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Actualizado: 21/05/2024 22:00

Reportaje

El perverso encanto del poder

Perfil y proyección de Evo Morales Ayma.

Cuando Evo Morales comience a llevar a la práctica la maratón de nacionalizaciones y reformas anunciadas, muchos sectores de la izquierda romántica —ajena al conflicto boliviano— pensarán que estará haciendo algo digno y útil.

Recomiendo el antídoto de la suspicacia, porque la mayoría de dichas reformas apuntan a la concentración de poderes en el Ejecutivo, y a la debilitación de las anémicas estructuras institucionales democráticas, en un país diezmado por la ignorancia, la pobreza, la corrupción y el racismo. Si la maniobrabilidad del poder depende de la voluntad de un solo hombre, no debería cabernos la menor duda de que Evo Morales va a gobernar el país como lo han hecho y lo hacen algunos caciques latinoamericanos.

Bolivia es un país mestizo e indígena, analfabeto y frustrado políticamente. Lleva una eternidad de años con una masa nativa humillada y embrutecida por los partidos políticos tradicionales, con las riquezas mal repartidas, la incidencia opresiva de las transnacionales y con una monstruosa falta de cultura cívica. Esto genera algo muy peligroso: la necesidad de reivindicaciones. Y la condición reivindicativa tiene su hijo pródigo: la figura del líder redentor.

Si queremos hacer un diagnóstico de lo que será Bolivia en los próximos años, hay que pasar por un escáner a su propio líder. Sólo una aproximación a su personalidad, a partir del testimonio de algunas figuras de su círculo de amigos y entenados, si bien no nos aclara todo el panorama, nos deja ver un horizonte de lo que podría ser. Porque a partir de diciembre de 2005 en Bolivia no gobierna el pueblo, como muchos quieren creer: gobierna Evo Morales.

Evo, a contraluz

Heredero mestizo de los aimaras, Evo Morales no se deja conocer por dentro: parece extrovertido, pero lo que se cuece en su interior suele ser inescrutable. Su compañero Filemón Escobar, el dirigente histórico que organizó el MAS, creía que lo conocía de cerca, hasta que terminó expulsado del movimiento: fue el primer sorprendido. Su hermano Hugo también creía anticipar sus movimientos, hasta que fue excluido de una lista de candidatos y decidió quemar la bandera del MAS en las calles de Oruro.

En asuntos políticos o personales puede ser muy poco comunicativo. Para quienes trabajan codo con codo con Evo, es difícil intuir lo que piensa. "Nunca sabemos con lo que nos va a salir", dijo un miembro de la Comisión Política del MAS para una nota del diario El Comercio de Lima. Otro colaborador aseguró que jamás dejaba traslucir sus verdaderos sentimientos.

En 1993, en un seminario en la sede de OXFAM, en Toronto, el economista peruano Hugo Cabieses advirtió que había desaparecido y fue a buscarlo. Lo encontró en el baño llorando. Acababa de recibir la noticia del fallecimiento de su madre y no quiso que nadie lo viera sufrir.

El presidente electo, de 45 años, nunca se casó. Sus parejas expresan versiones disímiles. "Es valiente y cariñoso", lo recordó para un artículo de El Comercio una novia reciente, Margarita Terán. En otra línea declaró para un spot publicitario anti-Evo la madre de su hijo Álvaro, Marisol Peredo, quien en 2004 tuvo que requerirle judicialmente puntualidad en el pago de una pensión alimenticia.

En 2001, antes de su primera candidatura a la presidencia, Francisca Alvarado, una dirigente popular de Oruro, le exigió el reconocimiento de una niña con argumentos más políticos, pidiéndole coherencia "con los derechos humanos que tanto defiende".

Obviamente, Morales considera que estas informaciones sobre su vida privada no deben ser publicadas y que son difundidas por sus enemigos. Tratándose de enemigos, para Evo siempre está la mano de Estados Unidos detrás de todo. Criticó, por ejemplo, los argumentos del reclamo de Francisca, "vinculados a la derecha y al imperialismo".

Hay un lenguaje de la Guerra Fría en su discurso, que corresponde en buena cuenta a la presión norteamericana contra su candidatura, que tuvo su mayor expresión en 2002. Pero también es reflejo del mundo en que se formó, el sindicalismo campesino boliviano, belicoso y tremendista, como pocos en América Latina.

