Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Editorial

Financiación, totalitarismo y democracia

El gobierno cubano y sus ataques a Encuentro.

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Durante la posguerra llegaría la respuesta norteamericana: el Congreso por la Libertad de la Cultura, que costaría a la CIA decenas de millones de dólares durante sus 17 años de existencia. Para mantenerlo, la Agencia organizó una red de fundaciones filantrópicas, empresas y personalidades, que se encargaban de aportar "a título individual", el capital necesario para librar la guerra fría cultural. Capital que en buena medida procedía de la CIA. Entre 1963 y 1966, por ejemplo, de las 700 donaciones de más de US$10,000 concedidas por 164 fundaciones, unas 108 eran total o parcialmente fondos de la CIA. Y casi la mitad de las donaciones de esas 164 fundaciones, destinadas a acciones internacionales, tenían el mismo origen. Más de 170 fundaciones en total, canalizaron fondos con este propósito.

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Comunista Münzenberg en Berlín. Un 'rostro humano' a la utopía.

Los métodos soviéticos para atraer simpatizantes fueron desde la seducción y el interés económico hasta la extorsión, el sexo y el chantaje. Un juego de doble cara era entrar en consonancia con las reivindicaciones de la izquierda en cada país. Declararse contra la discriminación racial de los negros en Norteamérica, sin importar las limpiezas étnicas practicadas por Stalin. O a favor de la libertad sexual entre los ingleses contrarios a la moral victoriana, aplaudiendo la homosexualidad extendida en el grupo de Bloomsbury, mientras se perseguía a los homosexuales en la URSS.

La atención personal hacia los intelectuales y el halago hacia su vanidad se materializó desde las instituciones creadas al efecto, y en los recorridos turístico-políticos por la URSS, que se continuaron antes y después de la II Guerra Mundial, hasta la extinción del comunismo. Durante las giras, los intelectuales elegidos eran agasajados con más énfasis que en sus propios países. Aunque no siempre esas tournés tuvieran un final feliz. André Gide tras su larga gira de 1936 se convirtió en un antiestalinista. Y Dos Passos comentó a Hemingway que abandonar Rusia "fue como salir de la cárcel".

También el Congreso por la Libertad de la Cultura atrajo a los artistas e intelectuales prófugos del Este, promovió sus obras y en buena medida costeó sus carreras.

El sistema de subvenciones directas o indirectas fue practicado desde muy temprano hasta la caída del muro de Berlín. Bertolt Brecht, durante su exilio posterior a 1933, recibía un subsidio soviético de manos del agente Otto Katz, quien había sido director administrativo de Piscator y se encargó de proyectar su carrera, así como de manipular las de Alfred Döblin, el propio Brecht, etc. Los "elegidos" disfrutaban de ediciones copiosas en la URSS y eran distribuidos y promocionados por la red "multimedia" de Willi Münzenberg, que se extendía, incluso, hasta el Lejano Oriente.

El Congreso por la Libertad de la Cultura, en el otro bando, pagó con generosidad las colaboraciones de los intelectuales afines, otorgó becas, subvenciones, y sufragó campañas promocionales sobre todo en Europa.

Un sistema más perverso de atraer divulgadores de alto nivel, fueron "las damas del Kremlin": enroladas de buen grado o conminadas por los servicios secretos soviéticos, fueron las amantes y esposas de muchos intelectuales importantes: la princesa María Pavlova Koudachova, esposa asignada a Romain Rolland; Moura Budberg, amante, alternativamente, de H. G. Wells y Máximo Gorki; o Ella Winter, principal agente en la costa oeste, y Elsa Triolet, rusa de nacimiento, compañera de Louis Aragon.

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Elsa Triolet, rusa de nacimiento y compañera de Louis Aragon. Una de las 'damas del Kremlin'.

La organización de congresos fue otro sistema promocional muy bien estructurado desde el Congreso de Amsterdam Contra la Guerra, en 1932, totalmente sufragado por el Komintern. En junio de 1935 se celebró en la sala Mutualité de París el Congreso en Defensa de la Cultura, con fondos secretos proporcionados por el principal agente soviético en Europa, Mijaíl Kolstov. El congreso fue presidido, al menos nominalmente, por André Gide y André Malraux, y asistieron las celebridades de Europa, como E. M. Forster y Boris Pasternak. Le siguieron el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en la España de la guerra civil; así como la conferencia de escritores de Jarkov, con el protagonismo de Louis Aragon y Elsa Triolet. El 5 de octubre de 1947, aunque la URSS estaba en ruinas, se fundó en Belgrado la Oficina de Información Comunista (Cominform), relevo del extinto Komintern, que inmediatamente organizó en el teatro Kammerspiel el Congreso de Escritores de Berlín Oriental. El 25 de marzo de 1949, por iniciativa del Cominform, se celebró en el Waldorf Astoria de Nueva York la Conferencia Cultural y Científica por la Paz Mundial. Desde entonces se sucedieron los congresos, las reuniones del Consejo Mundial de la Paz, los festivales de la juventud y los estudiantes, así como todo tipo de eventos que permitían sostener una red mundial de apoyo.

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Escritores Gide, Malraux. Presidentes del Congreso en Defensa de la Cultura. París, 1935.

La respuesta tuvo lugar a mediados de 1950: el Congreso por la Libertad de la Cultura, celebrado en Berlín Occidental, con gran despliegue de recursos e invitaciones a la flor y nata de la intelectualidad occidental, incluso a Jean-Paul Sartre, quien se negó a asistir, ni siquiera para censurar el evento. Fue el primero de una serie de congresos y reuniones que signarían la trayectoria del antisovietismo cultural organizado.

Si algo comprendió el avispado publicista Willi Münzenberg, fue que no bastaba una red de voceros, sin un sistema de amplificación, de modo que ya en 1926, poseía en Alemania los diarios Berlin am Morgen y Welt am Avenid, y la revista Arbeiter Illustrierte Zeitung, que tiraba un millón de ejemplares, contrapunto de Life; más un manojo de publicaciones especializadas. En Japón, el trust controlaba 19 revistas y periódicos. En Estados Unidos, el diario P.M. intentó convertirse en la versión norteamericana del Ce Soir francés, dirigido por Paul Nizan, y apadrinado por Louis Aragon. Durante la posguerra el organismo internacional de propaganda se estableció en Praga, donde se imprimían, en todos los idiomas, revistas y folletos cuyos centros de distribución eran los partidos comunistas, y los circuitos paralelos, integrados por los simpatizantes, o los agentes de influencia, por lo general intelectuales "no partidistas".


Primer número de EncuentroGalería

Primer número de Encuentro; verano de 1996. Una cultura diversa, contemporánea e internacional como una de las primeras esperanzas de la nación.