Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Cuba, Congreso, Partido

La población no tiene información

Mil militantes del PCC verán video: los mecanismos perversos de una “democracia secreta”

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Granma anuncia en su edición del 1ro de marzo, la información que tendrán los mil delegados al próximo congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC).

El PCC tiene alrededor de 700.000 militantes, de ellos solo mil, se enterarán de los documentos que se presentarán en el congreso. La población y el resto de los militantes del partido no serán informados. El procedimiento será reuniones por cada provincia, en donde estarán los funcionarios nacionales y provinciales “escoltando” a los delegados. Las reuniones serán secretas como es habitual, y no se precisa si los funcionarios municipales estarán presentes en las reuniones territoriales con los delegados.

Los pocos comentaristas en el foro del Granma, piden explícitamente que esos documentos sean del conocimiento de toda la población y de todos los militantes del partido antes de ser presentados en el congreso. Pero como es habitual, en el sistema político cubano el Buró Político, copia fiel del PCUS, se esconde literalmente de la opinión pública y los ciudadanos sólo tienen “derecho” a obedecer.

El pedido de hacer las sesiones parlamentarias y partidarias públicas —ya que existe un único partido que se erige en el que “dirige” a toda la nación—, es una demanda popular amplia y explícita desde 2007, cuando el general/presidente Raúl Castro pidió conocer las inquietudes de la población. El solo hecho de que el general pida a la población que se pronuncie evidencia la ausencia de canales democráticos en el sistema político cubano.

Casi diez años después del gobierno del general, el Buró Político mantiene el “secretismo” de las reuniones del Comité Central, del Parlamento y del Consejo de Estado y de Ministros. Sobre algunas de estas reuniones la ciudadanía se entera que existieron, aunque no hayan tenido acceso al contenido real de lo que se discutió. De hecho, no existe una sola reunión partidaria o estatal en todos los niveles nacional, provincial y municipal que sea pública. El sistema está diseñado desde el nivel central hasta el municipal para que los ciudadanos estemos incomunicados entre sí, desinformados e indefensos frente a las políticas fallidas de la cúpula del estado-partido.

Para el caso que nos ocupa, Granma mencionó el 15 de enero de este año una reunión del Comité Central secreta —que no se dice cuándo ocurrió—, en la cual ya se aprobaron los documentos del Congreso del PCC y se propusieron 600 recomendaciones que nadie sabe en qué consisten. Otro secreto.

En la noticia del 1ero de Marzo se dice que hubo un “plenario nacional de las Comisiones” ad hoc y secretas, encargadas de elaborar los documentos del congreso, pero nadie sabe dónde fue, cuándo se realizó, quienes asistieron y qué se hizo en esa reunión. El sistema político cubano es definitivamente opaco y secreto. Por eso la enajenación política del promedio de la ciudadanía es mucho más significativa que en el resto de los países del mundo —compitiendo siempre con Corea del Norte.

La ciudadanía opta por huir masivamente del país porque se enfrenta a un sistema político secreto e inasible que define sus vidas y frente al cual ni puede incidir ni puede cambiar nada y tampoco manifestarse pacífica y públicamente porque es sistemáticamente reprimido. Diez años han pasado desde que Raúl Castro fue designado “a dedo” para sustituir a Fidel Castro y la vida cotidiana de los ciudadanos sigue en caída libre.

No hay posibilidad de proponer una agenda alternativa a los documentos redactados por personas desconocidas, que se han demorado cinco años para presentar sus resultados, en absoluto secreto.

En su escueta y mal redactada información, Granma dice que los delegados verán videos en los cuales las comisiones ad hoc, —nadie sabe cuántas y quiénes son—, les informarán a los delegados los documentos que han elaborado en los últimos cinco años. Así, los gestores de los documentos ni siquiera estarán presentes. Espero que los delegados puedan contar con los materiales impresos porque de lo contrario estas reuniones de “orientación” serán —incluso para los disciplinados delegados— una burla más. Luego, los delegados se dividirán en comisiones, siempre “escoltados” por los funcionarios estatales y partidarios de la provincia y ¿del municipio? para esclarecer cualquier duda y recoger las recomendaciones de los delegados sobre los documentos.

Como es habitual en Cuba, los delegados al congreso podrán agregar un párrafo, cambiar una palabra, mejorar en algo la redacción siempre infernal de la “neolengua” de los documentos partidarios cubanos, pero nada más. La agenda de discusión ya está decidida y acotada a los documentos que leerán, y por eso los funcionarios estatales y partidarios estarán dirigiendo las reuniones para impedir que nadie se salga del guión.

La población no se enterará de los documentos ni de la evaluación que harán los delegados porque serán reuniones cerradas y filtradas por la prensa y la televisión del

partido, medios que se caracterizan sistemáticamente por desinformar e irrespetar a la ciudadanía.

Así, existirán videos secretos, reuniones a puertas cerradas, agendas decididas de antemano en “la neolengua” y solo mil militantes bien disciplinados, tendrán acceso a esa información. Hablar de debate o consulta es un eufemismo, pero la prensa oficial como los ministros cubanos abusan del castellano porque nadie puede corregirles la plana dentro del país.

La “democracia secreta” del PCC es lo primero que hay que eliminar. El General Raúl Castro lo ha dicho, pero parece que él mismo no acepta su propuesta. Si los Documentos del Congreso del PCC se publican, esto se hará una vez que hayan sido aprobados el próximo abril. Para esa fecha ya nada podrá hacerse hasta dentro de cinco años en el que comenzará de nuevo el proceso manipulador y perverso de “la democracia secreta”. Es un sistema sin salida y que ha probado en 58 años que no tiene capacidad de autorregularse. Se mantiene sólo por la triple estrategia de esconderse literal y sistemáticamente de la opinión pública, para ser inasible, corromper a los funcionarios con prebendas de acuerdo al cargo público, y practicar sistemáticamente la represión contra todo tipo de disenso.


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