Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Música

«Ahora todo lo tengo bien claro de mí»

'Maketa de Platino', el más reciente disco de Raúl Torres, muestra el lado comprometido, reivindicativo y visceral del cantautor.

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En un momento de crisis del modelo de negocio tradicional de la industria discográfica, cuyos volúmenes de ventas se ven cada día mermados por el vertiginoso desarrollo de las tecnologías, su masificación y la piratería; en un momento en que algunas de las grandes compañías disqueras se fusionan permaneciendo en su lógica de máxima rentabilidad y aquí, en la península ibérica, apenas arriesgan apostando solamente por aquellos artistas que tienen una demanda más o menos segura en el mercado. En ese contexto de incertidumbre, de transición, e incluso de tensión social, corporativa y política acerca de la vida o muerte del canon, es que ve la luz el nuevo CD de Raúl Torres, Maketa de Platino, título con el que el trovador vuelve a la carga después de varios años de relativo silencio.

Quienes todavía recuerden a Torres por canciones como Se fue, Candil de Nieve, Hojarasca, Atrapando espacios o Regrésamelo todo, contenidas en sus dos primeros discos, Candil de Nieve y Ala de luz (ya partes del patrimonio musical de la Isla); canciones que seducían por su intimidad y lirismo, sostenidas por una levísima voz de colores tenues y abandonados, como cubiertos por esa pátina de afonía que deja el asma en su garganta, lo más seguro es que les cueste algo reconocerlo en su nueva propuesta. Sin embargo, sigue siendo el mismo Raúl de siempre, aunque distinto: se trata de un trovador que "ahora todo lo tiene bien claro de sí", como dice en el tema Desde el estrecho (track 1).

Con Maketa de Platino nos encontramos de golpe el lado más comprometido, reivindicativo y si se quiere visceral de Raúl; un Raúl que va dejando en cada canción testimonio de su malestar, su soledad, pero también la crónica que funda sus impulsos más utópicos y humanos. Porque este disco nace, respira y pulsa la época, sus trágicas agitaciones, sus globalizados sobresaltos y anhelos.

En este trabajo asoma de forma rotunda y clara el rostro convulso de la inmigración. En algunas canciones, de manera directa, explícita; en otras aparece evocada o como telón de fondo de alguna historia de amor o desamor.

Puede que la inmigración sea el gran tema de este disco o el eje alrededor del cual se vertebran sus historias y ese sentimiento de protesta que parece atravesarlas; un mapa en blanco y negro, a veces technicolor, por el que desfilan y circulan al mismo tiempo interrogaciones, dolores y esperanzas comunes a la vida de toda la gente herida del planeta que habita en fuga y de la que evidentemente Raúl se siente y forma parte.

Conciencia de vivir en la periferia

En este disco (o maqueta, como prefiere decir el músico), esa condición se asume sin ambages, es su vivencia cotidiana, su presente y por lo tanto su historia. Por eso, Maketa de Platino no nos propone un viaje auditivo sosegado, amable, complaciente, más bien todo lo contrario. Es portador de toda la pesadumbre y el drama social que acumula el inmigrante, el otro, el extraño en su experiencia de vivir en estas metrópolis opulentas, estratificadas y burocráticas de Europa.

Esa conciencia de vivir en la periferia, de ser "el que irrumpe desde el exterior en el círculo de identificación" de estas sociedades y asumir sin remedio ese nuevo estatus social, hace de su mirada y, por tanto, de su poesía, un puñetazo al rostro mismo de la miseria humana. Y es justo este gesto el que engrandece este disco. De ahí que sea un extraordinario canto, una criatura poética y sonora a veces rabiosa, a veces compasiva, a veces un disparo, otras un abrazo. Pero a pesar del desencanto, concede siempre la esperanza, sentimiento sin el cual la vida sería insoportable.


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