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Cuba en la prensa - Especial

Ponte, Montaner, Rivero, Eliseo Alberto… Algunos columnistas sobre la renuncia de Fidel Castro

Selección diaria de la prensa internacional.

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El nuevo contrato de Fidel Castro

"La letra pequeña del contrato que Fidel Castro acaba de imponer a sus compatriotas incluye la continuación de sus columnas en el diario Granma. A eso promete reducirse la panoplia de atributos con los que hasta ayer mismo contaba. 'Tal vez mi voz se escuche', nos avisa. Como si él no estuviese seguro del efecto que puedan causar sus consejos en adelante. Esas que él mismo denomina "Reflexiones del compañero Fidel" han servido de rémora a lo largo de toda su convalecencia".

"Controlando la producción de comunicados públicos como un maestro del folletín (…), ha atajado cualquier novedad molesta, ha gritado peligro a la más pequeña tentativa de cambio. Anciano y enfermo, procura devolver la historia a sus añorados encontronazos de la Guerra Fría. Y no abandona sus fueros de experto en asuntos internacionales. Tan de cerca sigue el proceso electoral estadounidense que podría creerse que toma parte en él. Administrador de sus postrimerías, desea controlar también el guión de sus funerales. Intenta mantener la cabeza fuera de su muerte, del mismo modo que la mantuvo fuera de la anestesia mientras lo intervenían quirúrgicamente luego de una caída…".

"…A partir de ahora, queda medir su influjo en la política cubana por el grado de atención que sus artículos alcancen. Ex presidente y militar licenciado, su gobernación va a concentrarse en el periodismo. Pero aún despojado de atributos, quizás no deje de parecerle imponente a su hermano menor. Pues ya no Presidente y ya no Comandante en Jefe, Fidel Castro personifica todavía la Revolución. Y, aunque reducido de títulos (pronto le crearán alguna rimbombancia sustitutiva), puede que no se le haga menos paralizante a Raúl Castro".

Antonio José Ponte, El País, España
20 de febrero de 2008

El huracán y la palma

"El desplazamiento, ahora oficial, de Fidel Castro del patrón de la televisión cubana y de la primera plana de todos los periódicos a la cama de un hospital no significa que él vaya a dejar de controlar la vida y la muerte de los hombres y mujeres de ese país. Se trata de un cambio de uniforme y de una permuta forzosa del puesto de mando. El documento, con su renuncia anticipada a todos los cargos que ocupaba desde 1976, sólo ha servido para darle un carácter definitivo al proceso iniciado en el verano de 2006…".

"…Los que conocen cómo se mueven los mecanismos del poder en la Isla, saben muy bien que allí, mientras Fidel Castro tenga un hilo de lucidez, nadie podrá tomar una decisión, ni firmar un decreto que no haya pasado ante la mirada del abogado oriental (…) La disposición, publicada ayer con ruidos de tambores y lejanos agudos de cornetas chinas, a no aceptar el regreso a la cumbre, puede parecer un gesto altruista y racional de Fidel Castro. Pero no, estamos frente a un mandato de la naturaleza, al demorado paso del tiempo y a la debilidad congénita de la carne".

"…Para los cubanos, entrenados en las lecturas de los sótanos de los panfletos oficialistas, el mensaje está claro. Todo sigue igual. Las estructuras de poder están intactas. No hay vocación de cambio desde la cúpula. La operación militar realizada el pasado fin de semana para sacar de Cuba a cuatro presos políticos es otra muestra clara (…) Estos hombres fueron deportados y así se lo hicieron saber los oficiales: Muy fácil, le vamos a dar la libertad extrapenal, pero tienen que viajar enseguida a Europa. ¿Lo toma o lo deja? (…) No se puede hablar de cambios y nuevos caminos con más de dos centenares de hombres encerrados (algunos muy enfermos y en peligro de muerte) por el delito de trabajar pacíficamente por democratizar su país y pedir que se respeten los derechos humanos".

