Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Puerto Rico

Cuba y el supuesto caso colonial de Puerto Rico

El gobierno cubano distorsiona la realidad

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Una vez más, como parte de un circo que se repite cada año, el gobierno cubano presentó en la ONU un proyecto de resolución sobre el derecho inalienable de Puerto Rico a la libre autodeterminación e independencia”.

El hecho de que en cada referéndum que se realiza al respecto los votos de los puertorriqueños se dividan básicamente entre quienes desean convertirse con plenos derechos en el estado número 51 de Estados Unidos y quienes prefieren existir con estatus de “Estado Libre Asociado”, mientras que los que desean la independencia y separación de Estados Unidos constituyen una exigua minoría, no impide que la dictadura cubana repita cada año el espectáculo: al fin y al cabo, ¿qué le importa a los hermanos Castro la opinión del pueblo?

Sé muy bien que de inmediato saltarán algunos diciendo que “Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaro las dos alas,/ reciben flores y balas/sobre el mismo corazón…”, cosa que podría ser rigurosamente cierta, pero que no tiene nada que ver con el tema aquí tratado. Aclaro que no me molestan quienes piensen diferente, o incluso en contra, pero no me interesan los que, carentes de argumentos, repiten consignas huecas, cifras fuera de contexto o citas que no demuestran nada, para defender lo indefendible. De paso, como parece que a algunos comentaristas que defienden el castrismo a ultranza en estos foros les molesta que les llame idiotas, permítanme reiterar una vez más mi opinión sobre ellos: idiotas.

El supuesto argumento del régimen, expresado por el representante de la tiranía ante el Comité de Descolonización, lo resume el periódico Granma de esta manera: “Como nuevo elemento introducido en el documento destacó el pronunciamiento mayoritario de la población hecho el pasado 6 de noviembre en rechazo a la actual condición de subordinación política existente”.

¿Cuál es ese supuesto “pronunciamiento mayoritario de la población (…) en rechazo a la actual condición de subordinación política existente”?

Sencillamente, no existe. Es una maniobra “matemática” del régimen. En la primera pregunta del referéndum, “¿Está usted de acuerdo con mantener la condición política territorial actual (Estado Libre Asociado)?, un 54 % de los votos válidos respondió “NO”, y un 46 % respondió “SÍ”.

Sin embargo, esas respuestas a la primera pregunta no significaron en modo alguno un respaldo mayoritario de los votantes a la independencia de Puerto Rico, como quiere el régimen hacer creer a los cubanos, que no disponen de toda la información porque se les oculta.

Porque el referéndum constaba de dos preguntas. Y en la segunda se preguntaba a los puertorriqueños, independientemente de cómo hubieran contestado la primera, cuál opción preferían para su país. De los votos válidos, el 61,13 % fue para “Estado de EEUU”; el 33,32 % para “Estado Libre Asociado Soberano”; y el 5,54 % para “Independencia”.

Considerando los porcentajes con relación no a los votos válidos, sino al total de votos emitidos en esa segunda pregunta, por “Estado de EEUU” fue el 44,61 % de las preferencias; por “Estado Libre Asociado Soberano” el 24,32 %; por “Independencia”, el 4,04 %; hubo además un 26,04 % de votos en blanco y un 0,98 % de votos inválidos.

Con tales resultados es imposible hacer juegos malabares con los números. Podría pensarse que ni la dictadura cubana ni su representante en la ONU saben contar, pero está claro que saben: lo que sucede es que tratan de “interpretar” la información según sus intereses y desconociendo la voluntad de los boricuas. No resulta nada nuevo, pues así se acostumbra hacer con todas las noticias que se presentan a los cubanos en la Isla, que no cuentan con fuentes alternativas de información y deben consumir básicamente la distorsionada propaganda, disfrazada de información oficial, con que se les bombardea continuamente.

También mencionó el régimen a dos prisioneros “por luchar por la independencia de Puerto Rico”. Uno de esos “presos políticos”, como les llama Granma, fue sentenciado en 1981 a 70 años de cárcel por conspiración sediciosa, robo con fuerza, transporte interestatal de armas de fuego y municiones para ayudar a cometer delitos, y transporte interestatal de vehículos robados. El otro “preso político”, tras 25 años y 7 meses prófugo de la justicia, fue capturado y sentenciado por un robo a mano armada de siete millones de dólares de un vehículo de transporte de valores de Wells Fargo, y por poseer ilegalmente una ametralladora al momento de su arresto.

Para darle más fuerza al circo, Granma publicó al día siguiente de la “denuncia” en la ONU declaraciones del “delegado de la Misión de Puerto Rico en Cuba”, quien rimbombantemente dijo: “Que la ONU tome cartas en el asunto es de vital importancia para nuestras intenciones independentistas, pues la justificación de Estados Unidos para ignorar el asunto es que este es un tema interno”.

¿A quién representan esa “Misión de Puerto Rico en Cuba” y ese delegado? De seguro que ni al gobierno de Puerto Rico, ni a su pueblo, que se manifestó clara y nítidamente en el referéndum del 6 de noviembre del pasado año.

Todos podemos, y debemos, estar de acuerdo con el derecho de los puertorriqueños, y de todos los pueblos del mundo, a decidir por ellos mismos su estatus político y la forma de gobierno que consideren más adecuada. Pero decidir por ellos mismos de acuerdo a las normas de la convivencia internacional contemporánea, que es algo que solamente se ventila y se define en comicios libres y con diferentes opciones, donde los votantes participan sin presiones ni coacciones de ninguna parte, y donde se respeta el resultado de esos comicios.

Y eso es lo que han hecho desde hace muchos años los puertorriqueños en Puerto Rico.

La opinión o las intenciones de una dictadura que en 54 años no ha celebrado una sola elección libre y multipartidista en Cuba no podrán ser nunca el criterio para definir el futuro político de Puerto Rico.

Cuba y Puerto Rico serán de un pájaro las dos alas. Sin embargo, en el último medio siglo los referéndums y los mítines de repudio no se han recibido sobre el mismo corazón.


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