Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Con ojos de lector

Duendes y duendas por todas partes

Nersys Felipe reúne en su nuevo libro diez cuentos para niños que abren de par en par las puertas a la fantasía.

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En su más reciente libro de cuentos, Corazón de Libélula (Y otros duendes y duendas) (Ediciones Unión, Colección Ismaelillo, La Habana, 2006, 74 páginas), la pinareña Nersys Felipe (1937) abre de par en par las puertas a la fantasía, ese ingrediente que es parte consustancial del mundo de los niños. No es por ello casual que tradicionalmente ocupa un espacio relevante en buena parte de la mejor literatura escrita para ese público, de Christian Andersen y los hermanos Grimm a J.K. Rowling. Esa apuesta por las historias que estimulen la imaginación está expresada en términos poéticos, en la cita de José Martí incluida por Felipe en las primeras páginas: "Yo sueño con los ojos / Abiertos, y de día / Y noche siempre sueño".

En el cuento que da título al libro, primero de los diez que lo componen, se narra la historia de un caballo salvaje que se enamoró de las libélulas. Un día cuando se hallaba contemplándolas, aparecieron unos hombres que querían cazarlo. Corrió desesperadamente para escapar de ellos, y cuando se acabó el suelo y pensó que iba a caer al vacío, empezó a batir las alas que le habían nacido y salió volando. Se había convertido en un pegaso. De tanto volar y batir las alas, éstas se fueron desprendiendo y al caer de poca altura, se hirió la frente. Una niña quiso cerrarle la herida con un cuernito de gamo. El cuernito se le unió tan bien, que el pegaso dejó de sangrar y se paró como si nada, luciendo un cuerno en medio de la frente. Ahora era un unicornio. Después encontró a un potro, al cual salvó de ser atacado por un tigre. Entre ambos surgió una hermosa amistad, que los unió tanto que de la misma nació un caballito con alas de libélula, el pelo verde y fino y una amapola roja en la frente. Era Corazón de Libélula, el primer duende del mundo.

Los duendes. ¿Quién que es no conoce estos seres mitológicos, guardianes de los bosques y de los seres vivos que allí habitan? Forman parte de la raza feérica, junto con sus homólogos los elfos y las hadas. Son los personajes más populares de las mitologías celta y nórdica, civilizaciones en las que se veneraba a la naturaleza. La Real Academia Española cita como origen de la palabra que se los designa en nuestro idioma la contracción de la frase "duen de casa" o "dueño de casa", atendiendo al carácter entrometido de los duendes al apoderarse de los hogares y encantarlos. Se distinguen por su pequeño tamaño, semejante al de un niño, y por sus orejas puntiagudas. Algunas especies son de nariz grande, otras no. Su cabello es largo y suelen ser peludos. Cuentan con variantes en muchos países: gobblins (Escocia), trollos (Escandinavia), gremlins (Inglaterra y Gales), koboldes (Alemania), leprechauns (Irlanda), trasgos (España), chaneques (México), chinamitos (Venezuela), muquis (Perú)…

A pesar de que habitan en muchos lugares, prefieren los bosques, el contacto con la naturaleza, la vida libre. En la tradición hispanoamericana, a veces conviven con las personas, aunque casi siempre en sitios apartados y rústicos, cabañas, aldeas y pueblos pequeños. Cuando deciden hacerlo, pueden proporcionarnos algunas alegrías, pues son serviciales y traen buena suerte. La escritora Chelo Lima, toda una experta en seres fantásticos, comenta sobre ello: "Cuando llegan a un acuerdo con los dueños de la casa, se vuelven hacendosos: barren los pisos, ordeñan a las vacas y hasta las llevan a pastar. Para eso, es necesario cocinarles natillas y dejarles, de cuando en cuando, un tazón de vino en el tejado". En Cantabria, por ejemplo, cuando se les extravía algo las personas acostumbran cantar: "Duende, duende, duendecito, / una cosa yo perdí; / duende, duende, duendecito, / compadécete de mí". Yo también lo hago, y debo confesar que hasta ahora (y toco madera) me ha dado excelentes resultados.

Pero como son unos bromistas incorregibles, lo más usual es que los duendes trastoquen nuestra vida con sus trastadas. Se burlan de los seres humanos, quienes son incapaces de verlos. Hacen desaparecer objetos, los cambian de sitio, producen ruidos extraños y risas estentóreas, encienden y apagan el fuego. La mayoría de ellos son expertos en magia, brujería, adivinación y demás ciencias ocultas. Sin embargo, esos poderes son ineficaces contra alguien que lleve un trébol de cuatro hojas. Aunque aclaro que yo aún no he hecho el experimento, según las leyendas a los duendes se les puede crear mediante unas plantas que sólo crecen la noche de San Juan. Esas plantas se deben guardar en una botella o un recipiente de vidrio de color negro, de modo que no se vea el interior. Se deja la botella cerrada durante toda la noche y se destapa por la mañana. De ella saldrá un duende que a partir de entonces será nuestro sirviente o nuestro duende de compañía.


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