Actualizado: 18/04/2024 23:36
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X Bienal de La Habana

Bruguera y la bloguera

Ninguna de estas dos kíkiris de pelea desea ejercer su derecho a permanecer callada.

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Me prometí no escribir nada al respecto de nada. Cuba cansa. Y castiga. Pero el título es tan exquisito que no lo pude evitar. Parodiando un filme de amistades peligrosas: it's beyond my control...

La filóbloga Yoani Sánchez, paranoias aparte (siempre queda la sospecha de que sea una doble o una dodécuple agente), se ha convertido en una ubicua cefalea para toda autoritaria autoridad. Nuestra treintañera en La Habana se sumerge y e-merge no sólo de la www y del Top-100 de la revista Time, sino que también "marca tarjeta" en pugilatos de conciertos, fiscalías punk, auditorios pansexualistas, oficinas policiacas, exposiciones sin curadoría pero desaglutinadas, zonas de desastre ciclónico, Visa-crucis de inmigración y extranjería, persecuciones fotográficas a los peritos políticos, periferias de la Feria Internacional del Libro y, recientemente, en la peorformance clímax de la X Bienal de La Habana 2009: El susurro de Tatlin, de Tania Bruguera, que ocurrió la tardenoche del domingo 29 de marzo en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam.

Por otro lado, la teórica y artista de la plástica Tania Bruguera ha protagonizado una carrera acaso más taimada pero igual de maratónica, masticando al desnudo la materia prima de cada espectáculo: estética tan fagocéntrica como excéntrica. Aunque ella tal vez lo ignorase, no por gusto en la Obra-Catálogo # 1 (cadena de correos de Alejandro González y Yeny Casanueva) se lee que desde 2006 el MININT ya la ha "fichado" como capaz de manifestarse "en contra del proceso revolucionario y del máximo líder de la Revolución, expresando ser una artista contestataria y actuar como tal".

Imagino a estas dos cubanas paradas frente a frente, aunque tal vez ni siquiera se conozcan demasiado entre ellas. Casi veo el cruce de sus miradas lúcidas y lúdicas, hasta con chispitas del goce irreverente (pero no irresponsable) de quien habita todavía en plena adolescencia y se resiste a dejarse anquilosar por el statu quo.

Sus biotipos antípodas me recuerdan a una pareja muda de los inicios del cine, si bien ninguna de estas dos kíkiris de pelea desea ejercer su derecho a permanecer callada (so pena de que cualquier cosa dicha pueda ser usada en su contra). Por lo demás, el tono de ambas no me sabe para nada a comedia light, sino a un bufo agónico, politiquísimo. Y, como tal, las dos son bailarinas bélicas sobre la cuerda etimológicamente frágil que divide cárcel y exilio.

Parte de guerra

La ríspida respuesta rápida no se hizo esperar. Oficio de ofidio: zapatazos zarrapastrosos por escrito, notas necrológicas como un parte de guerra, presiones impresionantes, cartas abiertas de escolar sencillo que tiene el humor tan negro y, por supuesto, ninguneo mediático y ministerial. Parodiando un tema antológico de rock: The song remains the same...

Ahora, en el fondo del Ataúd de Pandora ya no queda siquiera esperanza, sino esa enfermedad que es nuestro lenguaje de lagañas legos con demasiados dejos de medicina legal: "disidente profesional", "maquinaria propagandística anticubana", "desgastado reclamo de libertad y democracia" (entrecomilladas en el original), "personas inescrupulosas", "buscadores de notoriedad y de dinero fácil, sin ideas ni decoro", "mediocre instrumentalización política de una obra artística", y un estentóreo etcétera.

La guerra de Bruguera y la bloguera cambia en principio de set. Ambas ya están de vuelta a sus dos nichos patrios respectivos, una fuera y otra dentro de los límites cartográficamente encajonados de esta isla con ínfulas de islam inflexible. "Ninguno de los que hablamos nos creímos elegidos", confesó Yoani Sánchez en su blog bloqueado Generación Y. "La belleza del performance no está en aparentar sino en su posibilidad de ser", le replica sin susurros Tania (¿o Tatlin?) Bruguera: "¿Por qué no ser creadores de alarmas?".

Por mi parte, mi hedonista visión bi de mujer frente mujer se diluye con el decursar y el discursear straight de la X Bienal de La Habana (al provinciano treintañero que soy, cualquier eventualidad triple-X le satisface más que dicho "magno evento"). Me pregunto cuáles y cuántas consecuencias caerán ahora sobre este dúo de actrices con vocación de careo civil, las que ya han sentado cátedra de mala conducta en el coto clausurado de qué es arte y qué no (al menos en literatura, el arte me harta).

Como diagnóstico indigno de crédito, la propia Obra-Catálogo # 1 de Alejandro González y Yeny Casanueva podría servirnos de ánfora agorera: "Se precisa tomar medidas, una vez concluida el evento [sic], con este artista y las provocaciones negativas de su obra". ¿Entrevista profiláctica o advertencia posfiláctica? Sospecho que Bruguera y la bloguera muy pronto nos abrirán sus respectivas vidas para leerlas. Ars longa, Bienal brevis.


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