Actualizado: 25/04/2024 19:17
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cultura

Cine, Arte 7

Dentro de las normas pautadas

Los apologistas de este filme lo enmarcan como una pieza llena de crítica social, pero en realidad Conducta sigue los mismos patrones que rigen las telenovelas

Comentarios Enviar Imprimir

Ernesto Daranas es un hábil artesano. Su primer largometraje, La vida en rosa (2005) fue un verdadero desastre artístico. El humor y la ironía que trató de insuflarle a la trama no se sobrepusieron a la cursilería general que dominó el filme. En su segundo largometraje, Los dioses rotos (2008), demostró que supo aprender de sus errores y consiguió hacer, al adaptar el mito de Yarini a los tiempos que corren, un melodrama muy bien hecho, que sin salirse de las convenciones del género resultó un filme fresco, bien actuado y entretenido, con personajes y situaciones creíbles y sin muchas pretensiones.

Daranas mueve sus ficciones en el universo de la Cuba marginal y miserable. En 2003 escribió el guión de Habanece un filme sobre pequeños bandidos y sobrevivientes agresivos que transcurre en una zona desvencijada moral y materialmente, en azoteas arruinadas y en lugares públicos que se mantienen ocultos. El director, el español Jorge Nebra, quien estudió dirección de fotografía en la escuela de San Antonio de los Baños, le dio un giro para extranjeros que arruinó un poco la veracidad de la trama.

Con su tercer largometraje de ficción Conducta (2014), ha conseguido realizar un melodrama que parece haber tocado las fibras del tejido íntimo del público y de la crítica habanera y también de los cubanos allende los mares. A juzgar por las reseñas, tal parece que acaba de producir una obra maestra. La película ha sido calificada, por diversos comentaristas cubanos, de la isla y del exterior, como “necesaria”, “paradigmática”, “imprescindible”, “valiente” y “martiana”. El público cubano ha llenado las salas y ha salido hablando maravillas del filme.

Conducta trata sobre Chala, un niño de un barrio marginal, cuya madre es una alcohólica que se prostituye y que necesita más de él que él de ella. Creció sin padre reconocible, pero todo sugiere que pudiera ser Ignacio, un buscavidas que se dedica a hacer dinero con peleas de perros ilegales. Chala le cuida y entrena a los perros. También, como dato que a la larga no tiene sentido, cría palomas.

Chala es el prototípico “niño problema” en la escuela. Siempre se las arregla para faltar el respeto, buscarse líos, meterse en broncas y ser el centro de la (mala) atención de su aula. Pero tiene la gran suerte de tener como maestra a Carmela, quien también fue maestra de su madre, de su posible padre y de casi todos los personajes que pasan por la pantalla. Carmela lleva más de cuarenta años enseñando en la misma escuela y siempre tiene un proyecto de rescate. Chala parece ser el último.

La relación entre ambos, los intentos de la maestra de “salvar” a Chala, la fragilidad emocional del niño, los problemas familiares y profesionales que enfrenta la maestra, el entorno de marginalidad ilegal y corrupta, los esfuerzos de la burocracia por hacer cumplir sus parámetros y la perenne crisis familiar de Chala son el entretejido que conforma la trama del filme.

Los críticos y apologistas de la obra la enmarcan como una pieza llena de crítica social, pero en realidad Conducta se mantiene dentro de los patrones que rigen las tramas de las telenovelas. Los personajes principales, Carmela y Chala, están situados en las antípodas. Ella es la maestra que trata de enseñar modales, civilidad y buena conducta, él es el niño casi irredimible, pero justificado por sus problemas personales. Ambos están presentados de forma que consigan la simpatía de la audiencia. Chala, por supuesto, es inteligente, creativo, simpático y talentoso. No es el típico marginal. Carmela es dedicada, tozuda y bonachona, para añadirle debilidad humana, está en las últimas, su salud se resquebraja. Estas son características de todo novelón facilista que se respete. Se trata de agradar al público.

Carmela inspira compasión. Su hija y su nieto se han ido a Estados Unidos. Ella no se va porque está “muy vieja” y no quiere “ser una carga”. Por otra parte, su testarudez la lleva a violar todas las normas del protocolo escolar, lo que debe perdonarse por su afán de “salvar” a Chala. Los supervisores que están por encima de las autoridades de la escuela la quieren jubilar. Ella se resiste. En realidad, no sabemos por qué no la botan, pues por menos de mucho de lo que hace, la hubieran expulsado de cualquier sistema escolar del planeta. El problema del personaje es que es demasiado unidimensional. Se expresa en frases hechas y grandilocuentes y mantiene una solemnidad insoportable casi toda la película. Es tan humana que le falta humanidad. Chala es perfecto en su imperfección. Su conducta es siempre predecible, siempre se las arregla para meter la pata. Es un rebelde sin causa, pero con justificaciones.

Alina Rodríguez (Lista de espera, María Antonia) hace lo mejor que puede con el personaje de Carmela. Es eficiente y comedida, pero el personaje carece de vida, está demasiado encartonado. No es su culpa. De hecho, logra mantener el dramatismo solemne que le endilgan a niveles aceptables. El niño Armando Valdés Freire, como Chala, está excelente. Se hace uno con el personaje y le concede una espontaneidad y una seguridad que son raras en el cine cubano. Daranas demuestra ser un excelente director de actores, sobre todo de niños. Nunca antes había visto en el cine cubano a tantos niños actuar tan bien y de forma tan natural (con la excepción de Amaly Junco, quien hace de Yeni, el objeto sentimental de Chala, que es un personaje que se pasa la película con cara de gravedad y que parece forzada, como forzada es la trama secundaria que incorpora, por ser una residente ilegal de La Habana con un padre de una nobleza impecable).

