Si se da crédito a las encuestas, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, debe resultar reelecto el próximo domingo, a pesar de los escándalos de corrupción que se han sucedido en las más altas esferas del Partido de los Trabajadores (PT).

El último de estos escándalos incluyó un dossier para implicar al principal candidato de la oposición, Geraldo Alckim, y al candidato socialdemócrata al gobierno del estado de Sao Paulo, José Serra.

La operación para la compra de este dossier estaba a cargo nada menos que del jefe de la campaña electoral de Lula y líder del PT, Ricardo Versoini, junto a otros cercanos colaboradores.

Lula negó tener conocimiento del asunto y censuró estos métodos, a los cuales calificó como propios de "bandidos", y destituyó de sus cargos a Versoini y otros responsables del PT.

En relación con el dossier, la Policía continúa su investigación, centrada en tratar de determinar el origen de los 1,7 millones de reales (unos 800.000 dólares) que militantes del PT iban a pagar a los dos empresarios que lo prepararon, quienes además están acusados de integrar una red que estafó al Estado con una venta de ambulancias.

Según las últimas informaciones ofrecidas por la Policía, parte de ese dinero estaba en dólares que llegaron al país de forma ilegal, posiblemente desde México, a bordo de un avión que un empresario había puesto al servicio de dirigentes del PT para la campaña.

Dos batallas paralelas

Según un informe del Tribunal Superior Electoral (TSE), el próximo 1 de octubre votarán 125.913.479 brasileños para elegir un presidente, 513 diputados federales, 27 senadores, 1.059 diputados estaduales y 27 gobernadores.

Brasil ha comenzado a vivir dos batallas paralelas: una en las calles, con los ruidosos actos de la campaña electoral para los comicios del domingo, y otra en los solemnes salones de los tribunales, donde podría trazarse el mapa de la estabilidad política del país más grande de América Latina. El PT de Lula da Silva, y sus opositores del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y del derechista Partido del Frente Liberal (PFL), dieron el paso de llevar su enfrentamiento de las tarimas de actos electorales a las cortes, cuando la oposición pidió a la justicia investigar si el mandatario incurrió en "abuso de poder" en detrimento de sus contrincantes.

"La situación de Lula es muy complicada. Si gana, enfrenta el poder judicial, que no da luna de miel a los nuevos gobernantes. Y digo más, Lula enfrenta una semana de desesperación en la que puede surgir un segundo turno y ya no tener la victoria garantizada", opinó José Alves Donizeth, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Brasilia.

Otros analistas opinan que esa eventual guerra judicial no prosperará porque cualquier proceso debe pasar a la Corte Suprema, que constitucionalmente es la que se pronuncia sobre casos contra el mandatario y en la que seis de sus 11 magistrados fueron nombrados por Lula.

Una semana después de que la Policía detuviera a dos miembros de su equipo de campaña, cuando intentaban negociar un dossier con falsas acusaciones de corrupción contra candidatos opositores, un sondeo de la empresa Datafolha muestra que la victoria de Lula está, al parecer, garantizada.

Analistas de la situación brasileña refieren que la mayor parte del electorado estima que "todos los políticos son corruptos".

Octavio Amorim Neto, profesor de Ciencias Políticas de la Fundación Getulio Vargas (FGV), señaló que la estabilidad de la economía, electores desinteresados por la política y el perfil carismático del actual jefe de Estado, frente a la débil alternativa de la oposición, pueden ser las causas de que las encuestas favorezcan la reelección, a pesar de los escándalos.

Según Amorim Neto, "el crecimiento de Brasil en los últimos tres años, a pesar de que es bajo, favoreció a las clases de menores ingresos y se produjo una mejoría del bienestar material de la población".

Un estudio realizado por la FGV arrojó que la pobreza afectaba al 28,2 por ciento de los brasileños en 2003 (cuando Lula llegó al poder) y bajó al 22,77, aunque todavía afecta a cerca de 43 millones de personas. Esta realidad puede llevar a muchos brasileños al razonamiento primario de que "más vale malo conocido, que bueno por conocer".