"…Creo que muchos observadores y, cómo no, personas bien intencionadas y que quieren lo mejor para Cuba, seguirán la rima de esta «reflexión del compañero Fidel». «No me despido de ustedes. Deseo sólo combatir como un soldado de las ideas», dice Fidel Castro a sus compatriotas. Cada vez que leo esas líneas estoy seguro de que en alguna sabana de la Isla cae un rayo y parte en dos una palma real".

Raúl Rivero, El Mundo, España
20 de febrero de 2008

Fidel Castro: balance y pronóstico

"Fidel Castro ha decidido morirse como ex presidente. No puede más con sus enfermedades. Después de medio siglo vestido de verde oliva, disfrazado de guerrillero heroico, es muy difícil gobernar a un país en chándal, sentado en una mecedora y con un ano contra natura. Sabe que sufre un proceso de creciente desnutrición, consecuencia de sus graves afecciones intestinales, que lo irá secando poco a poco hasta matarlo. Por eso, finalmente, ha aceptado pasarle la batuta a su hermano Raúl".

"El balance de estos cincuenta años es pavoroso. No hay forma humana de que la historia lo absuelva (…) Como consecuencia del torpe gobierno de Fidel Castro, un hombre patológicamente caprichoso, unido al disparatado sistema comunista impuesto al país, responsable de la improductividad casi asombrosa de la Isla, los cinco elementos fundamentales que miden la calidad de vida de la sociedad se han agravado terriblemente: la alimentación, la vivienda, el vestido, el transporte, y las comunicaciones".

"…¿No ha ocurrido nada bueno en ese periodo? Sí: el país dispone de ochocientos mil profesionales, entre ellos 65.000 buenos médicos, para una población de once millones de habitantes. Pero ese dato, lejos de eximir de culpas a Fidel Castro, lo incrimina severamente. Sólo un gobernante minuciosamente incompetente puede mantener en la pobreza a una sociedad que cuenta con semejante capital humano. Más aún: son precisamente esos cubanos educados quienes con mayor dureza juzgan la labor del gobierno (…) Ellos no están seguros de haberse convertido en ingenieros o pediatras gracias a la revolución, pero sí de que por culpa de ella viven miserablemente y sin esperanzas".

"Creo que el general Raúl Castro comparte este diagnóstico y desea mejorar sustancialmente la vida de los cubanos. No porque sea mejor que Fidel, sino porque es totalmente diferente. Raúl no tiene, como Fidel, una visión ideológica de los problemas sociales, sino práctica (…) Raúl está más cerca del gerente que del apóstol, del administrador que del comisario. Desde 1959 dirige las Fuerzas Armadas, institución que, dentro del caos general que padece el país, funciona razonablemente bien. Raúl Castro, en efecto, va a emprender una cautelosa reforma económica. Hasta ahora, su hermano se la había bloqueado totalmente, pero es posible que, al renunciar a la presidencia, Fidel esté dispuesto a admitir esos cambios".

"…No hay prevista una reforma política en dirección de la democracia, pero sí la excarcelación progresiva de los presos de conciencia y una mayor tolerancia a la disidencia interna, acompañada de un clima más abierto dentro del partido comunista, con el objeto de que los camaradas puedan examinar mejor los infinitos problemas que aquejan al país sin sufrir persecución por ello. Es probable, también, que Raúl cancele los «actos de repudio» (…) y renuncie al clima de permanente confrontación internacional ensayado por su hermano desde el primer día de Gobierno. Sus dos grandes y secretos objetivos son hacer la paz con Estados Unidos y lograr que la economía de la Isla sea autosuficiente".

