Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Con ojos de lector

Guerrillero, santo, mártir y cartel (I)

Una exposición parte de la emblemática foto de Alberto Korda, para analizar la formación, transformación y deformación del Che como icono y como figura simbólica.

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Pero sin duda el impulso más significativo corresponde al editor izquierdista italiano Giangiacomo Feltrinelli. En 1967 había viajado a Bolivia para interceder ante el gobierno por el ensayista francés Regis Debray, quien se hallaba en la cárcel. A su regreso pasó por la Isla, y aprovechó para solicitar a Haydée Santamaría a que le ayudase a conseguir una foto del Che. Ésta lo envió a ver de parte suya a Korda, quien, a solicitud de Feltrinelli, le imprimió una copia de su Guerrillero Heroico. Ya en Italia y al conocerse la noticia de la muerte del Che, el editor decidió usar el retrato para diseñar un cartel de gran tamaño, del cual hizo imprimir un millón de ejemplares. Por más izquierdista y simpatizante de la revolución cubana que fuese, Feltrinelli también figura en la nómina de los tantos que utilizaron la matriz de Korda sin ni siquiera darle crédito. Tampoco compartió con él ni un solo centavo de los varios millones de dólares que ganó con el cartel, que figura entre las piezas que se pueden ver en Che! Revolution and Commerce.

En Cuba, la foto fue utilizada durante el homenaje póstumo que se rindió al Che el 18 de octubre de 1967. Una reproducción a tamaño monumental fue desplegada en la fachada del Ministerio de Industria, cuya dirección había ocupado el Che. Desde entonces, ese espacio ha sido dedicado a acoger diferentes versiones de la imagen de Korda, hasta que por último se instaló allí una silueta metálica realizada por el escultor Enrique Ávila González. Es poco recordado, no obstante, que pocos meses antes una impresión del retrato se había empleado en otro acto masivo celebrado también en la Plaza de la Revolución, en esa oportunidad para dar a conocer la carta enviada por el Che a la Conferencia Tricontinental.

Por los mismos días cuando se supo su caída en Bolivia, se imprimieron en la Isla los primeros afiches que tomaban como pie forzado el original de Korda. El primero fue obra de Frémez, y en el mismo el rostro del Che se disuelve y reaparece dentro de un espacio monocromático rojo. Se conoce más a través de catálogos y libros, pues sólo se imprimieron unas pocas copias. Sí contó con una gran tirada el que diseñó Ñiko (Antonio Pérez González), quien repite la imagen en diferentes tamaños. Alfredo Rostgaard también se inspiró en la foto de Korda para crear el afiche del documental Hasta la victoria siempre, realizado por Santiago Álvarez en 1967. Otros artistas cubanos que también aportaron a que ese retrato se convirtiera en una imagen omnipresente fueron Fayad Jamís, Enrique Agramonte, Mario Gallardo, Raúl Martínez, Félix Beltrán y René Mederos, quien a comienzos de los años noventa recreó en una serie de veinticinco acrílicos la vida del revolucionario argentino.

La Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAL) fue el organismo que llevó a cabo una activa labor de difusión internacional de la figura del Che. A través de la revista Tricontinental, de la que llegaron a imprimirse cincuenta mil ejemplares, circularon obras gráficas en formato de carteles, que al inicio eran de pequeño formato, pero que a mediados de los setenta, cuando pasaron a distribuirse separados del cuerpo de la revista, llegaron a tener dimensiones de 51 por 72 centímetros. Según David Kunzle, un buen número de esos afiches políticos lograron llegar a Estados Unidos, y aún se pueden encontrar copias en librerías progresistas y de izquierda.

Si se comparan con los que circularon en países como China o la extinta Unión Soviética, los carteles de la OSPAAL (también la OCLAE distribuyó algunos) poseen un buen nivel de calidad estética, lo cual ayudó a la diseminación de su mensaje ideológico. El empleo de un amplio colorido y la preferencia por estilos entonces de moda como el op y el pop, distinguen a muchas de esas obras. Ejemplos ilustrativos son los afiches creados por Rafael Enríquez ( Che vive), Víctor Manuel Navarrete ( ¡Hasta la victoria siempre!), Elena Serrano ( Día del Guerrillero Heroico, 1968), Lázaro Abreu ( Día del Guerrillero Heroico, 1970), Olivio Martínez ( Día del Guerrilero Heroico, 1973), Rafael Morante ( Ernesto CHE Guevara, 1983), así como la cubierta de Rotsgaard para el número de septiembre-octubre de 1969 de Tricontinental.

Aparte de esas recreaciones hechas por artistas profesionales, la foto de Korda se reprodujo con un estilo más guerrillero, ingenuo e inmediato en paredes, pancartas y panfletos. Se usó en las manifestaciones callejeras del Mayo del 68 francés; en movimientos como el de el de los derechos civiles en Estados Unidos y la Primavera de Praga; y más recientemente, en las luchas de reivindicaciones sociales de los campesinos mexicanos de Chiapas. Otras figuras se han popularizado después (Rigoberto Menchú, el subcomandante Marcos, Nelson Mandela, Mumia Abu-Jamal), pero la del Che sigue ejerciendo en América Latina, Asia y el Medio Oriente su fascinación, como emblema de la revolución. Pero junto a su continuidad, el uso de su imagen también se caracteriza, como señala la curadora de Che! Revolution and Commerce, por su infinita maleabilidad. A punto de cumplirse cuatro décadas de su muerte, el Guerrillero Heroico ha venido a parar en una mitificación que va en detrimento de su ideología. El itinerario de esa evolución se resume muy bien en una frase que figura en la contraportada del libro de Jean Cau A Passion for Che Guevara: "guerrillero, santo, aventurero, héroe, mártir y cartel".


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