Una buena noticia

Otra encuesta sobre las elecciones presidenciales cuyo resultado fue difundido este miércoles por el Instituto Sensus, da a Lula una intención de voto del 51,1 por ciento, contra el 27,5 por ciento del socialdemócrata Geraldo Alckmin, su principal adversario y el único que podría llegar a impedir que renueve su mandato el mismo día 1.

La segunda vuelta a la que apuesta Alckmin parece lejana. Datafolha confirmó la tendencia que ya proyectaban dos sondeos conocidos en estos últimos días, y sostiene que Lula supera en nueve puntos porcentuales la suma de apoyo de los otros siete candidatos.

Sin embargo, Alckmin no da el brazo a torcer e insiste en que las elecciones se definirán el 29 de octubre, en segunda vuelta.

Lula, por su parte, se mostró más cauteloso ante cerca de 300 alcaldes que fueron a Brasilia para prestarle apoyo, y admitió la posibilidad de que se produzca una segunda vuelta. "Vamos a ganar, de eso no tengo dudas, pero falta por definir la fecha", dijo el mandatario.

No obstante, el pasado domingo, en Sao Paulo, aseguró que ganaría las elecciones en la primera vuelta y retó a sus opositores: "denuncien lo que quieran, que seré reelegido con las manos limpias".

"Nunca dije que vamos a ganar las elecciones en la primera vuelta por modestia, pero ahora quiero decir que vamos a ganar el próximo domingo", dijo en un mitin en la ciudad de Sorocaba, en el interior del estado de Sao Paulo.

Preguntado por Encuentro en la Red, Jair Rattner, periodista del diario O Estado de Sao Paulo, opinó: "Acerca del último escándalo existe una gran duda: ¿Lula sabía o no del asunto? Es verdad que en las elecciones anteriores él no utilizó esa forma de hacer campaña y que no necesitaba hacer eso en una situación en la que tenía garantizado más del 50 por ciento de las intenciones de voto".

"También es verdad que la primera medida del nuevo responsable para la coordinación de la campaña presidencial, Marco Aurelio García, fue acabar con el área de 'inteligencia' y dijo que hacían cosas poco inteligentes. Existe la posibilidad de que el presidente haya querido gobernar en un entorno más favorable, con más gobernadores a su favor. Pero también de que la iniciativa de la compra del dossier haya sido llevada a cabo por personas de su grupo, sin el conocimiento presidencial", agregó Rattner.

El periodista llamó la atención acerca de que estas actividades estuvieron a cargo de "figuras históricas del PT, no de arribistas", pero advirtió que estos métodos "revelan que algunos apuesten en un proyecto de continuidad a cualquier precio, en claro atropello de las reglas de la democracia".

Según Rattner, estas personas "alejaron al PT de su trayecto histórico, entregando su herencia política al nuevo partido P-Sol, que tiene como candidata a la senadora elegida por el PT, Heloísa Helena, que tiene cerca del 10 por ciento de las intenciones de voto".

Consultado por Encuentro en la Red, un especialista en asuntos suramericanos radicado en Paraguay comentó: "Con los recursos que tiene Brasil, Lula da Silva habría podido convertirse en el líder nato de los pueblos latinoamericanos. Pero ha preferido concentrarse en la política interna, en lugar de buscar el protagonismo en foros o visitas internacionales".

Quizás haya sido una buena opción para Brasil. Recientemente, en la primera página del diario El Nacional, de Caracas, la frase irónica del día fue: "Presidente Chávez, no trate de salvar al mundo, salve a Venezuela".

Puede ser que Lula da Silva, una vez garantizada su reelección, dedique un poco más de su tiempo y energías a neutralizar los nefastos efectos del populismo en Latinoamérica. Sería una buena noticia.

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