Lo bueno de Cuba
Ir a prisión no tiene por qué ser el fin del mundo, sino el principio de una carrera universitaria.
Tengo que admitirlo. En general, soy un poco negativo en mis opiniones sobre la situación de Cuba. Cierto que no he sido crítico con todo el país. Por ejemplo, nunca he dirigido una crítica contra el archipiélago de los Canarreos, pero no es que piense que la situación de Cuba sea la más terrible.
Si la Isla estuviera situada en medio del Pacífico o frente a la Antártida sería peor, sobre todo porque eso reduciría terriblemente las posibilidades de los balseros. Aunque pensándolo bien lo de la Antártida no sería tan terrible. Imaginen todo lo que gastan actualmente los refrigeradores en la Isla y lo que se podría ahorrar allí en consumo de electricidad. Si Cuba estuviera ubicada frente a la Antártida, los del problema serían los pingüinos.
El caso es que al menos hoy quiero dejar de ser tan crítico y concentrarme en el lado positivo de nuestro país, y encontrar ejemplos de las cosas buenas que tiene la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto.
[Una semana después]
Bueno, creo que por fin he dado con un par de cosas que abundan en Cuba. De aquellas que las personas en los países desarrollados no dejan de quejarse por su alarmante escasez: tiempo y parqueo. Mientras en Europa, Estados Unidos y Japón no acaban de encontrar soluciones a la carencia de tiempo libre y espacio para aparcar (viví dos años en España y todavía tengo pegadas algunas palabritas), nuestros compatriotas en Cuba todavía pueden darse el lujo de pasarse todo el día sentados en un portal o socializando con sus vecinos en una cola para comprar el picadillo de soya o en la del helado.
Si uno vuelve a pasar por una parada y encuentra a la misma gente que ha visto dos horas antes, podría llegar a creer en una de esas leyendas que lanzan los periodistas —tan extranjeros como mal intencionados— sobre los problemas del transporte. Cuando en realidad se trata de que los nativos están intentando consumir sus excedentes de tiempo libre.
En cuanto al tema del parqueo ("aparcamiento" para aquellos devotos del chorizo), la gente en Cuba no se imagina la bendición que tiene y lo crítica que se puede tornar la situación en el mundo desarrollado (quizás las características que mejor definen al Primer Mundo es que se puede encontrar gente con complejo de culpa por vivir bien y que con los envoltorios de cualquier artículo mediano del Primer Mundo se puede construir una casa completa en el Tercero).
En mi barrio, por ejemplo, cuando los socios vienen a visitarme pasan tanto trabajo tratando de encontrar espacio para parquear que al final, cuando encuentran parqueo, tienen que coger un taxi para llegar a mi casa. Con todas las vueltas que dan para conseguir parqueo podrían perfectamente ir a parquear a La Habana, que además de espacio ofrece más seguridad, porque allá ante la falta de carros los ladrones han ido olvidando el arte de robarlos. Si la gente de mi barrio no va a parquear en Cuba es, como todos sabemos, a causa del injusto y criminal bloqueo.
No piensen que sugiero esta solución para ayudar a eliminar el desempleo convirtiendo a Cuba en una nación de parqueadores, porque como todos saben en la Isla oficialmente no hay desempleados.
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