la pregunta de quién será el verdadero amo del Kremlin de ahora en adelante. Los analistas en el Este de Europa estiman que el verdadero poder quedará, al menos por un tiempo, en manos del presidente saliente, Vladimir Putin, quien "es hoy por hoy el político más popular e importante del país". El ejemplo es la abrumadora mayoría con que la Duma le confirmó como primer ministro.

Entendidos en política rusa, como el checo Vladimir Votapek, dicen que será muy difícil para Medvedev deshacerse del abrazo protector de su mentor, al menos en un plazo inmediato. "Con un premier que controla la Duma (392 votos de 400) y mantiene en sus manos los hilos de la economía rusa, la seguridad y el ejército, el presidente tiene escaso poder de maniobra".

Sus palabras son confirmadas por una encuesta efectuada a mediados de abril por la agencia independiente Levada Center, donde se demostró que el 67% de los rusos cree que Putin seguirá dominando la política rusa. "La gente sabe que sólo hay un centro de poder", afirma el director de Levada, Lev Gudkov, quien agrega: "Sólo después del verano se sabrá si el presidente Medvedev podrá hacer algún movimiento por su cuenta".

El poder de Putin

Putin, de 55 años y ex agente de la KGB, tuvo que ceder su cargo debido a que la Constitución le impidió postularse por tercera vez consecutiva. Para sustituirle, escogió a un discípulo suyo de comprobada lealtad, y él mismo lideró el Partido Rusia Unida, que logró en las pasadas elecciones legislativas las dos terceras partes de los asientos del parlamento.

Los analistas estiman que si Medvedev intenta salirse del guión de mando, para Putin sería fácil introducir modificaciones a la Constitución y pasar bajo su cargo la mayor parte de los poderes presidenciales, con lo cual podría continuar su política personal y neutralizar al presidente.

Desde esta cómoda posición, en su primer discurso ante el parlamento (Duma), Putin prometió "estimular y desarrollar la producción y refinación de la industria petrolera", llevar los indicadores de vida de la población "a niveles comparables con los de las principales economías desarrolladas del mundo" y "crear una clase mayoritaria de inversionistas", es decir, que "gente con bajos ingresos puedan ser propietarios de acciones en la bolsa".

Lo cierto es que aun cuando los precios del petróleo sigan altos, Putin requerirá mucho tiempo y modernización tecnológica para lograr estos fines. Esta política pasa por el acercamiento de Rusia con Occidente, y para eso necesita un político inmaculado de nueva generación, como Medvedev, de 42 años, quien nunca fue miembro del Partido Comunista Soviético ni de la KGB.

Además, Putin ha logrado que, a pesar de su política autoritaria y personalizada, la gente le quiera al menos porque fue el líder que acabó con el caos económico implantado por la era Yeltsin y quien restituyó el país en la política internacional. ¿Por qué métodos? Eso no importa tanto al hombre común, que ahora puede encontrar trabajo y sabe que a fin de mes la paga llegará segura a sus bolsillos.

¿Cómo se hace un ídolo?

Putin ha sabido explotar la nostalgia rusa por los "grandes tiempos" y la manía nacional de "idolatría al líder". Por ejemplo, si usted llega a Moscú en estos días, puede comprar en cualquier calle, por unos 22 dólares, una típica matrioska rusa con la imagen del ahora primer ministro Putin, vestido de diferentes formas. También las hay con la cara del nuevo presidente Dmitry Medvedev, pero los tenderos afirman: "las de Putin se venden como pan caliente".

En los conocidos almacenes GUM, muy cerca de la Plaza Roja y que fueron hace mucho tiempo la tienda por departamentos más grande de la era comunista, se pueden adquirir camisetas, jarritas para el café con leche y hasta calzoncillos con un letrero que dice: "Vova (apodo cariñoso de Putin), estoy contigo".

Antonia Shapovalova, diseñadora de esta moda y quien abrió su propia tienda en abril pasado, afirma que las ventas han crecido tanto que ya también ha incluido en su colección estatuillas con su imagen. Los políticos liberales Boris Nemtsov y Vladimir Kara-Murza han acusado al ex presidente de favorecer "el culto a su personalidad", pero otros no le dan importancia a estas modas.

