Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Arte, mercadeo, las reglas del juego de la politiquería y una adolescencia americana

Dos películas se comentan aquí: una muy llamativa que a veces se disipa demasiado y otra que marca el debut como directora de una talentosa actriz y guionista

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The Square, la cinta que se llevó este año la Palma de Oro en Cannes, es un filme ambicioso que quiere abarcar quizá demasiado. Su crítica apunta a las borrosas fronteras entre arte, mercadotecnia, farsa política y supervivencia institucional.

El comisario principal de un importante museo sueco se encuentra, entre otras cosas, enfrascado en la tarea de presentar y desarrollar un nuevo proyecto. Una instalación titulada The Square, que es un cuadrado cementado en la plaza exterior del museo, con una inscripción en la cual se lee: “El cuadrado es un santuario de confianza y cuidado. Dentro de él, todos compartimos igualdad de derechos y obligaciones”. A la entrada uno escoge cómo acceder, pues hay un pasillo para quienes confían en el prójimo y otra para quienes desconfían. El artista es un británico que se presenta en pijamas a las conferencias de prensa.

Para promover la instalación contratan a una compañía publicitaria que crea un video en el cual, para ilustrar el problema de los inmigrantes y de la pobreza, utilizan a una niña rubia, bien escandinava, vestida con harapos, que entra al cuadrado y es víctima de una explosión. Los publicistas, un par de frívolos ignorantes, están tratando a su vez de hacer arte a partir del arte e incluirlo en la publicidad.

Christian, el comisario, mientras tanto, está muy ocupado porque inicialmente cae en una performance pública que resulta ser un engaño para robarle. En medio de su ira y frustración, establece, a regañadientes, una relación con una periodista de habla inglesa que tiene un chimpancé como compañero de habitación y por otra parte, trata de vengarse de quienes piensa que le robaron. No asiste a la presentación del video de promoción y lo aprueba sin verlo. El video resulta repugnante para los patronos políticamente correctos y Christian tiene finalmente que renunciar a su posición.

Esto es solo un esbozo de todo lo que sucede en los aproximadamente 145 minutos que dura el filme. Al principio, la trama se mueve en demasiadas direcciones y con exceso de argumentos secundarios y parece no ir a ninguna parte, aunque todos los elementos son importantes para el desarrollo dramático. Luego va ganando coherencia y tiene momentos de una ironía exquisita.

En una secuencia, un trabajador de limpieza del museo barre unos pedazos de arena que forman parte de una instalación y cuando otra comisaria quiere llamar al seguro para buscar indemnización, Christian resuelve ir a la basura y regresar la arena e instalarla él mismo porque “nadie se va a dar cuenta”. En otra larga, pero muy interesante e impactante secuencia, un personaje que puede verse en un video de otra instalación, haciendo de simio humano, aparece en vivo y provoca hasta el límite a los comensales de una recepción, todos donantes, burgueses de dinero y buen gusto que, confundidos por la violencia artística y para mantener su discreto encanto, solo atinan a bajar la cabeza, a pesar de que el actor llega a la agresión física.

El filme funciona en exponer el fariseísmo del arte moderno y en cuestionar los límites de la hipocresía burguesa, la seriedad del artista y el mercenarismo de los burócratas de la cultura, quienes se escudan en un lenguaje hermético y políticamente correcto para promover sus intereses personales.

Claes Bang, actor de la televisión danesa, se encarga de interpretar con eficiencia el personaje de Christian. Remeda a un Pierce Brosnan impávido, que mantiene el sentido de la ironía y la cara de póker durante las diferentes situaciones. Elisabeth Moss (Girl Interrupted, High-Rise, The Handmaid’s Tale), maneja muy bien las transiciones de lo dramático a lo cómico, con gran economía de gestos y una fuerte presencia en la pantalla.

Ruben Ostlund (Styrso, Suecia, 1974) se dio a conocer con la muy interesante Force Majeure (2014) y aquí también demuestra buen dominio de la dirección y la narrativa cinematográfica trabajando con su propio guion. El uso de la música es además muy preciso y resulta un importante elemento complementario en su minimalismo. La fotografía del sueco Fredrik Wenzel, quien también trabajó en Force Majeure, mantiene una tonalidad fría, de poco contraste, que subraya la esterilidad del mundo que retrata.