MAS es menos

El MAS parece un partido, pero es realmente una coalición de movimientos sociales en torno de la Confederación de Cocaleros de Bolivia. En sus asambleas de alrededor de 300 asistentes, los acuerdos son adoptados a mano alzada, generalmente por unanimidad, como corresponde al cacicazgo. No hay costumbre de trabajo en comisiones. El parlamentario Antonio Peredo quiso organizar una comisión de relaciones internacionales, pero no funcionó.

También el dirigente Iván Iporre intentó una comisión para asuntos internos, sin llegar muy lejos. Tampoco una comisión legislativa que ensayaron los congresistas. La razón única y temible es que todo tenía que pasar por el líder, quien es apoyado incondicionalmente porque es "honesto, leal y recoge los intereses del pueblo oprimido".

En 2002, cuando se postuló por primera vez a la presidencia, Morales designó una comisión política. Se reunió una sola vez. Ahora funciona otra, con más organicidad, pero puede ser cambiada por el jefe. Nunca fue revelada públicamente la identidad de sus miembros.

Filemón Escobar, antigua segunda cabeza del MAS, durante la campaña de 2002 cometió el error de asegurarle a Evo Morales que José Antonio Quiroga, también amigo del partido, había aceptado formar parte de su plancha para la vicepresidencia. Pero Quiroga no había confirmado este dato y de hecho declinó la invitación de Evo en una rueda de prensa al día siguiente, explicando que había habido un error. Entonces Morales expulsó caprichosa y prepotentemente a Filemón Escobar del MAS, debido a su error.

Antiguo trotskista, Escobar es uno de los dirigentes históricos del movimiento obrero boliviano. Fue el principal organizador del MAS sobre la base de los sindicatos cocaleros. Cuando supo que Morales lo expulsaría fue a buscar a Quiroga y le dijo que su carrera política estaba terminada. Este llamó por teléfono a Morales, quien le confirmó la noticia: "Quien me ha mentido de esa forma no puede ser sino un enemigo del MAS. No puede ser sino un infiltrado y debe salir".

Esta es una reacción típica en el sindicalismo boliviano encabezado por Evo. El que erró es un traidor. El traidor, un infiltrado del imperialismo. Pero en esa oportunidad Quiroga convenció a Morales: Escobar no fue echado del MAS y llegó a ser senador. Recién en 2004 acabaron con su carrera política porque no se opuso a que el Congreso autorizara operaciones militares norteamericanas en Bolivia. Morales anunció su expulsión en una conferencia de prensa. Sin proceso interno y sin pruebas de que había traicionado.

Las reformas y sus precios

Según la rancia extirpe de los sindicatos campesinos bolivianos, Evo es intransigente y caudillista. Su ascenso al poder está signado por generosas ofertas electorales que ahora deberá cumplir. Cuando Bolivia tiene los mejores indicadores macroeconómicos de su vida democrática, Morales debe honrar su promesa de elevar de 55 a 185 dólares el salario mínimo de los trabajadores. La pregunta no es si podrá o querrá hacerlo, sino, ¿a qué precio?

Vale la pena seguir muy de cerca los movimientos del vicepresidente Álvaro García Linera, un intelectual indigenista de modales refinados. García Linera está alejado de la izquierda ideológica boliviana, pero a diferencia del líder no bate palmas cuando se mencionan los nombres de Hugo Chávez y Fidel Castro. Este año no aceptó una insistente invitación para ir a Cuba.

Para José Antonio Quiroga, quien pudo haber ocupado el puesto de García Linera, el vicepresidente electo es una prótesis intelectual adosada al MAS. "Puede funcionar e influir positivamente —declaró—. Pero no me sorprendería que desarrolle resistencias y salga arrojado como un cuerpo extraño".

Resulta inocultable el problema de la carencia de cuadros técnicos entre las filas de los vencedores, con respecto a las inminentes medidas de nacionalización; además de la decisión de incluir indígenas en el gabinete.

Si no se "profesionaliza" la vida política de Bolivia, es difícil que sumando adeptos ideológicos se solucionen los problemas económicos y políticos. Lo único que se garantiza con un personal simpático al poder omnímodo es la propia perpetuación del poder de Evo Morales. Que no tiene por qué ser el poder del pueblo boliviano, aunque ahora lo parezca.

© cubaencuentro

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