Actualizado: 27/03/2024 22:30
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El fin del patriarcado

Aunque Alcarrás no llega al nivel de excelencia que alcanzó la realizadora con Summer 1993, su primera película, tampoco decepciona

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“Carla Simón ha debutado por todo lo alto y lo único que debe preocuparle ahora es cómo repetir este logro. Aunque con este filme ya sería suficiente para tener un lugar destacado en la cinematografía española”, escribí no hace mucho en mi crítica sobre Summer 1993 la ópera prima de la realizadora catalana Carla Simón. El filme era casi autobiográfico respecto a la infancia de Simón, quien nació en la Garrotxa catalana y ahí ubicó su trama.

Para su segundo filme, Alcarrás, aunque no ya estrictamente biográfico, también toma de las experiencias de su infancia y adolescencia, ya que la familia de su madre cultiva melocotones y nectarinas y la directora pasaba los veranos en la región de la Segriá, cercana a la Garrotxa, en la finca de su abuelo.

Esta vez la trama gira alrededor de la familia Solé, quienes por tres generaciones han cultivado melocotones y nectarinas y están a punto de perder la finca familiar. Rogelio, el abuelo y patriarca de la familia, trabajaba para el dueño de los terrenos y este hizo con él un acuerdo de caballeros y le cedió la parte de sus tierras que pasaron a ser la finca de Rogelio. Ahora los descendientes del antiguo dueño han decidido ceder a la modernidad y convertir las tierras en una finca de paneles solares.

Los Solé quieren defenderse, pero no tienen papeles que los legitimen como propietarios de las tierras, lo único que tienen a su nombre es la propiedad de la casa, pero con eso solamente no pueden subsistir. Este va a ser el último verano de recogida de la cosecha.

Quimet, el hijo mayor de Rogelio, hace todo lo posible por mantener la finca, pero tiene la batalla perdida de antemano. Su cuñado Cisco, se une a los trabajadores de la finca de paneles solares y aquí comienzan las fisuras en el tejido de la familia. Las mujeres son más abiertas a aceptar el cambio, ya que entienden que sobrevivir con el cultivo de las frutas, no les dará para vivir. El mismo Quimet, que incluso se involucra en la politización de la situación de los cosechadores de melocotones, sabe que el final está inevitablemente próximo y constantemente recrimina a su hijo Roger, que sea muy eficiente en la finca y que no tenga buenas notas en la escuela.

Sin embargo, los lazos familiares predominan por encima de la situación que los rodea y de las diferencias entre ellos mismos. Se sienten fuertemente unidos por el amor que sienten entre ellos y también por la fuerza de las costumbres.

Simón va narrando a paso deliberadamente lento, de forma natural, las reacciones de los distintos miembros del grupo, Desde el abuelo Rogelio, pasando por Quimet, su esposa Dolors, sus hermanas y su cuñado y sus hijos Mariona y Roger, dos adolescentes y su hija más pequeña, Iris. El hilo argumental se va tejiendo con agilidad entre los diversos minigrupos y al final nos ofrecen un cuadro completo de la unidad de la familia.

Hay algo que veo también en el filme. Simón, con mucha sutileza narrativa, sin hincapiés innecesarios y de una forma orgánica a la trama, va mostrando el desmoronamiento del patriarcado. Los hombres son los principales cultivadores, los que toman las decisiones, pero en la medida que su rol de proveedores va desapareciendo, pierden fuerza moral y poder sobre el resto de la familia. Ya no son imprescindibles y, en este caso, se apegan a costumbres a punto de perecer. Se acercan cambios en la jerarquía familiar. Hay una secuencia en la que establece una relación conmovedora entre Rogelio (el pasado) y la pequeña Iris (el futuro), que se resuelve de manera magistral.

Simón trabaja de nuevo con su propio guion, aunque en esta ocasión lo hizo con la ayuda de Arnau Vilaró, cuya familia también trabaja en la agricultura y es de la región donde acontece la trama. Sin embargo, esta vez, el libreto se vuelve un poco repetitivo y hay momentos en los cuales, si no fuera por la capacidad de usar las imágenes que tiene Simón, el filme puede volverse gratuitamente tedioso. Por otra parte, aunque muy bien contada, sin elementos excesivos de melodrama, ni reiteraciones argumentales, la película carece de pegada narrativa. Hay secuencias que parecen no añadir nada.

Los actores son todos amateurs o con escasa experiencia en el cine y, de nuevo, como en su filme anterior, la realizadora los dirige muy bien, logra un naturalismo casi documental, que parece que capta los momentos de explosión emocional y de catarsis, simplemente porque la cámara estaba ahí como testigo y no por ser un guion premeditado. Todos los actores cumplen sus roles sin problemas y Simón vuelve a demostrar su extraordinaria habilidad para dirigir niños.

La fotografía de Daniela Cajías recorre los serenos paisajes como una narradora más, nos permite captar los cambios de ánimo de los personajes más allá de lo escrito en el guion.

El filme tiene mucha influencia de El árbol de los zuecos de Ermanno Olmi, filme que ganó la Palma de Oro en Cannes en 1978, pero sin la carga neorrealista y sociológica del italiano, aunque muchos han criticado la influencia de ese estilo en el filme de Simón. Su naturalismo invita al análisis social, pero no fuerza su opinión.

Alcarrás ganó el Oso de Oro a la mejor película en el Festival de Berlín y ha sido muy aclamada por la crítica. Ganó la mitad de los premios que concede el Círculo de Escritores Cinematográficos de España. A pesar de ello, estuvo nominada para once premios Goya y no ganó ninguno, perdiendo al menos tres de ellos, con As Bestas, otro excelente filme de tema muy similar.

Aunque pienso que Alcarrás no llega al nivel de excelencia que alcanzó con Summer 1993, tampoco es un filme que decepciona. Los pequeños defectos de guion, deben ser fácilmente superables por alguien con el talento cinematográfico que ha demostrado Carla Simón, quien ya puede ser considerada entre los mejores directores españoles del momento.

Alcarrás (España/Italia, 2023). Dirección: Carla Simón. Guion: Carla Simón y Arnau Vilaró. Dirección de fotografía: Daniela Cajías. Con: Josep Abad, Jordi Pujol Dorcet, Anna Otin y Albert Bosch. Se encuentra disponible a través de la plataforma Amazon Prime y es gratis para los suscriptores de MUBI.

Haga clic en el título para ver la reseña de Roberto Madrigal sobre Summer 1993: “La pérdida, el dolor y el dilema de la esperanza”.

Haga clic en el título para ver la reseña de Roberto Madrigal sobre As Bestas: “El derecho a la tierra”.


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