"La venta de ropa interior con su nombre sólo demuestra que Putin no es considerado una figura sagrada, como lo fue en la antigüedad el Zar o el secretario del Partido Comunista Soviético", afirma Leonty Byzov, jefe del equipo que dirige el Centro de Opinión Pública del Kremlin. Y agrega: "si alguien guarda una matrioska en su casa o pone en su refrigerador plomitos que lo recuerdan, esto sólo demuestra la influencia del mercado en la cultura popular".

Y como una prueba, cita la obra del dramaturgo Vickor Teterin, de 27 años, quien ridiculiza la imagen de Putin en una obra de teatro donde dos hombres, un ciudadano y un soldado compiten para probar quién ama más al ahora premier. Para demostrarlo, lo glorifican con poemas, decoran su casa con sus afiches, memorizan sus discursos y rezan ante su imagen. Luego se cambian el nombre por Vladimir Vladimirovich Putin y uno de ellos se hace una cirugía para tener la misma cara que su ídolo. Los esfuerzos no resultan en vano. Al final, ambos son llamados al Kremlin y uno es nombrado ministro para la Prensa y el soldado se convierte en ministro de Defensa.

"Sólo quería demostrar que nuestro país permanece siendo igual a la nación que describió Gogol en el siglo XIX, quien se burló de la idolatría del pueblo ruso por el poder. Afortunadamente, ya no estamos bajo el comunismo y estas cosas se pueden proclamar públicamente a través de una obra teatral", dijo el autor.

No todos han tenido tanta suerte. Moskovsky Korrespondent fue suspendido luego de publicar en abril un artículo que decía que Putin se había divorciado de su mujer, Lyudmila, e iba a casarse con la gimnasta Alina Kabayeva, de 24 años, medallista olímpica y considerada una de las rusas más lindas del país. La noticia fue desmentida por Putin y Kabayeva.

Pero, en general, en cualquier parte se venden postales con fotos de Putin; una empresa en el distrito de Ulyanovsk fabrica alfombras con su cara sobre la bandera tricolor rusa; en los mercados populares de Moscú se pueden encontrar anillos, aretes y hasta refrigeradores con la imagen del premier. Una estatuilla suya, vestido con su traje de judo, es propuesta por una empresa como "el mejor regalo para un político o un hombre de negocios".

Para los juerguistas, hay máscaras de goma con el rostro de Putin y en los supermercados se encuentra el vodka Putinka. En Rusia, además, los aficionados a los videojuegos pueden bajar online "Los cuatro oligarcas", en el cual el presidente recupera bancos y petroleras de los millonarios mientras instala a sus leales en el Parlamento.

Y aunque la ley comercial exige el consentimiento de una persona para que se pueda utilizar su imagen, Andrei Rikhet, director del centro para la aplicación de la ley en los medios, afirma que Putin nunca perseguirá a quienes lo reproducen en matrioskas o alfombras.

¿Y Medvedev?

Por el momento, el nombre de Medvedev se ha asociado popularmente con un oso, ya que medved significa "oso". En las páginas rusas de internet los internautas utilizan la cara de Medvedev con cuerpo de oso para caricaturizar al nuevo presidente e inventan cuentos de niños con esta imagen. Uno de ellos, Leonty Byzov, declaró a la prensa: "Si Medvedev no comete ninguna estupidez o mete la pata, como hicieron Kruschev o Gorbachov, en 12 ó 18 meses podría convertirse en el símbolo ruso, pero por ahora Putin sigue a la cabeza".

Al parecer, por ahora Medvedev tendrá que contentarse con la pomposa coreografía de cuando tomó posesión de su cargo y el control del famoso maletín nuclear, un pequeño portafolio metálico que en realidad es un ordenador con los códigos para poner en marcha el potencial nuclear ruso. Esta maleta negra se puso de moda desde los años setenta, cuando los jefes del Kremlin decidieron viajar siempre con él y no separarse, ni para dormir, de la famosa maleta.

Los entendidos aseguran que, de ser disparadas, las armas nucleares rusas pondrían al mundo entero fuera de su órbita. El maletín en realidad es una de las tecnologías más avanzadas en el mundo y para su uso no requiere de conocimientos especiales. Para operarlo, sólo es necesario saber un código digital.


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