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Conway, EEUU, Trump

El matrimonio Conway: la política, la ley y la verdad

Hay un grupo de abogados conservadores que, si bien favorecen la política de la actual administración en cuanto a la disminución de regulaciones, están preocupados por el deterioro del Estado de Derecho en la sociedad estadounidense

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Los “hechos alternativos” llegan al matrimonio. Quizá sea la respuesta socorrida de la consejera presidencial Kellyanne Conway pero no de su esposo. Hasta ahora la contradicción no afecta a la pareja, aunque Eric Trump no está tan seguro de ello.

No fue así al inicio de la presidencia de Donald Trump. George Conway, un prominente abogado conservador y esposo de Kellyanne, pensó entonces integrar el nuevo gabinete, al frente de la División Civil del Departamento de Justicia. Algo pasó que le llevo a reconsiderar sus aspiraciones y retiró su nombre de la lista de candidatos. Trump incluso lo felicitó por ello.

Durante la boda del secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, el presidente elogió la decisión del abogado, ya que consideraba que esta obedecía —como le dijo— a la renuencia a aceptar un trabajo donde habría tenido que rendirle cuentas a un jefe tan “débil”.

Trump había asumido que Conway y él compartían igual desdén por el secretario de Justicia de entonces, Jeff Sessions. Se equivocaba, aunque en esa ocasión Conway no se lo hizo saber, como tampoco en la carta donde comunicaba su desinterés por pertenecer al gobierno, de junio de 2017: “Kellyanne y yo continuaremos apoyando al presidente y su administración, y espero hacerlo de la manera que pueda fuera del gobierno”.

Pero como ocurre a veces en la música, el dúo se rompió. No el matrimonio. Es la fidelidad a Trump, como parte de la unión, la que ha saltado en pedazos.

Conway se ha convertido en un crítico del presidente, y lo hace no solo mediante artículos de opinión, sino con el instrumento predilecto de este: con tuits incisivos.

El mejor de ellos es una respuesta a uno de Trump cuando elogió a su exconsejero, Roger J. Stone Jr., quien afirmó que “nunca declararía en su contra”.

Conway tuiteó escuetamente: “File under ‘18 U.S.C. §§ 1503, 1512”, en referencia al estatuto federal que trata de la obstrucción de la justicia y la manipulación de testigos.

Ello bastó para desatar la ira de Eric.

“De todo lo abominable en política, la falta de respeto que muestra George Conway hacia su esposa, su carrera, su lugar de trabajo y todo lo que ella ha luchado por lograr, puede superar a todos”, escribió Eric Trump.

Sin embargo, Conway no ha criticado a su esposa por su labor. Todo lo contrario.

“Nunca he dicho nada públicamente que critique a Kellyanne”, dijo Conway en un mensaje de Twitter. “Al contrario, la he elogiado constantemente, incluso por haber ganado virtualmente con una sola mano una elección para un candidato con fallas profundas que se dirigía a una aplastante derrota hasta que ella asumió su campaña”.

Aunque esta pequeña guerra de tuits, con visos familiares, carece de importancia ante un hecho más relevante.

Dos días después de la última reunión anual en Washington de la Sociedad Federalista, un nuevo grupo de abogados conservadores hizo su aparición pública: Checks and Balances. Conway es uno de los fundadores.

Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, los abogados de élite que forman parte de la Sociedad Federalista —una institución de ideología conservadora— han decidido no criticar públicamente al mandatario, a cambio de mantener su influencia en las nominaciones de jueces y así intervenir en la reformulación de esta rama federal.

Pero ahora ha surgido este grupo que, si bien favorece la política de la actual administración en cuanto a la disminución de regulaciones y de la influencia de las agencias gubernamentales, está preocupado por el deterioro del Estado de Derecho en la sociedad estadounidense.

Al declarar su misión, Checks and Balances, habla no solo del Estado de Derecho, sino también del “poder de la verdad, la independencia del sistema de justicia penal, el imperativo de los derechos individuales y la necesidad del discurso civil”, entre otros principios.

Todo lo contrario de los “hechos alternativos”. La verdad y la justicia son una sola.


Esta columna también aparece en el Nuevo Herald.


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