Actualizado: 18/04/2024 23:36
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La política del 'fao'

El gobierno de Bush impide a Cuba ir al Clásico de Béisbol y se anota un punto ante el exilio duro. Castro gana por no presentación y pierden los amantes del deporte.

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De todas las medidas formuladas por el gobierno del presidente norteamericano, George W. Bush, la más estúpida ha sido el no permitir la participación de peloteros cubanos, radicados en la Isla, en el Clásico Mundial de Béisbol que se jugará el próximo marzo. Pero esta decisión, a primera vista absurda, no nace de la ignorancia. Es consecuencia de un objetivo bien definido: la definición de una política destinada exclusivamente a conservar el voto del sector más reaccionario de la comunidad exiliada, radicada en Miami y otras ciudades de Estados Unidos. Que decisiones de este tipo sólo beneficien a Fidel Castro carece de importancia para la actual administración.

El veto del gobierno de Bush es consecuente con la negativa a otorgar visas a profesores, escritores y artistas. Se suma al desatino de mantener aislados a los científicos de Cuba y Estados Unidos, sin permitírsele la posibilidad del intercambio y la confrontación. En estos casos era hacer cumplir la norma vigente —resucitada de la era Reagan— de impedir la entrada a todo aquel que se considere un empleado del gobierno cubano, ya que su labor puede beneficiar a La Habana. Como en la Isla el Estado tiene un control casi absoluto de la economía y determina la mayor parte de las actividades artísticas y culturales, casi nadie queda fuera de esta decisión. Ahora la Oficina del Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, considera que la solicitud de invitar a Cuba, por parte de World Baseball Classic Inc. (WBCI) "no estaría en concordancia con la actual política exterior estadounidense", ya que el torneo generará ganancias para los participantes. Al embargo comercial se une el embargo deportivo, con alcance extraterritorial, ya que los juegos se realizarán no sólo en suelo norteamericano (el estado de la Florida), sino también en San Juan, Puerto Rico; y Tokio, Japón.

A un estado totalitario se opone una medida totalitaria, discriminatoria y maniquea. Si otras administraciones jugaron a la "política del pimpón" y enviaron "embajadores culturales" a los rivales ideológicos, ahora ésta prefiere el aislamiento y el silencio. Como consecuencia, el presidente Bush ha logrado ganarse el odio de los fanáticos deportivos de la Isla, que es como si dijéramos toda Cuba. Con enemigos así, poco tiene de que preocuparse Castro.

Al desatino de excluir al campeón olímpico y mundial de béisbol, se une el intento de organizar una novena con peloteros exiliados. Esta iniciativa —promovida por el legislador cubanoamericano Lincoln Díaz-Balart— carece hasta el momento de la promesa de participación de un jugador importante, entre los cubanos que en la actualidad se desempeñan en las Grandes Ligas. Aunque más de 100 peloteros han abandonado la Isla en los últimos 15 años, los promotores de la iniciativa no han sido capaces aún de mostrar una lista de al menos 30 jugadores, con independencia de que queda por ver si el equipo así reunido tendría la calidad necesaria para llenar un estadio. A la falta de estrellas se une el que ha sido rechazada por los organizadores del evento y no cuenta con el necesario reconocimiento como federación nacional de béisbol. La propuesta carece de brillo y fundamento: es una jugada ridícula.

Una bola de humo

La iniciativa de Díaz-Balart se produce en momentos en que buena parte del exilio de línea dura ha expresado disgusto y hasta ira ante el próximo juicio contra Santiago Álvarez y Osvaldo Mitat, acusados de seis cargos de posesión ilegal de armas. Muchos de los simpatizantes de los encausados han cuestionado públicamente la falta de declaraciones —o de una participación más activa— de los congresistas cubanoamericanos por la Florida, en las actividades de apoyo a ambos presos, cuya fianza ha sido negada en dos ocasiones.


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Castro en el estadioFoto

Castro en el antiguo Estadio del Cerro, actualmente 'Latinoamericano', antes de un partido frente a Venezuela. (AP)