Actualizado: 17/05/2024 12:58
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Reportaje

Daños colaterales

Cambios a la vista en las terminales mediáticas y culturales del poder. ¿Un pase de cuentas tras el 'pavonato'?

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Los programas del cantante Alfredo Rodríguez son otro de los flancos más mordazmente atacados.

"Es una pésima televisión rosa, lo peor que se ha visto para hipnotizar a las amas de casa e idiotizar al resto con canturreos y pregunticas sacadas de Interviú", consideró un especialista en medios.

Valiéndose de fórmulas ya probadas para lograr amplias audiencias, Rodríguez consiguió ser la estrella de varios espacios veraniegos, en horarios de máximo rating, emitidos en los últimos tres años.

El último de ellos, La diferencia, arrancó duras críticas en la prensa por sus aires pretensiosos y el juego de lo capcioso en el entrevistador, quien entre sus condiciones para aceptar el espacio impuso trajes hechos a la medida.

Uno de los pesos pesados del poder cultural, Alfredo Guevara, escribió que "en algún nivel de esa institución, probablemente por ignorancia beligerante y usurpadora, se lastima a fondo el afán apasionado que encabeza Fidel de elevar el nivel cultural".

Si se hurga en los entretelones de la televisión y la radio, no son pocos los que hablan de la compra de espacios por acaudalados músicos y orquestas.

Para un productor musical se trata de una vieja práctica de corrupción. "Algunos músicos te vienen con dinero o con regalos traídos de sus giras. Por eso salen hasta en la sopa y el público se pregunta por qué si no son tan buenos".

Reevaluando el escorado frente ideológico, las autoridades rediseñaron el Departamento de Ciencia, Cultura y Deportes, una oficina que andaba por los rincones del Comité Central.

Ahora el apartado de cultura se convierte en un departamento, al frente del cual han colocado a Elíades Acosta.

Acosta, un sobrio intelectual que cifra los cincuenta años y que hizo carrera profesional en Santiago de Cuba, estudió en la Lomonosov de Moscú y llegó a ser director de la Biblioteca Nacional. Se tiene como un hombre de equilibrios, pero muy leal a las políticas oficiales.

En estos tiempos de disonancias, ¿qué más se puede pedir?


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