Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Con ojos de lector

(H)ojeando revistas

Entre otros materiales de interés, 'La Gaceta de Cuba' incluye en su último número un dossier sobre ese capítulo perdido de nuestra historia literaria que fueron las Ediciones El Puente.

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Insiste Fulleda León sobre la significativa presencia que los escritores negros tuvieron en el catálogo de El Puente, "algo jamás visto ni antes ni después en toda la historia de la literatura cubana”. Cita nombres como los de Ana Justina Cabrera, Georgina Herrera, Morejón, Guillermo Cuevas Carrión, Manolo Granados, Tomás González, José Madan, Armando Charón, Rogelio Martínez Furé, Mario Balmaseda, Reynaldo Hernández Savio, Rolando Buenavilla, Eugenio Hernández Espinosa, Maité Vera… Y aprovecha además para precisar: “No éramos un movimiento literario en sí, con postulados o dogmas estéticos, sino un grupo de jóvenes que necesitábamos expresarnos por medio de la literatura y que gracias a la existencia de la Revolución que queríamos y nos estimulaba fuimos creciendo, según el talento de cada uno, dándonos la mano". Sería interesante conocer qué opina acerca de los juicios y valoraciones recogidos en el dossier Guillermo Rodríguez Rivera, uno de los sepultureros oficiales de aquellas ediciones, para quien "lo propio de la poesía que difundía El Puente era el auge de un trasnochado hermetismo; de un intimismo que parecía ignorar en absoluto la existencia de una auténtica revolución socialista en Cuba".

Pero además del dossier dedicado a El Puente, en estas dos últimas entregas de LGC se incluyen otros materiales de no menos interés. Precisamente uno de los narradores que se dio a conocer en esas ediciones, el ya fallecido Manuel Granado, es recordado por Tato Quiñones en Mi socio Manolo. Se trata de una larga entrevista con el autor de Adire y el tiempo roto, que éste aceptó grabar con la única condición de que no tuviese que hablar de literatura. Sobre otro escritor también desaparecido, el santiaguero Jorge Luis Hernández, escriben José M. Fernández Pequeño, Jesús David Curbelo y Alberto Garrandés. Ambrosio Fornet, Fernando Martínez Heredia y Reinaldo Montero abordan la obra como escritor de Máximo Gómez, a propósito del centenario de su muerte. Y sin pretender agotar el contenido de los números de la revista, quiero por lo menos mencionar, en lo que a literatura se refiere, el ensayo de Reynaldo González sobre Ramón Meza y la publicación de los textos ganadores en el X Premio de Poesía convocado por LGC: Los momentos de ser, de Marcelo Morales, y Desplazamiento al margen, de Caridad Atencio.

Mas como no sólo de literatura vive el ser humano, hay también textos sobre otras manifestaciones artísticas. Dando continuidad a una línea editorial que la revista ha atendido en los últimos años, se pueden leer entrevistas a los músicos Tata Güines y Mongo Santamaría, hechas ambas por el musicólogo Raúl Hernández. Maribel Rivero analiza la impronta que las religiones afrocubanas han dejado en el cine nacional, desde las películas testimoniales de Enrique Díaz de Quesada ( La brujería en acción, El cabildo de Ña Romualda, La hija del policía o En poder de los ñáñigos) hasta filmes más recientes como La vida es silbar y Miel para Oshún. Rufo Caballero hace un balance del IV Salón de Arte Cubano Contemporáneo; mientras que Rafael Acosta de Arriba y José Antonio Michelena se ocupan de la obra de Rubén Rodríguez Martínez, que en opinión del primero se encuentra "entre lo mejor y más interesante que está ocurriendo en el panorama pictórico y gráfico de las artes visuales cubanas". Por último, Rosa Ileana Boudet escribe sobre Albio Paz y Alberto Pedro, fallecidos meses atrás, dos dramaturgos que "se propusieron un teatro crítico que acompañara estos años difíciles".

Hay, como se puede apreciar, un contenido sumamente variado en estos dos œltimos números de LGC. Como ocurre con cualquier revista, no es necesario leerlos de la primera página a la última. Cada uno podrá escoger aquellos trabajos que sean más afines a sus intereses y gustos. En todo caso, en esas páginas hay suficiente variedad y calidad para seleccionar. Yo, por mi parte, quiero concluir esta nota haciendo lo que mi admirado Gastón Baquero expresó al comentar desde las páginas del Diario de la Marina la salida de un nuevo número de Orígenes: trazar un signo de aprobación y de estímulo a los editores de esa revista.


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