Actualizado: 06/05/2024 0:13
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Editorial

Financiación, totalitarismo y democracia

El gobierno cubano y sus ataques a Encuentro.

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Además de estas artes de seducción, Cuba estableció como sistema la creación de una red de representantes diplomáticos, dedicados a los mecanismos de captación ideológica y cuya acción va desde la organización de asociaciones de amigos del gobierno cubano, hasta la penetración de los círculos universitarios y organizaciones sindicales.

García Márquez y CastroFoto

La Habana. Escritor García Márquez con Castro. ¿Un Nobel para la 'Revolución'?

La revista Casa de las Américas fue, durante algunos años, una de las más importantes publicaciones literarias en castellano. En sus páginas aparecieron, en muchos casos precozmente, todas las figuras que devendrían en protagonistas del boom: Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y un largo etcétera. En aquel momento no se exigía ningún tipo de lealtad previa y la calidad intelectual era suficiente para ser acogido generosamente en el país. De algunas de esas visitas salieron libros famosos, como Huracán sobre el azúcar, de Jean Paul Sartre, o Cantar de gesta, de Pablo Neruda.

En la segunda mitad de la década de los 60 comenzaron a surgir los problemas. El gobierno se radicaliza y muestra paulatinamente su esencia totalitaria, lo que provoca que algunos intelectuales cubanos se exilien y otros empiecen a asumir posiciones críticas, todavía dentro del sistema. El punto de inflexión de esta política cultural exterior se produce con el conocido Caso Padilla. Un jurado compuesto por los cubanos José Lezama Lima, Manuel Díaz Martínez, José Zacarías Tallet, el inglés J. M. Cohen y el peruano César Calvo, otorga por unanimidad a Fuera de juego, de Heberto Padilla, el premio UNEAC Julián del Casal de poesía en 1968. Las autoridades gubernamentales realizaron todas las presiones posibles para evitar la concesión del galardón, aunque no lo consiguieron debido a la inesperada firmeza con que los jurados defendieron su opinión. Dos años después, Heberto Padilla sería arrestado, sometido a fuertes coacciones psicológicas y se incoaría un proceso inquisitorial. Esto puso fin al idilio entre la intelectualidad occidental y el gobierno de la Isla.

Heberto PadillaFoto

Poeta Heberto Padilla, autor de 'Fuera de juego'. Fin del idilio entre la intelectualidad occidental y el gobierno de La Habana.

Consciente ya de que los intelectuales de valía no son tan fáciles de manipular, el gobierno optó por acudir a dos expedientes. El primero fue mantener un reducido lobby de figuras de primer orden que por su antiimperialismo radical estaban dispuestas a transigir con los aspectos menos amables del sistema. El segundo, promover a figuras de menor relieve, creando otro lobby totalmente incondicional. Si se revisa la revista Casa de las Américas, desde su creación hasta nuestros días, se puede percibir el declive de la publicación, su politización y la paulatina sustitución de sus colaboradores de acuerdo con las pautas señaladas.

Otros medios de propaganda de esa "batalla de ideas", aún no bautizada, fueron Radio Habana Cuba y la agencia Prensa Latina, subvencionadas por el gobierno. Es sintomático que los clientes de esta última, principalmente los periódicos latinoamericanos, recibieran sus despachos gratuitamente. La experiencia más interesante extramuros fue la fundación, por parte de Cuba, de la revista Sucesos en México, dirigida por el periodista Mario Menéndez, destinada a entrevistar a los jefes guerrilleros latinoamericanos y servirles de canal propagandístico.

Desde los mismos comienzos de la revolución, el entonces incipiente régimen sitúa su campo de acción en los países del Tercer Mundo y, más específicamente, en Latinoamérica, entorno que considera su espacio natural. En ese contexto, uno de los métodos subliminales de exportación de ideología ha sido el sistema educativo cubano, que ha concedido becas a decenas de miles de estudiantes del Tercer Mundo, mucho más allá de las posibilidades reales de la economía del país, en crisis permanente desde principios de los 60. Hay que tener en cuenta que este sistema educativo difiere totalmente del de las sociedades abiertas. Independientemente de cuáles puedan ser sus méritos académicos, el conocimiento está inseparablemente ligado a la "formación ideológica", entendiendo como tal la cooptación política. Para el régimen de La Habana, la formación ideológica de profesionales de países del Tercer Mundo ha sido una de las operaciones más rentables, pues se crea en estos graduados una fidelización política condicionada por el agradecimiento y las amistades creadas durante su estancia en Cuba.

Siempre en el mismo sentido, uno de los medios que más ha interesado al sistema ha sido el cine, especialmente, otra vez, el latinoamericano. Y en este entorno encontró el terreno más propicio. La industria norteamericana del entretenimiento es uno de los sectores económicos más poderosos del mundo y controla prácticamente toda la distribución internacional. Durante decenios, las cinematografías latinoamericanas han agonizado en un enfrentamiento desproporcionado con esa maquinaria de poder.

A partir de 1980, el gobierno cubano crea el Festival Internacional del Cine Latinoamericano, uno de los más importantes, largos y costosos de América Latina, financiado por un gobierno que no es capaz de garantizarle a su población una subsistencia digna. Se puede aducir, con razón, que cualquier país tiene el derecho de organizar festivales de este tipo. Lo que llama la atención y le da la categoría de "inversión ideológica" es la magnitud del espectáculo y, por ende, su coste. Cientos de invitados, con todos los gastos a cuenta del pueblo cubano, alojados en los mejores hoteles de la capital y disfrutando de una realidad que nada tiene que ver con la cotidianeidad de la población.


Primer número de EncuentroGalería

Primer número de Encuentro; verano de 1996. Una cultura diversa, contemporánea e internacional como una de las primeras esperanzas de la nación.