• Registrarse
  • Iniciar sesión

Collazo: De la desconfianza al consenso

34 Comentarios Enviar Print

un artículo de Enrique Collazo

Cuba es hoy un país completamente demolido pues, más allá de su indigente infraestructura material, hace tiempo que el basamento moral y ético de la sociedad fue barrido por completo, ahogado por la coacción política del régimen, que exige apoyo y complicidad incondicionales. Tales circunstancias generan comportamientos de simulación, de desconfianza, en una palabra, de incivismo, consecuencia de la sistemática vigilancia y sospecha a la cual cada persona es sometida por otra persona, todo ello alentado por el Poder.

De tal modo se comprende que la población no se atreva a organizarse para un fin común, y esto sin duda representa un formidable obstáculo en el camino hacia una transición, pues retarda la conformación de una masa crítica de individuos que comprendan, lideren y hagan suya la difícil y delicada agenda de los cambios democráticos.

Toda esta situación ha sido concebida y diseñada por el Poder con el fin de imponer su dogma al resto de la sociedad, de minar la confianza ciudadana de los unos en los otros desactivando así el mecanismo que permitiría la convergencia de éstos en una determinada acción colectiva en pos de un cambio en la Isla, e incluso contra toda manifestación personal que fomente peligrosamente la libertades económicas, civiles y políticas.

Particularmente, contra toda manifestación personal que fomente el civismo, la confianza, la fraternidad y la solidaridad entre cubanos, sobre todo entre cubanos del exilio y del “insilio”.

Cuando el Poder se muestra intransigente con los presos políticos y desacredita, desprestigia, reprime, encarcela y tortura sistemáticamente a una masa crítica de ciudadanos que de un modo u otro disienten y se atreven a desafiarlo desde dentro del sistema, acusándolos de traidores, de agentes financiados por el imperialismo y una serie de infamias por el estilo, busca con ello aumentar el temor social, el temor a la vuelta de los cubanos de Miami, el temor a discrepar; persigue con ello acrecentar la desconfianza entre cubanos, la desmoralización; persigue dividir, introducir el escepticismo, la duda; persigue, en una palabra, paralizar, condenar al silencio y la postración al ciudadano crítico con el estado de cosas prevaleciente, consagrando así una situación de inercia, de fatiga colectiva que en definitiva le hace ganar un tiempo precioso y eleva extraordinariamente los costes de una transición.

Dentro de este proceso de maduración de premisas subjetivas para el derribo de la dictadura y la recuperación de las libertades y la convivencia política, la juventud desempeña un papel muy importante, ya que tal proceso supone una ruptura generacional y los jóvenes son la fuerza menos contaminada con la podredumbre moral del régimen, de lo cual ya se observan ejemplos palmarios.

La preservación del consenso en una sociedad con fuerte tradición de corrupción, intransigencia, desconfianza ciudadana, deterioro moral y violencia política, a la vez que carente de referentes democráticos eficaces y duraderos históricamente, resultará una necesidad imperiosa, mucho más allá de su plasmación en un momento específico que exija dar un salto de gigante.

Asimismo, resulta muy importante la necesidad de concebir y elaborar una constitución orientada no sólo a darle solución a los problemas más inmediatos y candentes heredados del antiguo régimen, sino además a desplegar un serio esfuerzo para establecer en Cuba, de una vez y por todas, el imperio de la ley, basado en una carta magna que sea capaz de reflejar y refrendar legalmente las aspiraciones individuales y colectivas de la nación con altura de miras y objetivos viables que aseguren las libertades propias de un pleno Estado de derecho.

Pienso que sólo así la definitiva conquista de la libertad en Cuba no se reducirá de nuevo a un día de fraternidad, jolgorio y fiesta nacional, como hace cincuenta años, frustrada pronto por la egolatría y el ansia de poder de un tirano, sino que se basará en un duradero y fructífero ejercicio del derecho y de la democracia.



Sito: Superman superrevolucionario

33 Comentarios Enviar Print

 

un artículo de Joseluis Sito

Entrar a Cuba con un barco a escondidas, subir a las montañas y reclutar a campesinos analfabetos para obligarlos a volverse soldados a las órdenes de comandantes y empezar a pegar tiros a diestra y siniestra, a esto se le llama revolución.

Una Revolución es todo lo contrario de esta guerra civil cubana. Tampoco es una revolución aquello que consiste en cambiar el poder de manos con un golpe de Estado y decretar el país por la fuerza socialista-marxista-leninista.

