Actualizado: 25/04/2024 19:17
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El supuesto 'San Ernesto'

Un documental de Isabel Santos vuelve sobre el mito del Che alimentado por La Habana durante los últimos 40 años.

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San Ernesto nace en La Higuera es el título de un documental de la actriz Isabel Santos, devenida realizadora. Concebido en coautoría con Rafael Solís, director de fotografía de varias películas cubanas, su material fílmico fue elegido mejor documental por la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en la última edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

El material de marras podría entenderse como una fuerte antítesis a lo que por estos días se "cocina" en torno a la duda sobre la presencia de los restos de Ernesto Guevara en la Plaza de la Revolución de Santa Clara.

Esta versión singular de la imagen del Che se aleja un poco de la moda. Como se sabe, Che Guevara es en la actualidad una marca más del mercado. Su rostro adorna jarros, encendedores, llaveros, billeteras, bebidas, camisetas deportivas, gorras… y su presencia está más en las bisuterías de la industria turística, que en la conocida frase de los pioneros que obliga a admirarlo.

Pero estas imágenes, vistas en formato digital en La Habana, son una trabajada y concienzuda forma de entrar en un juego que no se sabe cómo terminará.

Evidentemente, el ICAIC imposibilitó que se mostrara al hombre que estuvo a cargo de la mayor parte de la economía entre los años 1960 y 1963, y fue testigo del colapso de la producción de azúcar, el fracaso de la industrialización y la introducción del racionamiento. Tampoco que se visualizara el desastre de su expedición al Congo en 1965 y su alineamiento con personajes como Pierre Mulele y Laurent Kabila.

Elogiado por la crítica oficialista, el documental de Isabel Santos comienza con una sentencia que marca definitivamente su veredicto, así como su intención y discurso puramente idealizado. Testimonia una frase escrita en uno de los costados de un predio estudiantil en La Higuera: "Por esta puerta salió un hombre a la eternidad". Y así concuerda con la versión construida desde 1997: en Bolivia sólo está el alma del Che.

Visto como un santo imposible de canonizar, podemos asistir a escenas que muestran cómo el Che es alimentado con pan, dulces, bebidas locales y las velas de los habitantes de Valle Grande y La Higuera.

A su alma se le invocan deseos y procuras. Su imagen dista de aquella foto de Alberto Korda que lo convirtiera en un icono del galán comunista. Las ilustraciones muestran a campesinos, gente humilde y olvidada por la vida, allí mismo donde el supuesto 'San Ernesto' intentó su idea de unidad latinoamericana.

¿Acaso no se lee en la edición cubana del diario del Che en Bolivia la frase: "Las masas campesinas no nos ayudan en absoluto" ? ¿No son esas mismas personas o esas poblaciones obreras las que no se sumaron a la idea guevariana del paraíso comunista?

Lo cierto es que la sentencia, escrita con melancolía, marcó la verdadera muerte del guerrillero utópico, más allá de balas y muy cerca de las traiciones.


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