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Lo bueno de Cuba

Ir a prisión no tiene por qué ser el fin del mundo, sino el principio de una carrera universitaria.

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Los únicos desempleados oficiales son los ministros y miembros del Buró Político, cuando por alguna razón aparece una nota en el periódico en la que se dice que "han sido relevados de su cargo" y que posteriormente pasarán a "desempeñar otras funciones" (nunca se dice cuál es la naturaleza de estas nuevas funciones, pero la gente —con ese cariño por sus dirigentes— siempre se los imagina a diez provincias de distancia como mínimo, inmersos en tareas que incluyen el acarreo de cosas pesadas y malolientes, como búfalos en estado de descomposición e inodoros tupidos).

Otro tema en el que Cuba supera ampliamente a cualquier país del llamado "mundo desarrollado" es el reciclaje. Por ejemplo, todavía en pleno 2005 se podía encontrar sobreviviendo el motor de una lavadora rusa de 1972, usado como motor de una cisterna de aguao de un ventilador. Cierto que las autoridades se han encargado de recoger esos motores, pues gastan demasiada energía, pero nadie puede descartar que en el 2020 le den un premio a un innovador por haber recuperado uno de esos motores y adaptado a un cepillo de dientes eléctrico, lo cual además ayudará a desarrollar los bíceps.

Lo del reciclaje no sólo se reduce al plano de la tecnología. Piensen en la propia revolución. Empezó siendo una revolución nacionalista, luego socialista, luego martiana, bolivariana y últimamente energética. No se sorprendan el día que pase a ser parte de una revolución samurai.

De hecho, en los noventa Cuba experimentó una revolución neolítica. Durante esa revolución se descubrió, entre otras cosas, que un buey podía realizar el mismo trabajo que un tractor pero con menos contaminación y gasto de combustible. Si es verdad que con los bueyes todo se hace más lento, eso no tiene la mayor importancia en un país donde tiempo es lo que sobra. Existe una ventaja decisiva a favor de los bueyes y es que estos, a diferencia de los tractores, no tienen ningún componente que se pueda utilizar en la fabricación de balsas.

Al Comandante no le gustan las comparaciones

Recientemente, un artículo de la agencia Prensa Latina recordaba los méritos de la que es la institución más eficiente del país: el Ministerio del Interior y su correspondiente sistema penitenciario. Y no es que esta institución no sufra como otras los efectos de la escasez. En el artículo se dice, por ejemplo, que "tampoco en Cuba ha podido documentarse un solo caso de torturado, desaparecido o abusado por la policía". Estamos seguros que si no ha podido documentarse ningún caso, se debe obviamente a la escasez de papel.

Respecto al sistema carcelario en Cuba, el artículo destaca, entre otros rasgos positivos, el altísimo grado de escolaridad de que disfruta la población penal cubana. Según explica, "en la actualidad —mediante una llamada Tarea 500, cuyo principal animador y constante supervisor es el presidente Fidel Castro— el 98 por ciento de los reclusos cursan estudios de diversos niveles, incluido el universitario".

O sea, mientras en países como Estados Unidos muchos jóvenes pobres entran al Ejército con el objetivo de poder estudiar una carrera universitaria, en Cuba, para tener la oportunidad (y el tiempo) de cursar una carrera, bastaría con darle una puñalada a cualquiera a título personal. Me imagino los anuncios en la televisión cubana:

Voz en off: Ir a prisión no tiene por qué ser el fin del mundo, sino el principio de una carrera universitaria.
Preso uno: Yo robé una bodega y eso me ha permitido graduarme de técnico medio.
Preso dos: Yo violé a tres viejas y ahora estoy estudiando ginecología.
Voz en off: Joven que vas a prisión: no te desanimes. Un crimen puede ser el inicio de una gran carrera.