Actualizado: 25/04/2024 19:17
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¿La música bailable del futuro?

'Siete Rayo', el nuevo álbum de Descemer Bueno: Razones para bailar.

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Exuberante y enérgico

Para este asalto al caprichoso reino de las discotecas de medio mundo, Descemer Bueno se ha hecho acompañar de un nutrido grupo de colaboradores: desde George Pajon Jr., miembro del conocido grupo de hip-hop Black Eyed Peas, y el ex Kumbia Kings, DJ Kane, hasta el técnico Jim Janik (quien incluye en su currículum nada menos que trabajos con Led Zeppelin, Deep Purple, Marilyn Mason, Tupak y Notorius BIG), pasando por sus colaboradores habituales: el guitarrista Ahmed Barroso, el tecladista Elie Katz y la cantante Magilee Álvarez.

El resultado es exuberante y enérgico, sobre todo en piezas como La lengua, El carro, El train, Mueve y Cumbia reggae, entre otras. Fiel a la tendencia actual de la música bailable, el ritmo básico del disco tiende a ser sencillo, justo al alcance del bailador promedio, pero el músico construye sobre éste una profusa y elaborada amalgama con sonoridades, melodías y ritmos de las más diversas procedencias.

Siete Rayo da cuenta de un proceso de asimilación intensa de músicas que al entrar en contacto revelan una sorpresiva familiaridad: desde la canción que anuncia en su título la mezcla de cumbia y reggae, hasta asociaciones más complejas, donde pueden intervenir los aires de los gitanos balcánicos y el afro-beat, con ráfagas de surf-rock, música flamenca (o su prima-hermana, la árabe) en las guitarras y una muy peculiar interpretación del fraseo hip-hop.

Las letras, quizás demasiado elementales en comparación con la sutileza musical del disco, despliegan su mejor momento en la nueva versión de Sé feliz (el bolero con el que Bueno inició su grabación con Fernando Álvarez) o en aquel simpático retruécano de El carro, que de algún modo resume el vicioso (y adictivo) círculo de carencias y sueños de los compatriotas de Bueno: "Lo que yo quiero es un carro/ para que después que yo tenga mi casa/ irme pa' la casa con mi carro".

Hay quien anuncia este disco como la música bailable del futuro. No me permito ser tan optimista. Este y otros discos parecen ser parte de una guerra de guerrillas en el progresivo y apabullante proceso de simplificación musical. Pero las posibilidades de triunfo de aquellos frente a este son casi nulas, sólo por la monstruosa asimetría de fuerzas.

Es mejor, por ahora, no ponerse apocalípticamente patéticos y simplemente agradecer las propuestas de Siete Rayo, una música que todavía se esfuerza en darnos buenas razones para bailar.


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