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Los ansiados dólares para perpetuarse en el poder

La razón fundamental de la actual estrategia de La Habana es tener acceso a los fondos que cuanta entidad, internacional o privada, tenga disponible

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Para poder hacer un análisis pragmático de la realidad ante cualquier evento, es imprescindible encontrar el beneficiario mayor e inmediato del mismo. Hacer historia ayuda porque, como dice el guajiro: “Siempre que pasa igual, sucede lo mismo”

La tiranía cubana consideró que su afianzamiento en el poder ―objetivo que aún persiste― se fortificaba al mantener aislados y separados a los cubanos, prohibió a familiares que hablaran, se escribieran o tuvieran cualquier tipo de comunicación y, por lo tanto, el intercambio de información vital entre seres queridos, “en familia”.

Eran los tiempos del inagotable subsidio soviético; cuando gritaban a los norteamericanos “yankee go home”, y allá les seguía la turba. Nada importaba. Ni el embargo, ni la expulsión de la OEA, ni la agresiva actitud de los gobiernos norteamericanos de entonces. Había rublos para botar. La euforia del poder enceguecía. Hablaban de crear uno, dos, tres muchos Vietnam, y casi lo logran con su secuela de muerte. No necesitaban entonces los ansiados dólares para perpetuarse en el poder.

Luego, al final de los setenta, cuando los rusos entendieron que el “hijo bobo” del Caribe y otros fracasados regímenes satélites de Europa Oriental los enrumbaban a la bancarrota, impusieron las directrices del CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica), y al régimen cubano no le quedó otra alternativa que recurrir a algo a lo que Cuba jamás había apelado en su historia republicana, ni en los peores tiempos de la crisis del treinta: la limosna de sus emigrados.

Los españoles se iban a Cuba para mandar dinero a su familia en España, y no al revés. Más de siete mil italianos esperaban visa en 1958 para emigrar a la isla con el mismo objetivo de sostener a sus familias en Europa. De hecho, la emigración de cubanos era mínima. No era por necesidad.

El primer diálogo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos fue para negociar la liberación de los prisioneros de Bahía de Cochinos, con el correspondiente colofón del intercambio de humanos por mercancía.

En 1978 produjeron el segundo diálogo, gracias al cual se deshicieron de tres mil y tantos presos, ex presos políticos y desafectos que no habían podido marcharse antes por la prohibición, aún vigente, de salir libremente del país.

Con este “gesto de apertura” trataron de convencer a los despreciables gusanos, esos familiares innombrables del exterior, de que se habían convertido en mariposas. Desde ahora, siempre y cuando pidieran permiso y vinieran calladitos, podrían regresar, de visita, por unos días, a ver a su familia y al país. Todo por los ansiados dólares para perpetuarse en el poder.

Estos mismos tipos que, desde la estampida del Mariel, vienen amenazando a sus vecinos norteamericanos con otro éxodo aún mayor, si no les ayudan a sacar las castañas del fuego, han conseguido, gracias a ello, lo que nadie en el mundo. Ni los bosnios, ni los herzegobinos, en plena matanza, pudieron contar con 20,000 visas de residente anuales.

Con esto, logran perpetuar la interminable generación de familias separadas, viajes, paquetes, remesas y, por supuesto, los ansiados dólares para perpetuarse en el poder.

Acontece que, al principio, se robaba sólo en la cúpula. Recuerdo cuando había que estar loco para ofrecerle a “Cara de Crimen” ―uno de los examinadores de la licencia de conducción de Cuba y Chacón en La Habana― un soborno para pasar el examen, so pena de ir preso en el acto. Eran otros tiempos. Ahora, la corrupción y el robo van de la cima a la sima.

Complica las cosas para el régimen que su último sostén, la Venezuela de Chávez, tambalee económicamente, a causa de la situación de la economía mundial y la nacional, unidas a la corrupción galopante que también se padece allí.

Es de conocimiento público que Venezuela hace meses que no cumple sus compromisos ni con Cuba, ni con unos cuantos países del Caribe a los que habría prometido “villas y castillas”.

Esta es la razón fundamental de la actual estrategia, así como de la consigna que rezumba desde La Habana: conseguir, a toda costa, que se levante el embargo para tener acceso a los tontos dineros blandos que cuanta entidad, internacional o privada previamente penetrada, tenga disponible para estos menesteres.

Pero lo inmediato, lo más factible, es el viaje de turistas norteamericanos en masa para que regresen los ansiados dólares para perpetuarse en el poder.

Ahora no se habla de los turistas norteamericanos, como en mi época, cuando se les describía como ignorantes borrachos, apestosos a quienes sólo les interesaba el alcohol, el juego y la prostitución. Por supuesto, estos males (según el régimen) fueron implantados en el país por los mismos norteamericanos para su disfrute exclusivo.

Le sugiero al lector, como ejercicio intelectual, que recuerde por un momento los cánones y maneras de conducirse de un norteamericano medio de los años cincuenta. Entonces, compárelos con los del norteamericano medio actual respecto a valores morales, éticos, uso y abuso de drogas y otros alucinantes, alcohol y pornografía, adulta e infantil. Estos son los que el gobierno de Cuba desesperadamente anhela que nos invadan con los ansiados dólares para perpetuarse en el poder.

Hay algo que he notado en que coinciden el gobierno cubano, sus voceros locales, algún que otro tonto, ―o no tan tonto― útil de por acá, y alguna gente de buena fe, pero ingenua, en que estos nuevos turistas anteriormente descritos, cuando visiten la isla no van a hacer nada en absoluto por un cambio del régimen ni van a estar muy preocupados por el respeto a los derechos humanos de los cubanos, ni harán un gran aporte a la transición hacia un Estado de Derecho. Por supuesto, no se solidarizarán con los jóvenes que encuentren en su camino víctimas de la falta de libertad. Lamentablemente, en muchos casos el contacto estará limitado a su uso y abuso, tal cual hacen la mayoría de los turistas extranjeros actuales en la Isla.

Imagínese el lector la impunidad que tendrán estos turistas por el solo hecho de ser norteamericanos. ¿Recuerdan la impunidad de los rusos en su época colonial? Agréguese a eso el actual poder del “baro” frente a los policías cubanos de salario mínimo y a la venta.

Los grandes beneficiarios, realmente, son, por una parte, la alta nomenclatura cubana, administradora de los bienes nacionales, por la otra, los que desde aquí, cubanoamericanos o norteamericanos puedan lucrar con las necesidades que el negocio genere. Lo demás es cuento de camino.

¿Por qué ninguno de los que los que respaldan semejante cuento no abogan por el derecho de los ciudadanos cubanos de entrar y salir libremente del país? Ni siquiera mencionan si estarán incluidos en este acuerdo los ciudadanos norteamericanos nacidos en Cuba ¿Serán tratados estos como norteamericanos, o como cubanos? ¿Serán tratados como cubanos o norteamericanos “de segunda”?

Al gobierno de Cuba no le interesa en absoluto resolver el conflicto real entre el régimen de facto y el pueblo oprimido, por eso, el índice de suicidios, la emigración incontrolable y la ausencia de esperanza priman.

En definitiva, el mensaje está escrito en la pared: el objetivo del régimen es simple, conseguir los ansiados dólares para perpetuarse en el poder. Lo demás, es cuento.



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