Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Cuando se pretende 'humanizar' el mal

El testimonio del lugarteniente de Pablo Escobar: ¿Rectifica la visión piadosa que algunos conservan del narcotraficante o intenta convertirlo en héroe?

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Veamos entonces dos aspectos del documento:

1) Las conclusiones de Popeye; esa suerte de "filosofía" del narcotráfico que presenta fatalmente el fenómeno.

2) La inflación del mito. Su hiperbólica admiración por Escobar, que no es más que una reafirmación biográfica de lo anterior.

Para Popeye, el narcotráfico significa la oportunidad de los "sin fortuna" en una sociedad desigual. Es el mecanismo, revelado en uno de los casos que presenta el libro, capaz de metamorfosear a un mecánico de autos en un poderoso multimillonario.

En verdad sugiere que la ambición, la justicia, la valentía o cuanto pretexto pudiera anteponerse para justificar el narcotráfico no son sino oportunidades que crea la gran causa (o la gran culpable): la demanda de drogas en el mercado occidental, específicamente el norteamericano. Una demanda que, si se asume como disfuncional al sistema, ayuda a presentar al narcotraficante como un luchador antiimperialista.

Admiración vergonzosa

El silogismo es elemental: la DEA persigue a los narcotraficantes/ si los persigue es porque la droga perjudica el orden americano/ si perjudica el orden la oferta es antiamericana, antiimperialista, revolucionaria. Un silogismo con bases falsas que, sin embargo, sirve para dar cierta cobertura política a este negocio; y de alguna manera sitúa en perspectiva las relaciones de los carteles de la droga con las guerrillas, los sandinistas y los castristas, según la exposición de Popeye.

Estas confesiones resumen uno de los puntos de vista de mayor contundencia a la hora de enfocar el problema del narcotráfico: "La mafia no muere, simplemente cambia sus caras. Mientras la sociedad decadente de Estados Unidos y Europa siga demandando y consumiendo cocaína, habrá alguien en Colombia que se arriesgue. Las utilidades son tan monstruosamente fantásticas, que bien vale la pena correr el riesgo…" (p. 315).

Esta tesis puede avalar una conducta política. No está muy claro el ideal político (si lo hubiese) de Pablo Escobar. Lo cierto es que tenía amistad con viejos revolucionarios del área, decía sentir pasión por los pobres y un odio profundo por las clases tradicionales, y creía en la viabilidad de la lucha armada para provocar efectos de poder.

Era lo que suele llamarse un "patriota", un "nacionalista"; se ha hecho famosa una frase suya: "Mejor estar muerto en Colombia que vivo en una cárcel norteamericana". Algunos también piensan lo contrario. Escobar concibió la posibilidad de fundar un movimiento revolucionario llamado Antioquía Rebelde, que permaneció siempre en los límites de un proyecto utópico.

Las admiraciones de Popeye hacia Escobar, que predominan en este libro, llegan a ser vergonzosas. Como cuando expone el gusto por compartir una mujer con el "Patrón", a la que al final acaba asesinando por orden del mismo; o cuando lo celebra por lo elevado de sus gustos, por la frialdad de sus acciones, por sobornar políticos hasta el punto de introducir la "no-extradición" en la Constitución colombiana.