Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Sociedad

Mirándose de espaldas

El alcoholismo pone contra las cuerdas a las autoridades: Pese a la carestía de la oferta, crece el consumo y la adicción.

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El índice oficial de alcoholismo se cifra en un 5% de la población total de Cuba, pero hay municipios —como Diez de Octubre, en el sureste de la capital— donde ese indicador toca casi el 20%, cuando el máximo mundial es de 24.

Un estudio realizado en el municipio de Centro Habana confirmó que el consumo de bebidas espirituosas es anterior a los quince años, y que la frecuencia de adolescentes con conducta anormal ante el alcohol es mayor que la de los que tienen conductas normales.

Una master en adicciones considera que el bando de los realistas se está imponiendo poco a poco en el Partido. El problema va tomando dimensiones dramáticas.

"Creo que hay un nuevo estilo de acercarse a estos problemas que antes no se veía. Tal vez es un efecto Raúl", aventura.

Cobijados por las iglesias

AA irrumpió a principios de los noventa, cuando la crisis económica alcanzaba su apogeo y los adictos hasta morían por ingerir cualquier brebaje obtenido en alambiques clandestinos.

Abrió su primera filial en La Habana hasta expandirse a ocho de las catorce provincias cubanas con la misma celeridad que el mal que intenta combatir.

Actualmente funcionan unos doscientos grupos repartidos en las provincias de Pinar del Río, Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spíritus, Holguín, Granma, Las Tunas, Santiago de Cuba y La Habana, donde funciona el mayor número.

Se calcula que más 3.000 personas acuden a las sesiones que corren de lunes a viernes, con una abierta los domingos para enfermos y familiares.

El Estado, siempre receloso de las iniciativas privadas, puso bajo sospecha a los grupos de AA y prefirió darle la espalda. Aprovechando el vacío, las iglesias cubanas —católica y cristianas— acogieron los grupos que germinaron como hongos y ofrecieron una dosis de legitimación.

"El movimiento AA llegó hace 13 años a la ciudad de Santa Clara, donde existen más de diez grupos. La agrupación Uniendo Orillas es la única que funciona en un local estatal, los demás han tenido que buscar refugio para sus actividades en las iglesias", afirma un reporte que puede leerse en internet.

En la oficina de servicios generales de AA en La Habana hay una computadora, pero no correo electrónico. Un portal del movimiento cubano en internet es obra de un grupo de Ontario, Canadá. "En la esperanza de ayudar a la causa del AA en Cuba", se advierte en inglés.

La fraternidad de AA es una telaraña con unos 95.000 grupos que operan en más de 160 países. En uno de ellos, Cuba, la membresía tiende a crecer.

Se toman de las manos y corean: "yo soy responsable. Ánimo". Atronadores, los aplausos cierran la reunión y algunos se abrazan, enardecidos. Luego un platillo y refrescos o jugos.

Bien podría parecer una secta milenarista, pero nada más lejos. Así termina una sesión de grupo de AA en una dependencia religiosa habanera.

"Doy gracias a Dios por estar aquí", dice una de las asistentes.

Su hombro asoma un crucifijo tatuado, su tez es macilenta. Ha dejado de beber desde el Día de Reyes. Ella quiere otra epifanía para su vida.


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