Actualizado: 29/04/2024 7:40
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Sociedad

El ciudadano no es el enemigo

Las dos caras de la Policía: ¿Es posible combatir la delincuencia común y al mismo tiempo alentar los linchamientos contra la disidencia?

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¿Por qué la policía no protegió a aquellos ciudadanos que en el centro del país fueron salvajemente golpeados por la nueva porra, al ciudadano de Palmarito, en el oriente del país, que fue masacrado por el mismo sujeto histórico revolucionario; al abogado invidente Juan Carlos González Leyva o a la madre de los hermanos Sigler Amaya?

Porque frente al dilema, la elección de la policía está definida en su monograma. No obstante, el conflicto está presente, en tanto la policía debe evitar su desmoralización si tolera la delincuencia de tintes "revolucionarios".

Por esa razón, acudieron al llamado de las víctimas nocturnas del 1 de diciembre, para escenificar el triste espectáculo de complicidad con el policía-delincuente que participó activamente del acto de repudio, y de esposar y detener a las víctimas-ciudadanas por un escándalo que no produjeron y trataron de evitar. Es su versión concreta de proteger la diferencia.

La revolución no tolera al ciudadano

El dilema es candente. La revolución no tolera al ciudadano. El ciudadano se define por unos derechos y por una conciencia propia y autónoma. El pueblo consustancial a la revolución se desintegra en una multiplicidad de actores, entre los que viene destacándose ese ciudadano que habla, critica, expresa y organiza sus criterios en una diversidad de proyectos y propuestas. Lo mejor de todo es que lo hace decente y pacíficamente: sin bulla, ruido o desorden civil.

¿Cómo resolverá la policía su dilema ante esta nueva realidad?

¿Protegerá a la delincuencia política que, como toda delincuencia, se sale de la ley, desconoce las instituciones, estabiliza el desorden que necesita la delincuencia común y desintegra al Estado?

¿O protegerá por el contrario al ciudadano, que puede ser su aliado en el combate contra la delincuencia común, que le interesa la estabilidad y paz ciudadana y es enemiga del desorden y la violencia ilegítima?

Al presente, la respuesta está clara. Para la policía hay una delincuencia ilegítima, que es la del vulgar ladrón y asesino, y hay una delincuencia legítima, que es la de los que defienden la llamada revolución, fuese cual fuere el medio que utilicen para defenderla.

Y en el estado actual de cosas, parece imposible que la policía comprenda que el ciudadano no es exactamente el enemigo.


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