Yuliet Cruz, como Sonia, la madre de Chala, demuestra una vez más su soltura delante de las cámaras. Pero de nuevo, le dan un personaje de una sola nota, la cual toca muy bien. Pero se merece más como actriz. Ya lo ha demostrado en Melaza y en La película de Ana. Armando Miguel Gómez (Melaza) como Ignacio y Tomás Cao (La película de Ana) como el director de la escuela de conducta, están bien en sus limitados papeles.

Para mi el personaje más interesante y más humano es el de María, la maestra que sustituye a Carmela cuando esta se enferma. Interpretado de manera excelente por Miriel Cejas, se presenta como una joven de ímpetu escéptico, que tiene poca paciencia pero buenas intenciones y que está dispuesta a mejorar y a entender. Es un personaje lleno de matices que se ha perdido en las alabanzas a los personajes principales porque los críticos han preferido arrodillarse ante el estereotipo. Cejas lo interpreta con mesurada intensidad dramática, poniendo los acentos expresivos solamente donde son necesarios. Lo peor es el personaje de Raquel la burócrata que interpreta Silvia Aguila. No solo es un personaje de cliché negativo, sin oportunidades dramáticas, sino que la actriz no tiene la menor idea sobre qué hacer con él.

Un problema de la película es que muchas de las cosas se sobrentienden. La maestra es una gran maestra porque se nos dice, pero en realidad no vemos sus virtudes. El cine, como decía Bazin, es una realidad en sí misma y hay que aprovechar la fuerza de la imagen. En este caso, Daranas desperdicia un poco esto y opta por un pedagogismo verbal que minimiza la realidad cinematográfica y atenta contra la credibilidad de los personajes.

El uso de la música es bastante cursi y muy dentro de las normas del melodrama y del folletín. La fotografía de Alejandro Pérez (Tres veces dos) es apta y no distrae de la trama, que es el objetivo del director.

Mucho se ha hablado sobre los elementos de crítica que contiene el filme. Se dice que es un gran paso de avance si se le compara con El brigadista. Lo cierto es que hace rato que el cine cubano muestra el lado sórdido de la realidad, porque ya este sol no puede taparse con un dedo. Pero como crítica social, más allá de la niña que para honrar a un compañero que acaba de morir pone, en un gesto que dentro del argumento está traído por los pelos, una estampita de la Caridad del Cobre en el mural del aula (lo cual supuestamente crea un caos institucional que Carmela desafía), de algunas frases hechas (“Llevo menos tiempo en la escuela que los que dirigen el país”), que no son más que observaciones inescapables, aquí todo se puede remediar. Los dirigentes de las escuelas son comprensivos y flexibles, la maestra está dedicada a salvar la individualidad, el niño, muy a pesar suyo, parece rescatable y hasta los delincuentes muestran humanidad. La madre es más digna de lástima que otra cosa. Esto no es más que un neorrealismo italiano adaptado a La Habana, setenta años más tarde, con elementos de realismo antisocialista de baja intensidad. No debe olvidarse que el filme, antes de exhibirse, fue mostrado a la ministra de educación y a sus viceministros, todos los cuales dieron su signo de aprobación, y que el filme fue producido por el ICAIC y el Ministerio de Cultura, y que al final, Daranas le da las gracias, entre otros, a Abel Prieto, exministro de cultura y actual asesor de Raúl Castro.

Si bien se agradece que esta vez los eslóganes no son a favor del proceso revolucionario, sino más bien son un tímido cuestionamiento de lo que queda del mismo y que comparada con las películas cubanas cuyos personajes principales son niños, como los bodrios de Juan Carlos Cremata (Chamaco, Viva Cuba) es un gran salto adelante, Conducta no pasa de ser una telenovela bastante bien hecha, con la crítica social que conlleva siempre el género (los que detentan el poder nunca son bien vistos y los humildes y perdedores sociales son por quienes apuesta el público), que no se va más allá de las normas pautadas por el género y por lo que resulta critica dosificada y admisible en la deteriorada Cuba de hoy.

Conducta (Cuba, 2014). Guión y Dirección: Ernesto Daranas. Director de Fotografía: Alejandro Pérez. Con: Alina Rodríguez, Armando Valdés Freire, Yuliet Cruz, Silvia Aguila, Miriel Cejas, Armando Miguel Gómez y Tomás Cao. Duración: 100 minutos. No se estrena en Estados Unidos pero está disponible en YouTube, varios sitios de internet, se ha exhibido en canales de televisión de Miami y el DVD está disponible en Kimbara Cinemateca Cubana.


Los comentarios son responsabilidad de quienes los envían. Con el fin de garantizar la calidad de los debates, Cubaencuentro se reserva el derecho a rechazar o eliminar la publicación de comentarios:

  • Que contengan llamados a la violencia.
  • Difamatorios, irrespetuosos, insultantes u obscenos.
  • Referentes a la vida privada de las personas.
  • Discriminatorios hacia cualquier creencia religiosa, raza u orientación sexual.
  • Excesivamente largos.
  • Ajenos al tema de discusión.
  • Que impliquen un intento de suplantación de identidad.
  • Que contengan material escrito por terceros sin el consentimiento de éstos.
  • Que contengan publicidad.

Cubaencuentro no puede mantener correspondencia sobre comentarios rechazados o eliminados debido a lo limitado de su personal.

Los comentarios de usuarios que validen su cuenta de Disqus o que usen una cuenta de Facebook, Twitter o Google para autenticarse, no serán pre-moderados.

Aquí (https://help.disqus.com/customer/portal/articles/960202-verifying-your-disqus-account) puede ver instrucciones para validar su cuenta de Disqus y aquí (https://disqus.com/forgot/) puede recuperar su cuenta de un registro anterior.