Señales de humo
El 'very well' de Castro a Chávez, la expulsión de los corresponsales extranjeros y la desinformación inducida.
La reciente expulsión del corresponsal en La Habana del diario mexicano El Universal, así como la amenaza de suspender el visado de los corresponsales de medios de prensa como el Chicago Tribune, BBC, Reuters, El País y AFP, parece ser una nueva vuelta de rosca en la estrategia represiva del gobierno.
Según un reporte de prensa no divulgado en Cuba, al corresponsal de El Universal se le informó oficialmente que la forma de enfocar la situación no es la que más conviene al gobierno.
No debe ser casual la coincidencia de este golpe contra la libertad de prensa con factores como el operativo de decomiso de las antenas de televisión clandestinas, que se ha mantenido por un tiempo más prolongado que lo habitual, la opacidad de la prensa oficial —cada vez menos "informativa" y más gris—, y el amenazante anuncio del ministro de la Informática y las Comunicaciones de que es preciso frenar al "potro" de la internet.
Evidentemente, las autoridades sienten pavor ante la más mínima posibilidad de que sectores cada vez mayores de la población tengan algún tipo de acceso a informaciones u opiniones no oficiales, por limitado que sea.
Nada por aquí, nada por allá
Por otra parte, el debate intelectual que se iniciara en enero —que se ha mantenido pese a todos los esfuerzos oficialistas por sofocarlo— tiene a mal traer al ministro de Cultura, quien no convenció de nada a nadie en su larga intervención en la Casa de las Américas, ante un auditorio restringido y cuidadosamente seleccionado.
La más reciente reunión sobre ese mismo tema, celebrada en el Instituto Superior de Arte (ISA) el pasado 23 de febrero, estuvo también limitada a un segmento escogido de "invitados", a fin de que no trascienda como fenómeno generalizado la inconformidad de amplios sectores de la intelectualidad en la Isla.
Como es de suponer, ni la expulsión de los corresponsales de la prensa extranjera, ni la polémica, ni las dos reuniones ya celebradas a puertas cerradas con las máximas autoridades de la cultura han trascendido en la prensa nacional.
Cada vez se hace más evidente la grieta informativa entre las autoridades y la población. Basta con ojear cualquier diario o ver las emisiones de "noticias" de televisión para comprobar que se asiste a una suerte de autismo informativo que mantiene a los cubanos al margen de los acontecimientos verdaderamente significativos.
Por ejemplo, ¿acaso no debe ser importante mantener informada a la población acerca de la salud de su gobernante convaleciente? Al cabo de casi siete meses de su retiro provisional por razones graves de salud, es preciso esperar a que venga el "otro presidente", Hugo Chávez, para presentar a Castro ante los medios, en imágenes que no dicen mucho a favor de la tan cacareada recuperación.
La historia se repitió el martes último, cuando Castro "llamó" al programa de radio Aló Presidente y conversó con Chávez más de media hora. Es la primera vez que habla en directo ante un medio de comunicación —extranjero, para no variar— desde el 31 de julio. "How are you, Fidel?", preguntó el venezolano. "Very well", dijo el cubano entre risas.
En fechas recientes, los voceros de La Habana han estado lanzando al mundo la voz de una favorable recuperación del anciano, quien, se dice, pronto regresará a sus funciones al frente del Estado, aunque nadie asegura a ciencia cierta cuándo habría de producirse semejante milagro.
Sociedad embotada
En la actualidad, el aparente limbo de autoridad que dimana de las altas esferas del gobierno podría estar solapando los conflictos o reacomodos entre sus protagonistas; de manera que divulgar ante la opinión pública una supuesta (o medianamente real) recuperación del máximo líder, puede responder también al imperativo de ganar tiempo mientras se definen los destinos y se conciertan los intereses de los implicados en el juego del poder.
Muy bien conocen los hacedores de la política oficial cuánto ayuda el tremendo arrastre simbólico de la imagen de Castro para mantener esa suerte de subordinación psicológica, tanto en las esferas de dirección como entre los "gobernados".
Por el momento, algunas señales parecen marcar el repunte de una nueva oleada de ese mal endémico que es la represión al interior de la Isla; mientras otras, como la creciente ansiedad entre los profesionales del pensamiento, evidencian que es preciso dar pasos para superar el embotamiento que parece enseñorearse de la sociedad desde el pasado 31 de julio.
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