Actualizado: 25/04/2024 19:17
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De vuelta a la historia institucional

El libro 'Instituto Edison: Escuela de vida', de Armando Añel, revive una de las grandes instituciones privadas de la etapa republicana.

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No obstante su arraigo en la prosapia historiográfica del pasado, o quizá por ello, el modo de historiar desarrollado por Armando Añel en este libro se aviene muy bien a estos tiempos de las autopistas virtuales y la aldea global. Tiempos en que clarificar las partes y sus orígenes se hace en muchos aspectos una necesidad vital frente al todo avasallador y uniforme dictado desde las pantallas luminiscentes. Necesidad que se hace perentoria en el caso cubano, por el constante y despiadado bombardeo propagandístico a que ha sido sometida la sociedad isleña por cerca de medio siglo de manera tal que, como en el universo orweliano, se ha reescrito la historia y cambiado la semántica de las palabras.

Ello ha resultado, digamos, particularmente agresivo en el tema de la educación. En el tema de la educación, y en el de la salud, es donde las huestes del marxismo tropical han pretendido, y pretenden, justificar sus fracasos y desmanes en un discurso que en libre traducción más o menos diría: "bueno, está bien, nuestro pueblo es pobre y es esclavo pero, eso sí, es un pueblo educado y saludable".

Fidel Castro fue más claro al respecto cuando aseguró que las prostitutas cubanas eran las más saludables e ilustradas del mundo. Temas, en definitiva, en los que los historiadores marxistas han desplegado todas sus dotes en el ejercicio del pensamiento cientificista, moderno y errado.

Culto a la responsabilidad individual

Lo cierto es que, más allá de cualquier consideración, la historia de la educación cubana no puede ser escrita sin incluir una historia de la educación privada cubana, tanto como la historia de ambas no puede ser escrita sin incluir una historia del Instituto Edison.

Con prólogo de Carlos Alberto Montaner, Instituto Edison: Escuela de vida. Visión, obra y legado de la Dra. Ana María Rodríguez de Gutiérrez narra la historia de una de las grandes instituciones privadas de la etapa republicana. Fundado en 1931, en medio de grandes carencias, por los hermanos Rodríguez, y dirigido por una de las más brillantes educadoras que ha dado Cuba, la doctora Ana María Rodríguez de Gutiérrez, el Instituto Edison fue confiscado por el castrismo en 1961, como sucedió con tantos otros colegios independientes.

La historia del Instituto Edison contiene varios de los elementos que pretende destacar la recién creada editorial Orbe te Urbe Ediciones, entre ellos el potencial y la dedicación del empresariado nacional, su creatividad, su relevancia histórica. Añel, además, quiere difundir el legado institucional de la sociedad civil cubana —o, si se prefiere, profundizar en él— mediante la historia de las instituciones, compañías, proyectos, familias y personalidades cuya trayectoria en el exilio o en la Cuba anterior al castrismo sentó un precedente.

"Uno de los más preocupantes vacíos culturales de la nación cubana radica, precisamente, en la ausencia de una historia institucional que sirva de referente a las nuevas generaciones, que las eduque en el culto a la responsabilidad individual y en el reconocimiento al esfuerzo y la creatividad", asegura el autor de esta obra.

Una vuelta probable, luego del desafortunado paréntesis socialista, al pensamiento y la historiografía liberal del siglo XIX cubano: el libro Instituto Edison: Escuela de vida. Visión, obra y legado de la Dra. Ana María Rodríguez de Gutiérrez resulta un oportuno primer intento por hacer que la serpiente de la historiografía nacional se muerda felizmente la cola.


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