Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Motivos de intolerancia

En este filme la actuación de Daniela Vega, transexual en la vida real, en solo su segunda película, es extraordinaria

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La sagrada familia del hombre y la mujer matrimoniados, de por vida, por supuesto, si acaso con alguna que otra amante permitida al hombre, nunca a la mujer; hijos con carreras y matrimonios correctos, dentro de la misma clase social y de similar procedencia; nietos; mantener con modestia una sólida posición financiera; pagar las deudas a tiempo; vestir discretamente a la moda; ayudar moderadamente a los más necesitados; adoptar superficialmente una religión judeo-cristiana. Esos son la estructura y algunos de los mandamientos que fundamentan la moral de la sociedad burguesa tradicional. Dentro de ellos, se aceptan trastornos, discrepancias, tropezones, caídas y redenciones. Los límites de la tolerancia deben estar claramente establecidos. Contra ese edificio, o algunas de sus partes, se dirige Una mujer fantástica, un buen filme que acaba de ganar el Oscar a la mejor película en lengua extranjera.

El homosexualismo, el despilfarro, el ocio, la irreligiosidad y mezclarse con personas de origen disímil son los principales elementos que amenazan a la mole y que ponen a prueba los límites de la tolerancia. En Una mujer fantástica, se añade un nuevo insulto. No solo aparentemente Orlando, un exitoso hombre de negocios cincuentón lleva una relación apasionada con una mujer más joven, algo que fue, o la causa del divorcio o que sucedió inmediatamente después de este, aniquilando toda posibilidad de regreso al matrimonio, porque la mujer demás de ser decenas de años mas joven y provenir de una clase pobre, es transexual.

Tras una noche de tragos y sexo salvaje (considerando la edad de Orlando), el hombre comienza a sufrir dolores de cabeza, se desorienta y muy pronto muere recién llegado al hospital víctima de un aneurisma. Todo sucede inesperada y repentinamente. Marina, la amante lo lleva al hospital y una vez que muere, llama al hermano de Orlando para que la familia se ocupe de los trámites, ya que ella no tiene ningún poder legal.

Inmediatamente salen a relucir los demonios interiores de los familiares. La exesposa, los hijos, el hermano no pueden contener que se expresen sus más oscuros sentimientos. El odio reprimido al ser diferente sale a flote, las miradas son acusatorias, piensan que ella se quiere quedar con el apartamento donde Marina vivía con Orlando, la policía se muestra bien celosa en su investigación y a Marina se le aísla y se le impide ir al velorio de su amante. Todo se vuelve una confabulación impenetrable. El curso siguiente del argumento es la lucha de Marina por mantener intacta su dignidad dentro de este proceso y reclamar lo poco que le corresponde.

Todo lo anterior me parece que deja la impresión de que esta película es muy solemne y pretenciosa. Sin embargo, está narrada con desenfado, a la manera de un melodrama tradicional, respetando las convenciones del género, solo que introduce el elemento de la transexual como giro diferente que dispara los resortes de la pequeña sociedad que rodea a los personajes. Un poco en el estilo de Brokeback Mountain, que introduce una relación homosexual dentro del western.

El realizador chileno Sebastián Lelio (Santiago, 1974) se interesa por develar los problemas de la ética burguesa, muy específicamente de la sociedad chilena, pero con resonancia universal. En Gloria (2013), su anterior filme exponía con circunspección las inseguridades que enfrentaba una mujer divorciada de 58 años cuando quería divertirse, regresar a la vida. Ambos filmes fueron escritos por él y por su coguionista Gonzalo Maza, quien obtuvo una maestría en cine del London Film School y ha sido crítico de cine. Ambos guiones son sólidos en sus aspectos generales, muestran oficio y eficiencia y mantienen un digno nivel de calidad artística dentro de los cánones del cine convencional. Narran con una óptica realista que a veces da un salto breve a lo onírico y lo fantástico, en la que predomina lo sombrío.

Sin embargo, al parecer, quieren convertir en cierta medida al personaje central en un símbolo, con lo cual caen en ciertos trucos, intencionales o no, que le restan fuerza a un filme cuyo argumento está centrado en el personaje de Marina. La relación de Marina y Orlando está expuesta de manera algo confusa, hay una tristeza que domina a la pasión que es a ratos incomprensible. En una figura tan importante para el filme como Marina, los guionistas montan ciertas trampas gratuitamente engañosas. La conocemos como una cantante de salsa de un club de medio pelo y su apartamento es bastante pobre, pero resulta que Marina tiene extraordinarias cualidades liricas y su padre, obviamente viudo, es un amante de la música clásica y probablemente un profesional destacado que se ha dedicado a preparar a su hija. Quizá en su registro vocal hay claves para comprender su cambio de sexo. Esto se utiliza como treta para elevar la dignidad del personaje y adosarle un valor simbólico que no registra bien con el resto del filme.

Pero la narración, salvo un par de momentos de agit-prop, como cuando ella va en el carro escuchando “I Am Woman”, ese himno del feminismo prehistórico que popularizó en 1972 la australiana Helen Reddy, el filme por lo general mantiene su ritmo de tono menor y entretenido, sin mucho sobresalto artístico.

La actuación de Daniela Vega, transexual en la vida real, en solo su segunda película, es extraordinaria. Tiene una presencia imponente y utiliza a la perfección sus habilidades histriónicas aparentemente sin el menor esfuerzo. Su Marina puede resultar en realidad un personaje inolvidable. Hace de ella una verdadera mujer fantástica solo en la forma en que enfrenta la cotidianidad hostil. El resto de los actores están muy bien, pero el filme se centra en Marina y ellos se limitan a servirle de apoyo, lo que hacen con gran oficio.

La fotografía del francés Benjamín Echazarreta (Paris, 1975), quien también trabajó en Gloria y la selección musical están excelentemente puestas en función de los distintos tonos del ánimo del filme. Ayudan a matizar y no a recalcar.

La película se alzó frente a una buena competencia de filmes ganadores de otros galardones y considerados favoritos. Es posible que dados los tiempos que corren, su temática la haya beneficiado, pero es un buen filme, con muy pocos defectos, con una convencionalidad estilística que no molesta.

Una mujer fantástica (Chile/Alemania/España/EEUU, 2017) Dirección: Sebastián Lelio. Guion: Sebastián Lelio y Gonzalo Maza. Director de fotografía: Benjamín Echazarreta. Con: Daniela Vega, Francisco Reyes y Amparo Noguera. De estreno en muchas ciudades de Estados Unidos.


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