Actualizado: 06/05/2024 0:13
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La Columna de Ramón

Carta a Conrado Massaguer

La vida sería incompleta sin el sentido del humor, que es, entre los cinco sentidos, como el sexto, y allí lo mandan muy a menudo los mandatarios.

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Pensar que usted se dio a conocer en las páginas del periódico La Discusión, a los diecinueve años, me deprime un poco, porque en la actualidad esa necesaria faceta del ser humano desapareció sin discutirse. En la Isla no quedó discusión posible a no ser de pelota, como para que el cubano no se vuele y le suba la presión. Con humoristas tan grandes y finos como usted, toda la posterioridad —que así le llaman a los desastres que vienen después de otro desastre— es una comedia.

No imagina cómo nos reímos cada día, y hemos aprendido —¿o es tradición?— a sacarle lascas a cualquier cosa. Son las únicas lascas de algo que podemos sacar. Gracias a Dios los científicos ligeramente socialistas han descubierto que la risa alimenta, así que reímos a mandíbula combatiente para que le caiga algo grasoso a la paila.

Su obra más conocida, la que fue reproducida en todos los periódicos de la época, se titulaba "El doblenueve", durante la Segunda Guerra Mundial. Déjeme decirle que como está el mundo ahora mismo —le mencioné al orador de cara mofletuda y camisa pinzó, pero no le he contado de Pow Wow el gasificador andino— no hubiera sido posible su dibujito con tantos mandatarios alrededor de una mesa con fichas. Y menos en su ciudad natal. Y qué digo su ciudad natal, en la Isla también sería un delirio pues allí el juego se trancó, se cerró con fichas por iniciativa del Gran Cómico Mayor, que es un bota gorda impresionante.

El descubrió —¿Qué las minas del Rey Salomón están en el cielo?— que la palabra ardorosa y el empuja empuja manifestante es el verdadero ocio de los pueblos. Y si a ese ocio le pone pulóveres coloraos o con rostros de sanacos, y de ñapa coloca estratégicamente varias pipas de rubia cerveza, el éxito de la tabarra está garantizado. No hay revolucionario que se resista al láguer.

Nada de eso sucedía en su época esplendorosa. Es cierto que entonces los políticos eran unos ñames con corbata, y hasta mangoneaban y arreglaban elecciones y había una invasión horrible de pasquines. Que eso también fue un poco culpa suya, que supo llevar la gráfica a la política y le metió a los pasquines, para que años más tarde de su despedida caricaturesca, llegáramos cómicamente a los peskines, que nos alumbran.

No sé si siendo director de revistas varias como Cinelandia, La Chispa, Gráficos, Social y Carteles, tenía usted que reunirse con mascachapas orientarios y desorientados que le decían lo que podía o no ir en la tripa, para que usted llenara su triste tripa. Ahora pasa. Debe ser que el mundo ha cambiado y el dominó no es cómo antes desde que el Gran Cómico nos dominó —el mismo que ha instaurado el doble blanco como ficha nacional— y desapareció los agujeritos.

Ninguna referencia tengo de que le hayan acusado de estar asalariado del gobierno extranjero o mafia alguna por haberle metido al art noveau, que era un arte entre francés y catalán. Y usted, como descendiente de catalanes, como que llevaba en la sangre esos retorcimientos de imagen un poco gaudianos. Será por eso que la crítica —artística, que la otra es imposible— dice que usted tenía un decorativismo tremendo, y que su obra estaba llena de precisión y finura, así que en el diseño de Alamar se hubiera quedado sin trabajo. Y también le consideran uno de los "Padres risueños" de la caricatura en Cuba. Si se le acerca un policía, intente esconder la risita, porque le preguntarán a qué viene esa risueñería.

Volviendo a "El doblenueve" —favor no confundir con el sesenta y nueve, y mucho menos con el sesenta y ocho, que es más político que sexual, y mucho menos con el setenta, que huele a caña quemá—, estoy en absoluto desacuerdo con la tesis de mi amigo Enigberto, que dice que desde que Mikoyán pasó por la Isla se jeringó el juego. Eso es inocente e infantil. El germen de todo lo malo entró a la Universidad a finales de los cuarenta. Venía de Birán. Hay que quejarse por lo bueno que estaba el transporte en aquellos momentos.

Y para dejarle disfrutar en paz de sus delineamientos mortuorios y eternos: también afirman que usted marcó pautas. Debe ser en lo referente al dibujo humorístico, porque ahora hay pautas en todos lados. Las calles están repletas de jóvenes pautas, que ahora reciben el nombre ecuestre de jineteras. Y en las oficinas del gobierno solamente trabajan hijos de pautas.

Con el massaguer muy aconrado,
Ramón


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