Actualizado: 28/03/2024 20:04
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Represión

Las Damas de Blanco: Razones para un premio

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La estrategia del amor

Las Damas de Blanco florecieron durante la Primavera Negra, bajo los signos del dolor y la esperanza. Así aprendieron que la solidaridad es el antídoto contra el horror.

La solidaridad del mundo, y la que establecieron entre ellas, transformó la soledad personal y la angustia colectiva en una ternura blindada, en un propósito amoroso y tenaz, y por tanto, invicto.

El 13 de abril de 2003 aquellas mujeres vestidas de blanco se reunieron en la iglesia de Santa Rita de Casia, en el municipio capitalino de Playa, y después de participar en la misa, desfilaron por primera vez por la acera central de la Quinta Avenida.

En fechas significativas, el trayecto son 800 metros de metáforas. Al comenzar la marcha silenciosa, y armadas con una flor, cruzan entre dos parques. En uno, un monumento a Emiliano Zapata, armado y con dos cananas cruzadas en su pecho guerrero. En el otro, un busto de Mahatma Gandhi, que parece contemplarlas con los ojos de soñar la realidad. La caminata concluye en una torre reloj —un Big Ben tropical—. Allí retornan, con el tiempo por testigo en un paisaje de símbolos.

Este rito dominical ha proseguido ininterrumpidamente. La oratoria de las Damas de Blanco es la más elocuente: el silencio. Pero en una ocasión expresaron su anhelo con la voz. "Coincidentemente en ocasión de la marcha pacífica, transitaba en ese instante por Quinta Avenida una delegación extranjera de alto nivel, pudiéndose observar que eran acompañados por altas figuras del gobierno cubano, ocasión en que lanzamos la consigna: ¡Libertad!. Los policías de la motorizada se notaron algo nerviosos por este hecho fortuito", testifica Laura Pollán Toledo.

Algunas Damas de Blanco se trasladan de provincias distantes a la capital, para participar en la misa y el peregrinaje. Dos ejemplos.

Elsa González Padrón reside en Pinar del Río. Su esposo permaneció 30 meses en la prisión Combinado de Guantánamo, a 1.075 kilómetros de su hogar, distancia que tenía que recorrer en cada visita familiar o conyugal. González, para acudir a la iglesia de Santa Rita debe viajar 127 kilómetros.

Un caso insólito. La periodista independiente Haydee Rodríguez Rodríguez, con sus setenta y tantos años, cuando va desde su natal Santiago de Cuba a La Habana (900 kilómetros), acude el domingo a la iglesia de Santa Rita, combina sus cabellos canos con el vestido y desfila como una Dama de Blanco más. Lo curioso es que ella no tiene ningún familiar preso. "Mi familia es también cada prisionero político", asegura. Ella combatió a la tiranía de Batista con las armas. Ahora enfrenta a la dictadura actual con el alma.

Mas para algunos ojos ellas son invisibles… hasta un día. La periodista Michelle Fuser viajó a la Isla en visita de recreo. En su artículo Damas de Blanco y Madres de la Plaza de Mayo, ¿sexo débil?, escribió: "Cuando estuve en Cuba no las vi". Y confiesa: "El tiempo corto y el costo excesivo no permiten al turista llegar a donde querría o debería llegar". Fuser agrega: "En la iglesia Santa Rita, en Miramar, por donde pasé muchas veces, esta semana estaba recibiendo la presencia de esas mujeres corajudas, las Damas de Blanco, clamando por justicia y libertad para sus maridos e hijos que están presos".

Entre otras acciones cívicas y de paz, las Damas de Blanco se reúnen todos los meses en lo que llaman su té literario. Leen y comentan las cartas, los poemas y los artículos escritos por sus familiares encarcelados. Conversan sobre las condiciones penitenciarias y estado de salud de los suyos. Se reconfortan unas a otras, para reconfortar después —en cada visita a la cárcel— a los seres que aman.

Miriam Leiva, periodista independiente y ex diplomática cubana, define así al grupo: "Somos una y muchas. No nos hemos planteado constituir una organización estructurada o un partido. Somos voces y acción pacíficas por el respeto de los derechos humanos y la victoria de la justicia".