Actualizado: 28/03/2024 20:07
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China

Tigre despierto, zarpazo seguro

Un recorrido por el gigante asiático, su historia reciente y el papel hegemónico del partido comunista chino.

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Las potencias occidentales y las economías florecientes del Sureste asiático miran con envidia el renacimiento económico de China, el gigante milenario del Lejano Oriente. Sin embargo, detrás de esta imagen de bonanza económica y de aparentes libertades, el brazo largo y poderoso del Partido Comunista (PCCh), rige, dispone y manda en la China de hoy, y lo hace con una extraordinaria capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias y con el objetivo latente de no perder un ápice de poder.

La adaptabilidad del PCCh a cada período por el que ha atravesado China durante las últimas nueve décadas merece particular atención si se desea entender cómo este aparato estatal de control absoluto ha logrado sobrevivir, e incluso imponerse, en medio de lo que a simple vista parece ser la capitalización y occidentalización creciente del país.

Wu Jing, un estudiante en Jiao Tong, la Universidad más antigua de Shanghai (y de China), dispone en la Facultad en la que estudia de todas las condiciones para conectarse a internet y mirar qué pasa fuera de la prensa oficial controlada por el PCCh. Sin embargo, confiesa que prefiere ir a uno de los populosos cibercafés del centro de la ciudad porque teme que la conexión de la Universidad esté controlada y que todo lo que desde allí escriba o consulte quede grabado en la memoria de los aparatos.

También dice que conectándose a través de los ordenadores de uno de los múltiples cibercafés del centro tiene esperanza de que los filtros de la intranet china (versión de internet autorizada y restringida) fallen y pueda así acceder a informaciones que los propios motores de búsquedas occidentales han censurado para las versiones chinas de Microsoft.

Para contar todo lo que ha averiguado —a veces leyendo entre línea, otras entrevistando a antiguos disidentes o a personas mayores— necesita que salgamos de los recintos universitarios y que nos sentemos en un jardín cualquiera, lo más banal posible, para no llamar mucho la atención. Jing teme que sus pesquisas ya hayan despertado sospechas entre los miembros de comités de vigilancia que el PCCh tiene en todos los centros universitarios.

EL PCCh en la China republicana: origen, alianza y ruptura

Desde 1840, fecha que marca los comienzos de la China contemporánea, el país se enfrentó a las fuerzas aliadas franco-inglesas (1860), a la Guerra Jiawu o chino-japonesa (1894), al conflicto ruso-japonés (1906) y a la Revolución Xinhai (1911) que significó el fin de la dinastía Qing y la instauración de un régimen constitucional.

La instauración de la República China, aunque significó un paso más hacia la occidentalización del país, no remedió el sentimiento general de frustración de un país sumergido en una profunda crisis. La diferencia abismal entre la feudalidad rural y la modernización de las concesiones coloniales del siglo XIX agudizó los conflictos sociales y aceleró el estertor económico de China.

Durante el período republicano (1911-1949) se intentó, por diferentes vías, dar solución a la crisis que heredaba el país de una larga dinastía tradicionalista. El movimiento de masas del 4 de mayo de 1919 fue la primera manifestación palpable de las dificultades que debía enfrentar la República. En estas condiciones, buscando en el exterior la solución que no hallaban en el marco de sus propias fronteras, se funda, el 23 de julio de 1921, el Partido Comunista Chino (PCCh) como una rama subalterna del Komintern ruso o Tercera Internacional.

Desde sus inicios, el PCCh, en franca minoría con respecto el Kuomintang (Partido Nacionalista Chino), tuvo que plegarse a la estructura política, ideológica y organizativa soviética, a pesar de los intentos de Chen Duxiu —uno de sus fundadores— de ofrecer una carácter autónomo a la organización.

Completamente subvencionado por el Komintern, los cuadros de este incipiente PCCh se dieron a la tarea de predicar al pueblo chino que Chiang Kai-shek había traicionado la Revolución nacional, a la vez que permeaban la estructura interna del Kuomintang (KMT), infiltrándolo y parasitándolo. Para ello, con vista a extender su influencia y sacar el máximo de provecho del movimiento republicano, el PCCh cooperó en un inicio con el gobierno de Chiang Kai-shek, estableciendo alianzas que más bien minaban, desde su interior, la directiva de la República.

La omnipresencia de las fuerzas comunistas infiltradas en el seno del KMT y los intentos de lanzar rebeliones armadas en Shangai contra el gobierno provocaron, en 1927, las primeras purgas del PCCh y la ruptura de la alianza con el KMT. Ante el fracaso de otros intentos de rebelión (la de Nanchang o la insurrección de la cosechas de otoño en Changsha, por ejemplo), el PCCh se replegó hacia las montañas de la provincia de Jiangxi, estableciendo en la región un cuartel general que propiciaba su autoridad en el campo.


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