The Square es un filme muy llamativo, si bien a veces se disipa demasiado y cae en facilismos innecesarios. Toca temas de interés sin grandilocuencia, con humor sofisticado. Lo que sucede es que, al querer abracar tanto, termina dejado en esbozo muchas de las realidades que expone.

Por su parte Lady Bird marca el debut como directora de Greta Gerwig, quien es una talentosa actriz y guionista, aunque confieso que no es santa de mi devoción. Los personajes que crea hablan demasiado y son excesivamente sagaces, pero son incapaces de establecer contactos emocionales sólidos con el espectador o con los otros personajes. Son demasiado “monos”, “majos” o “simpáticos” y siempre “refinados” no encuentro palabra mejor que la inglesa “cute” y al final caen en “cutesy” que es el equivalente a cursi. Eso sí, una cursilería sofisticada y de alto nivel intelectual.

El filme narra el último año de segunda enseñanza de Christine McPherson, una joven de 18 años a punto de abandonar la adolescencia, quien se hace llamar Lady Bird y quiere que la llamen así, porque es, como ella dice, el nombre que se ha dado ella misma. Asiste a una escuela católica, con una beca, y se encuentra en el proceso de solicitar ingreso a la universidad. Viene de una familia de clase trabajadora (la madre es enfermera y el padre trabaja en una empresa que está al quebrar) y tiene un hermano adoptado que vive en la casa con la novia.

Lady Bird es una adolescente con las hormonas en plena efervescencia, envuelta en sí misma, poco sociable y con grandes ambiciones, aunque sus aptitudes no parecen apoyar su fantasía. Quiere salir de su pequeño pueblo californiano y mudarse al este, “a la cultura”, a Nueva York o Boston y estudiar en Columbia o Harvard, para todo lo cual no tiene unas notas que la acompañen. Su madre es una mujer excesivamente realista, que tiene poca paciencia con los sueños irrealizables de Lady Bird y el padre es una especie de tipo complaciente, sin mucho que decir.

Gerwig parece querer exorcizar sus pequeños demonios con este guion. Al igual que Lady Bird ella nació y creció en Sacramento y estudió en escuelas católicas, aunque no fue criada como católica y obviamente, era alguien obsesionado con la cultura, aunque quizá por modestia, pone a su personaje como alguien de inteligencia media, porque está claro que Gerwig es sumamente inteligente.

La dinámica entre los personajes está muy bien dada, pero Gerwig tiene poca fuerza visual en su dirección. Como en todos los filmes que ha escrito y actuado (Frances Ha, Mistress America), la fuerza de sus personajes radica en su verbosidad, que a veces colinda con la verborrea. Como decía Billy Wilder de Woody Allen, “sus personajes hablan sin parar y las conversaciones no van a ninguna parte”.

De nuevo, este filme se queda muy por debajo de sus ambiciones. Si bien cuenta con una extraordinaria actuación de Saoirse Ronan como Lady Bird, una de las mejores actrices jóvenes del momento, que puede llenar la pantalla solo a base de su presencia y de una hermosura insólita, el personaje de la madre, interpretado por Laurie Metcalf (Roseanne, Internal Affairs), parece sacado del manual de diagnóstico y estadísticas de las enfermedades mentales. Es todo cliché. Al final recurre a soluciones demasiado trilladas y facilonas que desmantelan el buen trabajo que desarrolla con el argumento al principio, así como la posible ironía y burla a la sociedad. Se hunde en un melodramatismo tenue, pero gratuito. La trama termina mediocrizando al tema, aunque es una película que tiene sus valores. Sin embargo, a pesar de todo, la película me gustó más de lo que esperaba.

The Square (Suecia/Alemania/Francia/Dinamarca 2017). Guion y dirección: Ruben Ostlund. Dirección de fotografía: Fredrik Wenzel. Con: Claes Bang, Elisabeth Moss y Dominic West.

Lady Bird (EEUU, 2017). Guion y dirección: Greta Gerwig. Dirección de fotografía: Sam Levy. Con: Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Tracy Letts y Beanie Feldstein.

Ambas películas tienen estreno limitado en muchas ciudades importantes de Estados Unidos.


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