Actualizado: 27/03/2024 22:30
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El cierre de la 'desmitificación' martiana

Miguel Fernández-Díaz publica un libro que aborda la muerte de José Martí a partir de nuevas salidas que reposicionan a la cultura cubana.

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Hace ya más de una década, parte de la intelectualidad cubana inició o retomó un programa que pudiéramos reconocer como "desmitificación" o "deconstrucción" martiana. Se trataba de un proyecto polémico, pues impugnaba la sacralización oficial de la figura que el gobierno cubano y sus ideólogos utilizan para dar cobertura (digamos que un poco de decencia) a sus políticas. Tuvo al menos tres inspiraciones fundamentales:

1. El amparo teórico de lo que se llamó "postmodernismo", que contenía en su paquete de propuestas el cuestionamiento de los discursos legitimantes. La conocida "deconstrucción", que fue un lema antes que un método, alcanzó sobre los ideologemas martianos algunos de sus pocos saldos efectivos.

2. Las propuestas de microhistoria, historia inmediata, minoritismo, feminismo, culturalismo y sociologismo que hicieron las escuelas francesa y norteamericana en La Habana de los años ochenta y sobre todo noventa, y que bajo cierto signo de novedad llevaban al cuestionamiento de los valores estructuradores de la historiografía cubana más ortodoxa.

3. La saturación generacional con una "martianidad" usada como ideología y "texto sagrado".

Este programa alcanzó al arte, el periodismo, la historiografía y otras zonas del pensamiento. Llegó a ser de índole tan plena, que se convirtió finalmente en una moda: todo el mundo llegó en algún momento a considerarse portador de "un nuevo Martí". Quisiera por tanto atreverme a diagnosticar, ante todas las evidencias y resultados, que aquel programa que llamaba a desmontar el mito martiano ya se ha satisfecho. Insistir en él no sería novedad, sino exceso. Indiferencias o búsquedas más audaces nos esperan.

'La audacia de la indiferencia' estaría dada por la evidencia de que por mucho que nos harte Martí, la política cubana ha adquirido en él uno de sus códigos fundamentales. Después de todo, Martí es como una clave de intercambio, un lenguaje: hasta una jerga. Es casi imposible hacer política práctica en Cuba sin apelar a una demagogia disfrazada de martianidad. Es una fatalidad.

Desde el punto de vista pragmático, incluso de 'marketing', cualquier político cubano del futuro deberá venir en nombre de José Martí, propóngase lo que se proponga. 'La audacia de la búsqueda' se refiere al carácter irrenunciable que tiene su legado, el más alto en el marco de la cultura cubana, frente al que no se puede ser más que continuador incluso en la ruptura o en la indiferencia.

Cierre o fin

Después de haber repasado críticamente ese período tan afanoso de cuestionamiento del mito y las solemnidades martianas, sobre todo de aquellas que tenían una intencionalidad ideológica (que abarca incluso a las que se hacen, usando a Martí, en contra del Martí de Castro), creo que el rol simbólico de "cierre" y "salida" de esa etapa se puede asignar al libro de Miguel Fernández-Díaz La muerte indócil de José Martí (Miami: NPC, 2005).

Un proceso análogo al que refiero se llevó a cabo en la Universidad de La Habana (UH) a mediados de los años ochenta con el legado marxista. Recuerdo una interpretación con pretexto filológico que el profesor Alexis Jardines realizó sobre la obra de Federico Engels traducida como Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.


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