Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Guerrillero, santo, mártir y cartel (I)

Una exposición parte de la emblemática foto de Alberto Korda, para analizar la formación, transformación y deformación del Che como icono y como figura simbólica.

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Hace cuarenta y cinco años, el fotógrafo cubano Alberto Korda (1928-2001) captó con su Leica M2 una imagen a la cual tituló Guerrillero Heroico, y que después ha circulado por prácticamente todo el planeta. Quienes saben de ello, afirman que ostenta el récord de ser la que más se ha reproducido en la historia del arte fotográfico. Ahora aquella emblemática obra vuelve a cobrar actualidad gracias a una exposición, Che! Revolution and Commerce, que se puede ver, hasta el 26 de febrero, en el Internacional Center of Photography (1114 Avenue of the Ameritas at 43 Street, Nueva York). A la Gran Manzana llega tras haberse presentado en el California Museum of Photography, Riverside, y en la primavera viajará al Centro de la Imagen, de la capital mexicana.

La exposición, cuya curadora es Trisha Ziff, se inicia, como es de rigor, por lo que fue el principio de todo lo que vino después. Lo primero que uno puede apreciar cuando la recorre es la impresión de la prueba de contacto de las fotos tomadas por Korda el 5 de marzo de 1960, durante el entierro de las personas que murieron cuando el buque francés La Coubre explotó en el puerto habanero. Como él mismo recordó en varias ocasiones, se hallaba a unos ocho o diez metros de la tribuna presidencial, tratando de recoger imágenes de Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir y otras personalidades que allí estaban. Fue en ese momento cuando el Che Guevara abandonó su asiento y se aproximó a la baranda, para mirar el mar humano que cubría la calle 23. Apenas le dio tiempo para tirar un par de negativos, pues medio minuto después el Che había desaparecido. En la primera de las tomas aparecen dos detalles: el perfil de uno de sus colaboradores en el Banco Nacional de Cuba (izquierda) y la hoja de una palma (derecha). En la segunda toma Korda pudo eliminarlos y captar sólo al Che, en esa imagen de la cual se han hecho innumerables versiones y variaciones y que ha se ha convertido en una figura icónica que de inmediato identificamos.

Muchos se han preguntado acerca de por qué, entre todas las fotografías que existen del Che, la que más amplia e insistentemente se ha divulgado ha sido ésta, que se centra casi por completo en el rostro. Hay que decir, en primer lugar, que se trata de una buena foto, en la que de manera fortuita Korda consiguió captar una insólita expresividad. Sorprende que en medio de una situación como aquélla, en la cual se mezclaban el dolor y la rabia, la imagen del Che proyecte tanta serenidad. Asimismo su barba y su pelo largo, flotando al viento, le dan un aire de Cristo moderno. Precisamente, ese detalle de la barba y el pelo largo hizo que la figura del Che fuera asumida por los hippies y la contracultura norteamericana de los sesenta y los setenta, que usaban esos atributos como un símbolo de rebeldía.

Tampoco hay que olvidar que el Che era muy fotogénico, y sus características físicas coinciden además con el concepto de la belleza masculina impuesto por la cultura occidental. Fue un hombre bien parecido, al igual que lo son el egipcio Omar Sharif y el español Antonio Banderas, actores que lo caracterizaron en el cine en Che! y Evita, respectivamente. Eso ha llevado a David Kunzle, autor del libro Che Guevara. Icon, Myth, and Message, a preguntarse: ¿qué hubiera ocurrido si el Che hubiese sido menos guapo, si no hubiera llevado barba? ¿Qué si no hubiera sido personalmente encantador, fotogénico, carismático? Y luego apunta: "Es digno de señalar que históricamente los artistas han cumplido su tarea de embellecimiento del poder, dando sustancia estética a sus ideales. En el caso del Che, la naturaleza se los puso fácil".

Pero volviendo a la imagen de Korda, posee una claridad y una sencillez de los contornos de la figura que hacen de ella una matriz fotográfica fácilmente adaptable para ser impresa en cualquier superficie, ya sea un cartel, una pared, una camiseta o la cubierta de un libro. Todos esos factores permitieron que Guerrillero Heroico haya devenido la imagen serializada de un hombre en torno al cual se creó una devoción, un culto. Como comenta Vicki Goldberg en The Power of Photography, la vida del Che, sus ideales y su muerte parecen haberse concentrado en esa fotografía.

Icono cultural de la izquierda

Sin embargo, la foto de Korda no empezó a ser reproducida y diseminada hasta varios años después. De hecho, la primera vez que se publicó fue en un anuncio, aparecido en el diario Revolución (abril 28 de 1961), sobre la conferencia "La industrialización en Cuba", que el Che iba a pronunciar en televisión. Seis años después fue usada para ilustrar el artículo de Jean Lartéguy Los guerrilleros, publicado en agosto de 1967 en la revista francesa Paris Match. Allí se le presentaba como "la foto oficial del Che", y entonces nadie imaginaba que diez semanas después la prensa radial y escrita de todo el mundo estaría divulgando la información de su muerte en Bolivia.

Fue a partir de su desaparición física, cuando Guerrillero Heroico empezó a reproducirse y difundirse, sin que durante varios años se conociera el nombre de quien la había tomado. Al irlandés Jim Fitzpatrick se debe Viva Che! (1968), una de las primeras representaciones gráficas que contribuyó a que la imagen de Korda comenzara a adquirir su valor como icono cultural de la izquierda y los movimientos progresistas. Ese mismo año la revista norteamericana Evergreen Review incluyó en la cubierta del número de febrero una recreación de la foto, hecha por Kenneth Dearoff a partir de un cuadro de Paul Davis.


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