Constitución, Leyes, Dictadura
El Nuevo Evangelio para los Tiempos Modernos
Ustedes sentaron a un hombre en un trono y prefirieron confiar en sus caprichos más que en las leyes
- He aquí que un día los moradores de una gran ínsula, con el propósito de mejorar sus vidas y crear una sociedad ideal, buscaban a un caudillo a quien seguir, y clamaban: ¿Quién podrá guiarnos a la Tierra Prometida?
- Entonces un grupo de honorables jurisconsultos llegaron y dijeron: Ya no es necesario buscar caudillos pues he aquí la Ley de leyes más perfecta y justa que nos hará definitivamente libres. Y acordaron que desde entonces esas reglas de oro regirían las vidas de todos los moradores de la gran ínsula, para que fueran siempre libres.
- Pero algunas de esas leyes no se aplicaban, y otras eran violadas, por lo que un grupo de hombres y mujeres indignados exigieron cambiar a los gobernantes mediante el voto.
- Mas un general, sin esperar los votos que decidirían quien sería el nuevo gobernante, entró armado al augusto recinto y echó por un caño la Ley de leyes mientras anunciaba que no eran necesarias, pues él, a partir de entonces, se ocuparía de decidir qué era lo justo y lo injusto.
- Entonces los magistrados, los diputados y las grandes eminencias, se plegaron a acatar sus decisiones, mientras que muchos moradores, indiferentes, dijeron: Ya tenemos al caudillo. ¿Para qué queremos esa Ley de leyes si nadie las cumple? Y solo pequeños grupos de jóvenes alborotadores tuvieron que ser callados por la fuerza bruta.
- Y apareció un joven que se hizo jefe de uno de esos pequeños grupos asegurando que era el destinado a liberar al pueblo de la tiranía y restaurar la Ley de leyes, y muchos le creyeron, y se fue a la cumbre de los montes para convertirse en esperanza y faro de perseguidos y oprimidos.
- Las montañas se llenaron de inconformes, en las ciudades se mataban unos a otros, los que defendían al tirano y los que se le oponían, y el tirano, asustado, viendo que ya ni siquiera los militares lo obedecían, huyó lejos a otras tierras.
- Entonces todo el pueblo se lanzó a las calles a recibir con ovaciones al redentor que bajaba desde lo alto a traer la libertad. Lo honraron, lo reverenciaron, y luego dijeron: ¿Para qué queremos la Ley de leyes y votaciones para elegir a un gobernante si ya lo tenemos a él? En él confiamos. Lo sentaron en un trono y le juraron lealtad. Y finalmente bajaron de las paredes de sus hogares los cuadros del divino galileo, y a él lo subieron a un altar.
- El Elegido, ante un mar de pueblo que lo vitoreaba, dijo: Aquellos que reprimieron al pueblo en nombre del tirano deben morir. Y el mar de pueblo gritó: ¡Muerte! Y cuando algunos que lucharon con él se opusieron a su coronación y a su deificación, dijo: Los traidores deben morir. Y el mar de pueblo gritó: ¡Muerte! Y las horas de las noches no alcanzaban suficientemente para pasar a tantos condenados por el patíbulo.
- Y cuando algunos del pueblo comenzaron a dudar de las decisiones del Elegido, éste dijo: ¡Los calumniadores, a la cárcel! Y el mar de pueblo gritó: ¡A la cárcel! Y hasta muchos que antes habían gritado muerte, fueron encarcelados.
- Luego el Elegido dijo: Unos tienen muchas riquezas y otros no. Y eso es injusto. Todo debe pasar a manos del pueblo. Y las multitudes, eufóricas, aplaudieron. Pero como él se consideraba representante del pueblo, todas las riquezas pasaron a sus manos.
- Más tarde dijo que personas del pueblo poseían algunos pocos bienes mientras los demás vivían en la miseria, y que eso tampoco era justo, por lo que, en aras de la igualdad, les quitó esas pequeñas posesiones a quienes las tenían. Así que se hizo esa justicia, y todos por igual quedaron en la miseria, menos los protegidos del Elegido que cuidaban sus propiedades.
- Y como el Elegido era considerado como la máxima autoridad en todo, como todo lo decidía sin escuchar consejos de los más sabios, y los demás lo obedecían ciegamente, todos los bienes se fueron destruyendo y el pueblo vivía con muchas calamidades, por lo cual muchos se aventuraron a escapar a lejanas tierras por riesgosos caminos, por lo que gran número de ellos morirían en el intento, otros quedarían vagando como parias por el mundo, y los más afortunados, aunque adaptados a vivir lejos de su patria, no podrían regresar nunca más a ella. Muchas familias quedaron enlutadas y otras, divididas.
- Entonces muchos de los que habían pedido muerte y cautiverio para tantos de sus compatriotas, rogaron a Dios: ¡Dios, ten piedad de nosotros! ¡No nos abandones entre tantos tormentos!
- Entonces Dios les dijo: Por cuanto ustedes sentaron a un hombre en un trono y prefirieron confiar en sus caprichos más que en las leyes, puesto que adoraron a un simple mortal y lo elevaron a un altar y se olvidaron de mí, y luego pidieron muerte y prisión para muchos de sus hermanos, deberán soportar las consecuencias de sus propios actos y seguir sufriendo… hasta que los hijos de sus hijos, los únicos libres del pecado de idolatría, se lancen a las calles, todos juntos, pidiendo libertad.
- Y como todos los que le habían rogado se hincaron de hinojos pidiendo perdón, Dios les habló nuevamente: Y una vez que los hijos de sus hijos rompan el yugo de la opresión, solo entonces, si han aprendido la lección que ustedes se negaron a escuchar, haré de ellos, cuando el último de ustedes haya bajado a la sepultura, el más próspero y feliz de todos los pueblos que la historia jamás haya podido conocer.
© cubaencuentro.com
Los comentarios son responsabilidad de quienes los envían. Con el fin de garantizar la calidad de los debates, Cubaencuentro se reserva el derecho a rechazar o eliminar la publicación de comentarios:
- Que contengan llamados a la violencia.
- Difamatorios, irrespetuosos, insultantes u obscenos.
- Referentes a la vida privada de las personas.
- Discriminatorios hacia cualquier creencia religiosa, raza u orientación sexual.
- Excesivamente largos.
- Ajenos al tema de discusión.
- Que impliquen un intento de suplantación de identidad.
- Que contengan material escrito por terceros sin el consentimiento de éstos.
- Que contengan publicidad.
Cubaencuentro no puede mantener correspondencia sobre comentarios rechazados o eliminados debido a lo limitado de su personal.
Los comentarios de usuarios que validen su cuenta de Disqus o que usen una cuenta de Facebook, Twitter o Google para autenticarse, no serán pre-moderados.
Aquí (https://help.disqus.com/customer/portal/articles/960202-verifying-your-disqus-account) puede ver instrucciones para validar su cuenta de Disqus y aquí (https://disqus.com/forgot/) puede recuperar su cuenta de un registro anterior.