La revolución cubana es una invención castrista, un mito forjado para esconder la verdadera naturaleza del régimen y sus orígenes. La Historia y los historiadores se encargarán de hacer su trabajo científico y serio cuando llegue la hora. Y está llegando.

La revolución francesa, inglesa, americana y la rusa sí pueden ser consideradas auténticas revoluciones ya que se trató en estos casos de movimientos del pueblo, movilizaciones del pueblo clamando contra un estado y un orden de cosas. La supuesta revolución cubana fue un hecho de militares contra militares, de un grupo de arribistas y ambiciosos deseosos de acaparar todo el poder como en cualquier vulgar dictadura. La dictadura de un Trujillo y de un Castro sólo difiere del color según se vea. Son idénticas estrictamente en su fondo negro.

Pero, claro, decirle a un cubano, aun si es anticastrista, que la revolución es un mito falso y que nunca existió, esto conmueve su orgullo nacional, sus intestinos nacionales hasta lo más profundo. Esta supuesta revolución cubana sirve también para alimentar en toda Latinoamérica mitos comparables a los mitos ancestrales de las antiguas civilizaciones indígenas. El mito del buen salvaje convive hoy en día con el mito de la buena revolución cubana salvadora y redentora. Los Lula, Bachelet, Kirchner y demás políticos izquierdistas sin escrúpulos, necesitan este mito cubano para hacer tragar al público la pobreza de sus ideas políticas y el arcaísmo de sus concepciones.

Hay un artículo de Norman Mailer escrito para la revista Esquire, en 1960, y que se titula “Superman llega al supermercado” (Superman comes to supermarket). En el mismo sentido habría que decir: los superrevolucionarios llegan al supermercado de la superrevolución. Lo cómico del asunto es esta invención superrevolucionaria con su Superman barbudo superrevolucionario. Recomiendo a nuestros amigos del Guamá que nos hagan la imagen de este personaje comic. De este cero a la izquierda.

Hay que ver al Superman barbudo superrevolucionario hablando de las ollas arroceras chinas durante horas. Y de este cero a la izquierda todavía los hay pensando que si se mantuvo en el poder fue por sus dotes excepcionales. Sólo basta recordar estas palabras que el superrevolucionario barbudo pronunció en un discurso del 6 de enero de 1959: “hay una cosa que sé que voy a hacer bien y es la reorganización de todos los institutos armados de la República. Estoy seguro de que no fracasaré en eso, porque ya tengo experiencia sobre eso, porque he adquirido la psicología de los hombres que tienen las armas en la mano, y qué técnica y qué procedimientos hay que seguir con ellos.”

Esto fue lo que le mantuvo en el poder durante 50 años, como a otros dictadores: la fuerza, el terror, la intimidación, las amenazas, los crímenes, los encarcelamientos.

Este cero a la izquierda no supo ni darle de comer a la población, todavía hoy en día con una libreta de racionamiento y viviendo bajo los sistemas de control, vigilancia y terror más eficaces del mundo, con su Villa Marista, su policía "revolucionaria" y sus FAR. En esto no fracasó el Superman barbudo superrevolucionario de la superrevolución cubana.



Los perros de la Sierra

22 Comentarios Enviar Print

Los talibanes -como les llaman popularmente los cubanos por su extremo conservadurismo– han ido cayendo uno a uno en los últimos meses, a la par que el raulismo afincaba posiciones y/o engrasaba su aparato transicional. Acaba de “colgar el sable” el más internacionalista de ellos, el inefable canciller Felipe Pérez Roque, escoltado por el vicepresidente del Consejo de Ministros, Otto Rivero. Antes habían caído Carlos Valenciaga y Hassan Pérez.

A todos ellos los marcaba un denominador común: habían sido promovidos por el propio Fidel Castro –otro de los caídos, Carlos Lage, que no pertenece al grupo talibán, también fue promovido por el hermano mayor- y, consecuentemente, se caracterizaban por reproducir el talante hosco y el pensamiento vacuo del “máximo líder”. Los caracterizaban, además, unas maneras gansteriles por las que la banda de Raúl Castro, la vieja mafia de la Sierra Maestra, debía sentir algún desprecio, o al menos cierta desconfianza. Ya se sabe que, más que nada, son los polos opuestos los que se atraen.

