Con la viga en el ojo
Resulta realmente alarmante que la prensa cubana en vez de reflejar los desmanes que ocurren en la Isla, se preste a tratar de difamar a Suecia, país que disfruta del mayor nivel de equidad del planeta
Durante años ha sido una práctica del totalitarismo tratar de desviar la atención sobre la complicada situación que se vive en Cuba, mostrando los problemas existentes en otros países, muchas veces sobredimensionándolos para que creamos que los nuestros no son tan graves. Procuran aprovechar la desinformación existente a través del estricto monopolio que posee sobre los medios de comunicación.
En los últimos tiempos, con el incremento de las dificultades económicas, sociales, medioambientales, demográficas y la pérdida de valores humanos, esa conducta engañosa se ha acrecentado. Es extraño el día en que los periódicos, la TV y la radio no destaquen las desgracias ajenas como los altos niveles de desempleo en Europa y otros lugares, asi como la dimensión de la población penal en Estados Unidos, cuando la miseria y marginalidad en Cuba son muy superiores, y la Isla está entre los seis primeros lugares en el mundo en cuanto a población penal por número de habitantes, constituida fundamentalmente por jóvenes —¡el famoso hombre nuevo!—, mulatos y negros, quienes afrontan las mayores dificultades socio-económicas, por lo que se ven empujados al delito.
En el colmo del afán de tergiversación, el periódico Granma el pasado 2 de julio destacó en primera página el aumento en 350 casos de los crímenes de odio en Suecia en 2011 con respecto a 2010. La mayoría de esos delitos fueron amenazas verbales racistas y hechos de violencia física contra los homosexuales, señaló. La legislación sueca es muy severa contra los actos de discriminación racial y de género, y son conceptuados como delitos de odio. En ese país son muy condenables los abusos contra personas de grupos sociales, raza, género, identidad de género, u orientación sexual, religión, etnia, nacionalidad o afiliación política.
En Cuba no se brinda información alguna sobre tales crímenes, aunque solo por tener preferencias políticas distintas a las del Gobierno una persona se convierte en ciudadano de tercera categoría, se le discrimina socialmente, es vigilada y acosada permanentemente por la policía política, los Comités de Defensa de la Revolución e informantes, e incluso puede ser víctima de los “actos de repudio” con insultos y hasta agresiones físicas, sin consecuencias para quienes cometen esas repudiables acciones.
Resulta realmente alarmante que la prensa cubana en vez de reflejar esos desmanes, se preste a tratar de difamar a Suecia, país que disfruta del mayor nivel de equidad del planeta, con un Coeficiente de GINI de ingreso de 25.0 en el período 2000-2011, según el Informe de Desarrollo Humano 2011, confeccionado por el PNUD. Al igual que otras naciones del norte de Europa —Noruega, Holanda, Dinamarca, Finlandia— goza de los más altos niveles de vida, combinando una amplia democracia política con medidas de protección social reconocidas como las más elevadas y humanas, las cuales constituyen referencias para todos los gobernantes y pueblos del mundo. Por supuesto, el Gobierno de La Habana no publica el Coeficiente Gini de Cuba, como lo hacen varias naciones latinoamericanas. Pero resulta obvio que las diferencias de ingreso son considerables y no responden al aporte laboral de los ciudadanos, sino a la suerte de poseer familiares y amigos en el exterior, vínculos políticos que faciliten puestos de trabajo próximos a extranjeros, y realizar actividades semi-legales o ilegales.
Por otra parte se mantiene una política de ocultamiento de las terribles condiciones de vida existentes en países aliados como Corea del Norte e Irán donde son violados todos los derechos de la población, en especial los de las mujeres, las que incluso en Irán pueden ser condenadas a morir por lapidación (a pedradas), si son acusadas de infidelidad marital. También son ocultadas cuestiones como la terrible situación de inseguridad ciudadana prevaleciente en Venezuela, que con el chavismo se ha convertido en uno de los países más peligrosos del planeta. Si en 1998, en vísperas de la llegada de Chávez al poder, en la nación suramericana se cometieron 19 homicidios por cada 100.000 habitantes, progresivamente ese índice llegó a 75 en 2009, según ha reportado el Observatorio Venezolano de Violencia, información que coincide con datos publicados en el Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008, escenario que no ha cambiado.
En lugar de buscar la paja en el ojo ajeno, los medios cubanos deberían recomendar soluciones para los graves problemas nacionales, que se profundizan y diversifican en la medida en que aumenta la crisis multifacética imperante en el país.
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