Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Humor

Despejando la 'X' (Alfonso)

Los viajes fuera de la Isla resuelven el problema aparentemente insoluble de tener revolución y queso roquefort al mismo tiempo.

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Y ahí no podemos hacer otra cosa que darle la razón. El queso roquefort se hace de leche y si hay una sustancia que no es compatible con las revoluciones es precisamente la leche. La única revolución compatible con el roquefort sería la francesa, pero ahí también había que tener cuidado no fuera a pasar que el queso fuera en realidad el cebo de la guillotina.

Los habituales del género, como Lisandro Otero o Abel Prieto, no dejan de ejercer su magisterio en el difícil arte de las declaraciones.

Otero lo mismo aplaude a tipos-que ponen-bombas-en-lugares-públicos-pero-a-los-que-sería-injusto-llamarlos-terroristas, que explica por qué el Comandante no tiene tanto dinero como la reina de Inglaterra, a quien de paso acusa de derroche, distanciamiento de sus compatriotas y necesidad de que desaparezca de la escena política (se refiere a la reina por supuesto).

Abel Prieto, por su parte, en una reciente visita a Venezuela, criticó al periodismo de ese país calificándolo de basura, situación únicamente comparable con la de un eunuco burlándose de un tipo por tenerla chiquita.

Prefiero el queso parmesano

Llega entonces el momento de preguntarse de qué fuente de inspiración sale tanta declaración luminosa. La famosa frase del poeta Heberto Padilla: "los poetas cubanos ya no sueñan", no puede estar más equivocada. Como he tratado de demostrar, los escritores y músicos cubanos sueñan y mucho. El problema es que el sueño es siempre el mismo: un viajecito. Los que están dentro sueñan con viajar fuera. Los que están afuera sueñan con viajar a la Isla a recoger algún premio y encontrarse con una ciudad que tiene más arrugas que ellos.

También están los músicos de Orishas, que viven fuera y quieren instalarse en Miami, y justo entonces se acuerdan en una entrevista que en Cuba los censuraban (después de haber dicho tiempo atrás que eran procastristas). O el caso de Lisandro Otero, que vive en Cuba pero va a comprar los mandados a México, o viceversa. Es que ya uno se confunde. Abel Prieto es un caso aparte. El ministro cubano de Cultura no está luchando por un viajecito de adentro para afuera o de afuera para adentro, sino por conservar el derecho a repartirlos.

Y no es que acuse a estos intelectuales cubanos de estar obsesionados con el viaje en sí. Entiendo que el viaje resuelve el problema aparentemente insoluble de tener revolución y queso roquefort al mismo tiempo. Por suerte no tengo ese conflicto. Por una parte, prefiero el queso parmesano. Por la otra, si tengo que acompañarlo con algo, prefiero que sea con pan. Es que la revolución me da acidez y encima no alimenta mucho.


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