De manera que una primera explicación a este desmoronamiento talibán podría radicar ahí, en la naturaleza parasitaria y mafiosa del ala juvenil del conservadurismo castrista. Tal vez demasiados adjetivos para describir algo tan poco relevante. Lo cierto es que si ya existía una mafia organizada y probada en mil batallas (los Raúl Castro, Ramiro Valdés, José Ramón Machado, etcétera), y si además los talibanes respondían directamente a un líder que ya no es, lo más natural es que abandonaran el escenario. A la vieja mafia no le interesan demasiado los destinos de la nueva mafia –sobre todo cuando ha sido promovida por un mafioso ya al borde de la muerte-, sino su propia permanencia en el poder y la continuidad de un proyecto contrarrevolucionario que involucra a sus familiares e intereses a largo plazo.

Una segunda explicación a este súbito descalabro talibán es de carácter simbólico, y podría apuntalar, a su vez, la continuidad del proyecto contrarrevolucionario indicado arriba. Indirectamente, el ascenso al parnaso mediático de Barack Obama, su electrizante populismo, la relevancia histórica de su toma de posesión, más los múltiples retos que todo ello impone a un régimen que, como el castrista, vive de la representación y respira por la boca del nacionalismo antiamericano, podrían haber puesto a pensar a la vieja guardia. Era preciso “mover ficha” ante la conmoción obamista, y el raulismo finalmente ha pisado el acelerador de su particular tránsito hacia el cambio cosmético.

En el ámbito internacional, la caída de los talibanes podría inducir la sensación de que algo se mueve en Cuba. Se atisban, en el horizonte, los cambios por tanto tiempo esperados –pensarán los más ingenuos-, pero sólo se trata de perseguir, y ya sabemos que será una persecución infructuosa, una eficiencia económica a la que los Hassan Pérez y Pérez Roque no sabían hincarle el diente. Lo mismo con lo mismo pero retocado, con los viejos perros ladrándole a la luna. Los perros de la Sierra.

Cortesía de Libertad Digital



Chago: Cuba, Añel, La Bloguera, los Consejeros y el Macho Rico

39 Comentarios Enviar Print

un artículo de Santiago Méndez Alpízar (Chago)

Todo comenzó con el inevitable embullo, la cabezonería que conservo y me ha preservado, sin dudas, durante toda mi escasa vida. Eso y la evidente necesidad de escribir y compartir lo publicado. La enorme carestía de salir de algunos textos; sin hablar de la escasa participación que hay en algunas zonas de la gran literatura en el Blogroll Cubiche, y que yo crea tan importante, no obstante.

Así concebí mi blog, que lo sigue siendo, aunque por él pasaran, para honra mía, más colaboradores que por ningún otro blog de cubano, y se convirtiera en espacio donde encontrar a determinados escritores. Donde leer buena literatura, salvando la que escribo, por supuesto. La bitácora de un escritor deseoso de tropezar con otros, compartir con los que llegan la milagrosa gestión, el resultado de una severa tozudez, en mi caso. Todo lo dicho, más el puente, sí, el que se extiende hasta la isla y es, de alguna condición, transitado por los que allá están, aunque sea de refilón, sigilosos…Que supieran que tenían un/otro espacio donde contar sus divergencias con relación a nosotros. Que existiera mi blog para que existiera diálogo, que es palabra maldita por estos días, con los que en Cuba viven y con el que quisiera.

No ha existido en mí la menor de las intenciones de ser un blogger, ni me importan las nuevas tecnologías más que para ciertas comodidades que a estas alturas costaría apartar, y que tan necesario sería apartar, sin embargo. Efory Atocha, mi blog, era y sigue siendo un reflejo de la escasez, un modesto pero certero, acaso, toque de atención a los editores profesionales, o los que ganan dinero por ello, por editar. Por seguir haciendo la vista gorda con relación a determinados autores. Con meses de una frecuencia de más de veinte escritores diferentes, y de distintos sitios y países. Todos con escritos entregados exclusivamente para la Weblog. Y aunque también sea cierto que hubo otros meses en que la publicación era de menor asiduidad, nunca ha dejado de ser.

Podría detenerme en muchos nombres que están dentro del sano humo que despide Efory Atocha, que para que salgan de dudas unos, y entren en razones otros, deriva su nombre de Efori, que es Plante en alguna lengua para hombres, y que por supuesto coquetea con Enfori, que es macoña hasta en la Isla de Pinos. Entre plantao y risueño surgió mi blog, que ya cumplió más de dos años, y los que le quedan.

Plantao contra los camajanes que proliferan en el exilio, contra los que saben manejar el show business del dolor ajeno, en el que sin poder evitarlo, te incluyen, sí, a ti también, y a mí por supuesto. Contra los muros que únicamente a golpe de poesía y evidencias se derriban; a golpe de poema romper el puto cielo si se tercia. Contra los chismosos y los ególatras del ciberespacio cubensi.

