Actualizado: 02/05/2024 23:14
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Política

Ayer maravilla fui

Hugo Chávez y Evo Morales han robado el protagonismo mediático a Fidel Castro.

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Fuera de juego

La desatención mediática que sufre el incombustible comandante se explica en que después de tantos años de poder ininterrumpido acaso sigue siendo objeto de referencia sentimental para algunos; pero su pertinaz y descarnada intolerancia, sus resonantes fracasos económicos —ya ni la siempre amigable CEPAL admite sus cifras— y sus gastadas monsergas antiyanquis lo descartan como referencia o alternativa de futuro.

Al menos los proyectos de los alumnos aventajados, y por ahora exitosos, Chávez y Morales reciben el beneficio de la duda y el tiempo, que nos dejará saber si son capaces de lograr por fin el tan esperado equilibrio entre democracia plena, justicia y prosperidad, o si se conformarán, como su maestro, con conservar el poder a toda costa, precio que siempre pagan los de abajo.

Sin duda, el comandante seguirá siendo objeto de cierta curiosidad y admiración —sobre todo para aquellos que no han sufrido los rigores de su administración—, pero para los reporteros y sus lectores tiene ya poco sentido seguir preguntando a alguien, cuando ya se sabe de antemano lo que va a responder.

De cualquier manera, debe ser bien incómodo para Castro apreciar cómo estos líderes emergentes, a pesar de sus evidentes limitaciones intelectuales y políticas, poseen hoy la energía, la movilidad y los recursos que a él le faltan, y cuentan con la amistad y confianza de varias personalidades de fama y ascendencia universal, con las cuales el gobernante cubano ya no mantiene ningún rango de interlocución.

A lo que se agrega la nada despreciable dependencia política y económica que La Habana tiene de estos nuevos proyectos revolucionarios y de sus impetuosos cabecillas. No es secreto para nadie que, agotado el modelo cubano en lo político y lo económico, la imagen de legitimidad que trata de mantener y una parte considerable de los recursos materiales y financieros que hoy obtiene provienen de la relación y los vínculos con sus nuevos compañeros de viaje.

Aprovechándose de 'Forbes'

En política real, Castro no pasa de ser un personaje vivo de la historia pasada, que desafía el poder de la clase política norteamericana para decir a sus eternos adversarios de Washington, con la palabra, claro, lo que muchos quieren escuchar.

Empeñado en aparentar la lozanía y el ímpetu de sus años mozos, el máximo líder lanza hacia el norte todo género de ofensas y bravatas que sus enemigos de siempre fingen no escuchar.

A su pueblo anuncia más promesas incumplidas que sólo alimentan el rechazo, la desesperanza y el escapismo en todas sus manifestaciones, y hacia el sur envía a todos los médicos y especialistas que puede, singulares misioneros de la nueva era que aprovechan la ocasión para demostrar una vez más la calidad humana y profesional del cubano cuando recibe algo del estímulo y el reconocimiento que merece.

Sólo de cuando en cuando desde los grandes escenarios mediáticos alguien hace referencia al comandante. Así sucedió con la última edición de la revista Forbes, la cual se dignó a colocarlo entre los gobernantes más ricos del planeta, contándole unos cuantos milloncitos (900) a quien es incuestionable dueño y señor de la vida, milagros, hacienda y destinos de los once millones de cubanos.

La ocasión sólo ha servido para que el aludido vuelva a la carga para ensayar el ímpetu y la determinación de siempre, pero sin lograr el impacto y la repercusión que su palabra y acción tenían aseguradas en aquellas épocas pasadas y gloriosas que el máximo líder parece recordar con añoranza, mientras clama en silencio: "Pregúntame, pregúntame".


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