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Política

Milagros ajenos

La supuesta bendición de devolver la visión a miles de latinoamericanos disfraza ante el mundo la descomunal violación de los derechos humanos en Cuba.

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Una de las tácticas más usadas por el gobierno, en los últimos 47 años, ha sido la de inventar un sinnúmero de estrategias, operaciones, campañas, convocatorias, movilizaciones… siempre con la idea de mantener en "movimiento" a un pueblo que hace mucho tiempo dejó de ser revolucionario.

Tales ejercicios no sólo disfrazan las peores y más violentas acciones de la dictadura, sino que han sido sólido argumento para justificar, desde la ignorancia impuesta, una versión irreal de los sucesos o legitimar el poder absoluto.

Entre las tantas que se podrían citar sobresale una de las últimas. Con la siempre insistente idea de demostrar a la opinión pública mundial que el "socialismo cubano" es todo internacionalismo, surgió la Operación Milagro.

Todo por la 'pasta'

En el año 2004, Fidel Castro y Hugo Chávez firmaron un convenio de colaboración que, entre sus propósitos iniciales, estaba curar de afecciones oftalmológicas a cerca de 6 millones de latinoamericanos en 10 años.

Surgió entonces lo que después tomó el nombre de Operación Milagro. A través de mecanismos de integración política, ambos gobiernos pondrían a disposición de pacientes con escasos recursos: aviones, hospitales, medicinas, personal médico especializado, y todo cuanto pudiese juntarse para la nueva demostración de "solidaridad".

Algunos gobiernos quedaron perplejos ante la voluntad y la realidad expresadas. Muchos aplaudieron y aún colaboran con la supuesta "maravilla" milagrosa.

Un fenómeno que, transcurridos tres años, se ha convertido en otra estrategia de manipulación política, más allá de los 300.000 pacientes que datos oficialistas divulgan con esmero.

Pero, ¿qué esconde Cuba detrás del supuesto milagro de devolver la visión a miles de latinoamericanos mantenidos en la ignorancia por los políticos actuales?

Gloria Álvarez, camagüeyana de 46 años, podría responder. Después de colocar un cartel en su casa con la frase "Se permuta para Venezuela", no sólo se llevó una advertencia por lo que la policía política consideró escándalo público, sino que sólo así logró que le hicieran un trasplante de córnea, por el que había esperado mucho tiempo.

Su llamado de atención, además de desesperado y silenciado con firmeza, fue una clara venganza a una nota publicada por la prensa oficialista donde se podía leer que los latinoamericanos acogidos a la Operación Milagro no estaban en la misma y larga lista de espera que la condenaba a una visión deficiente.

Y es que además del petróleo venezolano, suministrado al país con prontitud y regularidad por PDVSA, Caracas paga a La Habana por los casi 800 médicos imbuidos en el convenio y, como recompensa, el gobierno de la Isla prioriza a los extranjeros para la asistencia médica oftalmológica.

La maquinaria propagandística se empeña en hacer ver a los ciudadanos que el Estado cubano es capaz de dar lo que no tiene, sólo por la bondad de sus gobernantes. No importa el sacrificio y los recursos diferenciados.

El crecimiento económico del país, no visto aún en los platos y en los bolsillos de la gente, tiene en operaciones como la denominada Milagro, una de sus principales fuentes de ingreso.

Fondos que también son usados para convencer a los turistas de la izquierda latinoamericana y a cuanto personal delirante viaja a la Isla por una semana de lujo comunista, en la que, de paso, se lleva gratis un chequeo médico. Medicina necesaria para después difundir por el mundo que en Cuba ocurre la excelencia.


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