Y con la ayuda de algunos y otra vez, con mi tozudez, he ido remendando y encontrando soluciones a los muchos problemas superados. Desde gestionar un post, hasta decisivas intervenciones luego de soberbios ataques a la Weblog, por desgracia repetidos.

Pero todo ya sabemos que rueda, y en cada giro suma. ¿Cómo dejar que circulara la foto de un disidente, con los ojos morados, hinchados de una golpiza, y no poner mi pequeño S, O. S? ¿Cómo no sumarme a todas y cada una de las solicitudes, vinieran de donde fuera, sobre el más mínimo atropello sufrido por un cubano en la isla, o fuera de ella? No quiero saber cuántas cartas he firmado, cuántos textos he escrito, pero soy de pronto un, casi, activista social. Mi amigo SM me decía por teléfono en una charla trasatlántica; yo soy un gran firmador de cartas. Bueno, pues yo estoy al serlo. Y quede claro, con gusto dediqué días para estos asuntos. Y con gusto envié a mis 500 del correo la noticia y el link siempre que sucedió.

¡He llegado al extremo de tener hasta otra bandera!

Con gusto y humildad he puesto mi nombre y mi pequeña voz para reclamar por la seguridad, libertad de movimiento y de expresión de los integrantes de Porno para Ricardo, Las Damas de Blanco, Oscar Elías Biscet… y en repetidas veces por la de Yoani Sánchez, y aunque en alguna ocasión se creara más algarabía que otra cosa, entendí que bastaban mis años de ausencia de Cuba, como para que no comprendiera del todo lo que se me contaba, se vivía, y cómo se vivía. Comprendí que el respeto por personas que tienen el valor de expresar sus opiniones abiertamente desde Cuba, obtenía, más que cualquiera de mis reservas, un grado plus de confianza, un coto aparte y preferencial. Y desde el principio coloqué un enlace permanente hasta su blog, para que así todo aquél que pasara y quisiera llegara hasta ella. Para que siempre exista la posibilidad de saber de sus escritos.

Muchas otras veces dejé en páginas donde republican sus post mis comentarios en favor de la integridad moral y valentía de Yoani Sánchez, sobre todo cuando la jauría desconfiada y paranoica que abunda por aquí se le tiraba a la yugular. Cuando tenía más desconfiados que lectores.

Algo que cambió desde que se profesionalizó, para decirlo de cierta manera, y desaparecieron los link. En mi caso personal he de añadir que casi nunca estuvo bien puesto. Salvo cuando estaba en el portal del Diario Encuentro. Y no deja de ser curioso, pues en mi opinión, no muy lejos hubiera llegado el nombre de la bloguera sin el resorte generoso de los blogs y medios del exilio. No muy lejos fueran sus lamentos y quejas, sus objetivas notas sobre la vida en Cuba. Pero intuyo que además de su egoísmo, que ya sabemos es legítimo, cada cual pone o no link desde su blog, hay otras personas con menos deseos de tener sombras. Y creo que sería de mucho bien saber, por ejemplo, quiénes son esos y qué patrocinan. ¿O generosamente le mantienen actualizado el site? Esos que desde esta otra orilla generan el egocentrismo y aconsejan una bitácora exclusiva, como de otra parte. Esos que no les mandan avisos de convocatorias que sin duda les atañen.

Sería muy bueno igualmente que Reinaldo Escobar no encontrara peros tan trasnochados para dejar el reclamo de muchos en la cuneta. Como si en verdad tuviéramos la obligación de hacerle llegar un recado personal, según se explicaba, y como si Internet, por fin, hubiera dejado de ser para ellos definitivamente. Los machacones avisos y la insistencia de alguno de los entusiastas coordinadores de la última convocatoria, si cabe decirlo así, fue no solamente abundante, también constante durante varios días, era casi imposible dejar de saber de la movida de la movilización, algo que ya tenía superado, aunque jamás fuera a ninguna.

