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Actualizado: 13/05/2024 23:57

Chile

Cambios y confianzas

Michelle Bachelet asume la presidencia y anuncia 36 medidas para cumplir en los primeros cien días de gobierno.

Con pocos meses de diferencia, Chile ha protagonizado dos eventos donde no ha faltado la presencia numerosa, la emoción y, sobre todo, la esperanza de que el tiempo por venir será más ancho para todos los ciudadanos. Y esto, con los pies bien hundidos en la realidad, sin los idealismos que en otras partes terminan infringiendo heridas y frustrando procesos.

El primero de los eventos mencionados fue el triunfo en los comicios de Michelle Bachelet, el 15 de enero pasado, y el otro acaba de tener lugar con el traspaso de mando del presidente Ricardo Lagos a su ex ministra de Salud primero y Defensa después.

Cuando el pasado 12 de marzo Lagos apareció en el umbral de uno de los portones de La Moneda, con el objetivo de partir hacia la sede del Congreso en Valparaíso, topó con una situación no común en nuestro continente. Centenares de personas esperaban frente al palacio de gobierno para decirle adiós a un político, cosa aún más rara.

La mano de Lagos condujo muchos de los cambios del Chile actual, que ayudaron a reposicionar al país entre los primeros de América en estabilidad, democracia y desarrollo económico y social. Con su sexenio, la nación austral comunicó realmente con el mundo, convirtiéndose en parte no despreciable del engranaje de la globalización.

A pesar de que aquí la política no se hace precisamente con guantes de seda y andar cualquier destino tiene enemigos garantizados, la popularidad del mandatario sobrepasa todavía con creces el sesenta por ciento, según las últimas encuestas. Esto entre el pueblo, pero también entre los políticos. Al despedirse del Congreso, Michelle Bachelet con la banda presidencial y la piocha de Bernardo O'Higgins, la ovación más larga no fue para quien iniciaba, sino para el que concluía.

Este detalle no debió dejar huella en la primera mujer que asumió la máxima jerarquía política. Mucho le debe la actual mandataria a Ricardo Lagos. Fue éste quien la aupó sucesivamente al frente de dos ministerios, a pesar de que había fallado en el primero. Por el apoyo del mandatario durante la campaña, la oposición lo acusó, no sin razón, de intervenir desde el gobierno para influir en los comicios, algo aquí prohibido. De alguna forma, en fin, la sombra de Lagos continuará en La Moneda. En los aledaños de la sede del gobierno no por gustó se coreó, insistentemente, el deseo de que se postulara en 2010.

Chile: país que avanza

Más allá de las anécdotas protagonizadas por el presidente boliviano Evo Morales, su homólogo de Venezuela, Hugo Chávez, y la secretaria de Relaciones Exteriores norteamericana, Condoleezza Rice, en las horas previas o en las del cambio presidencial, fue el acto que los congregaba el que se mantuvo en sitio principal de la noticia.

En este último punto, mencionó la prensa la breve entrevista que sostuvieron la nueva mandataria y el vicepresidente cubano Carlos Lage, jefe de la delegación cubana al acto. La delegación la integraron el canciller Felipe Pérez Roque y el recientemente designado embajador en Santiago de Chile, Girardo Mazola, entre otros. Lage dijo a la flamante mandataria que Fidel Castro visitará el país en otra ocasión, pues tiene mucho trabajo en Cuba. En respuesta a una pregunta sobre la salud del gobernante isleño, subrayó que éste vivirá 120 años.

Políticamente hablando, Bachelet cumplió su primera gran promesa. Anunció un gabinete equilibrado de hombres y mujeres, que ya está jurado sin grandes objeciones de unos y otros. Conformó un equipo donde se dan la mano la experiencia y la gente joven, y sin bajar la cabeza a lo que acá en política se llama "cuoteo", es decir, la porción de poder que cada partido de la concertación gobernante cree merecer por su victoria.

Las 36 medidas para cumplir en los primeros cien días de su gobierno incluyen incrementos salariales, mejoramiento en la previsión social, mejora en el empleo y la educación, así como la democratización del acceso al Congreso, que discrimina a la izquierda tradicional. Aspira además a lograr un país que avance de manera descentralizada, sin el predominio en tal sentido de las grandes urbes, dijo en su primer discurso luego de la investidura.

La responsabilidad es mucha, sin duda, pero el nuevo gobierno tiene a su favor la mayoría en el Senado y la Cámara. Estas mayorías serán de gran apoyo, pero si aun con ellas no cumple, la oposición hará responsables del fracaso a ambos, a la concertación y a Bachelet.

Pero no son tales pensamientos los que ocupan hoy a los chilenos. Eso vendrá después. Más tarde llegarán las evaluaciones, la meditación que celebre, critique o matice. Lo que ahora se percibe es la confianza popular sobre lo que está ocurriendo en la patria de Bernardo O'Higgins.

© cubaencuentro

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