"¿Por qué? Raúl, que tiene 76 años, sabe que no le queda mucho tiempo para lograr revitalizar la economía y fortalecer la institucionalidad, destrozada por el peso de Fidel, para dotar al país de una manera legítima de transmitir la autoridad cuando él también falte de la escena (…) Raúl no ignora que colocar el destino de Cuba en manos de Chávez, como deseaba Fidel, más que una estupidez, sería una irresponsabilidad suicida. ¿Qué hará Fidel Castro desde hoy hasta que muera o esté totalmente incapacitado? Seguramente, respaldará a los llamados talibanes —el sector más estalinista—, y ejercerá de francotirador, saboteando las reformas con sus comentarios periodísticos…".

Carlos Alberto Montaner, ABC, España
20 de febrero de 2008

El entierro de Fidel

"Fidel Alejandro Castro Ruz acaba de anunciar su renuncia por motivos de mala salud. Lleva diecinueve meses de convalecencia postoperatoria. A la vida no hay Dios que la pare: a la muerte, tampoco. Publicó su decisión en un mensaje raro, confuso, que comienza haciendo un recuento de su larga estancia al frente de una Revolución ya anciana, para terminar con la esperanza de que aún su voz sea oída por alguien —más la inesperada promesa de ser “cuidadoso”, un supuesto rasgo de su personalidad que ha mantenido oculto durante sus ochenta y dos desatentos años de existencia".

"…Si un hombre lleva medio siglo con las riendas de un poder absoluto, es de suponer que algo tiene que cambiar cuando las suelte de las manos, aun cuando las entregue a un picador sólo cinco abriles menos viejo, su hermano Raúl, que ha cabalgado a su diestra (o siniestra) desde su nacimiento y que, a partir de la toma del poder, se ha hecho cargo de un ejército sobrado —aunque quién sabe si enteramente leal…".

"…Yo, que me he vuelto pesimista, no confío en ninguno mayor de cincuenta años: todos estamos dañados. Y ojo: no es la primera vez que Fidel Castro se retira. Lo hizo a un mes de cumplir treinta y tres años, cuando a la manera de Barrabás ofreció entregar el mando al entonces presidente Manuel Urrutia Lleó. Fue una trampa fríamente calculada. El pueblo le devolvió el cetro, tras apenas cinco segundos de girando sobre la tribuna. Lo volvió a brindar al término de la malograda zafra azucarera de 1970, ante otra multitud enardecida, y en ambos episodios consiguió lo que quería: que lo reafirmaran en la silla, tras una ovación sorda y ciega. Sus renuncias duraron menos que un merengue a la puerta de un colegio —sólo que ahora no hay golosinas ni alumnos…".

Eliseo Alberto, Milenio, México
21 de febrero de 2008

Soldado de las ideas

"…Hay toda una mitología acerca de los cerebros de los grandes revolucionarios, que ahora resurge con la desaparición del último de todos ellos. La carta de Fidel Castro, publicada por Granma, nos cuenta una historia minuciosamente elaborada no tanto de una renuncia súbita al poder como del lento desvanecimiento del cerebro del comandante entre las brumas de la historia".

"…Como Lenin, creó un Estado revolucionario. Como Mao, partió de una banda armada emboscada en las montañas. Como Stalin, destacó por la eliminación de sus adversarios más próximos y el acallamiento de toda disidencia. Ahora también puede seguir el síndrome dinástico de Kim Il Sung. Pero supera a todos en longevidad, incluido el coreano, que estuvo 46 años al mando. También en la originalidad de su partida: ellos murieron en la cama, en el clima de degradación e intrigas que acompañan a la muerte del déspota".

"Castro quiere que todo esté bajo control, su control; ejercer de comentarista y albacea de su propia sucesión y muerte; presidir el duelo de su propio entierro. Y visto que las fuerzas físicas ya no le sirven, se apresta a seguir comandando desde el mundo de las ideas. No se va. Se desvanece, ya sin galones, como un soldado más de esas ideas revolucionarias que su cerebro revolucionario seguirá insuflando…".

Lluís Bassets , El País, España
21 de febrero de 2008


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