Las tres reivindicaciones son importantes, cada una de ellas; importantes y urgentes, pues son aspectos con los que se identifican y por los que luchan millones de personas en el mundo. Por los que sufren otros tantos de millones más, y donde no deja de estar presente Cuba, que es a quien se le hacía llegar el reclamo, al gobierno de Cuba. De ahí que finalmente me sumara, pues no siempre estuve dispuesto. Pero es más importante hacer saber este insignificante reclamo, y así lo comprendí, a mostrar reticencias por el origen, el pedigrí de su procedencia. Siendo además Armando Añel conocido mío de mis años de librero en la Plaza de Armas, me consta que es una buena persona, y no un oportunista, como he leído que le llamaban. Y aunque frecuentemente mis ideas entren en conflicto con las de él, si bien no me gusta en lo absoluto mantener a una panda de anónimos escribiendo lo que se les ocurre, respeto y comprendo que es otra manera de asumir este fenómeno de la blogosfera. Es la diversidad de la que se habla y a la que se apela tan frecuentemente. O, ¿había que ser ex de alguna Vocacional, de la UPEC, la UNEAC, o haber estudiado en las ex Repúblicas Socialistas, para poder aspirar a lanzar una convocatoria?

¿Pensará el periodista Reinaldo Escobar que fuera de nosotros, los cuatro que somos, cientos de lectores de todas las latitudes lo leen? ¿Pensará lo mismo su señora la bloguera? Equívoco doloroso de ser cierto. Si en la isla la verdad puede tener matices, por aquí sobran medios de corroborar lo contrario. Y que conste que por esfuerzos no ha sido.

No hace mucho yo mismo les envié a ambos, Yoani, Reinaldo, dos preguntas de las que participaron variados intelectuales y que fueron publicadas en contraposición a otras muchas respuestas. A día de hoy no merezco ninguna contestación. El silencio fue y ha sido la respuesta.

Mejor no jugar al exclusivismo ni al ninguneo, esto no traería nada deseado, ni hay para tanto. Mejor que si en el exilio se está atento y dispuesto a participar del dolor ajeno, no se reciban a cambio poses de sabroseo, de macho rico caribeño. Mejor que los camajanes que actualizan y aconsejan a los que desde Cuba bloguean no sigan enturbiando el variopinto e insignificante ciberespacio cubiche.

Todos guardamos una idea especial de país, y hay sobrados visionarios oportunistas que se agarran de la variedad para intoxicar, para inocular el germen de la ruptura en nombre de la diferencia. Todos en alguna medida necesitaremos una mano que nos auxilie cuando llegue el momento, aunque unos con más frecuencia que los demás. Estos por humildad, o simplemente por gratitud, debían ser los primeros en estar presentes cuando se les llama.



Castrochavismo y cascarita

Enviar Print

Parecía imposible. Nadie lo hubiera imaginado. ¿Superar la insuperable propensión a hacer el ridículo del comandante Hugo Chávez? ¿Podía surgir un fenómeno más hilarante, caótico, grotesco, autodestructivo que el castrochavismo bolivariano? Delante tenemos, nada más y nada menos, que al zelayismo de sombrero alón. Increíble, pero cierto. Chávez se ha quedado en pañales ante la Tremenda Corte montada, a golpe de celular, cámaras y caravanas, por el ex presidente hondureño.

En los anales de la política latinoamericana, Zelaya quedará como un símbolo, tragicómico, del castrochavismo bananero. Pero hablamos de un castrochavismo bananero peculiar. A diferencia del andino –la huelga de hambre de Evo Morales es la clásica excepción de la regla-, o del caribeño, éste potencia la parodia, rebasando la limitación verbal en la inercia del acontecimiento. Mel, sencillamente, ejecuta sobre el terreno las acrobacias con las que juega la imaginación de Chávez. Las proyecta visualmente, en el paroxismo de su sinsentido del ridículo. Aquí, en este último tramo argumental, agota sus posibilidades el Socialismo del Siglo XXI. En la representación. Pero en la representación paródica. El zelayismo –si puede llamársele así- parodia al Socialismo del Siglo XXI, que a su vez es pura parodia.

Lo portentoso, sin embargo, es que la mayoría de sus principales actores –los del Socialismo del Siglo XXI- no se reconocen en la parodia, sino en la tragedia. Aunque resulte paradójico, la parodia castrochavista, en la que Zelaya es el Guevara del aeropuerto Tocontín, se representa a sí misma trágicamente, tiene un sentido trágico de su condición. Se enerva ligeramente ante la causa. Es capaz de pegar un saltito sobre la raya de la frontera. Cantinflas napoleónico. La cruz y la cáscara de plátano.

¿Desea dejar un comentario sobre este artículo? Pinche aquí.



Buscar en este blog

Sobre este blog

El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

Sindicación

Agregador para sindicación en XML

Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
letrademolde@gmail.com

 

Archivo

Calendario

domlunmarmiéjueviesáb
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930