Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Nuevas y viejas memorias del subdesarrollo

La documentalística tras 1959: Del sujeto colectivo a los marginales con sueños frustrados.

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Mejor que ningún otro género, el documental expresa el espíritu de lo que algunos consideran época romántica de la Revolución Cubana, aquella primera etapa concebida como un "gran salto adelante" fuera del subdesarrollo. Los realizadores no sólo habían de ofrecer testimonio de la "movilización total" en torno a la producción agropecuaria que semejante propósito conllevaba; también debían contribuir a la misma por medio de la propaganda revolucionaria y la ilustración de las masas.

El documental didáctico, un subgénero ampliamente cultivado en la década de los años sesenta, quintaesenciaba estos objetivos. Ciertamente, la idea de desarrollar el país estaba ya desde 1959, pero no es hasta después de declararse "el carácter socialista de la revolución" que todo el énfasis se desplaza hacia el proceso mismo de la producción. Basta comparar los documentales didácticos de fines de los años sesenta con Adelante cubanos para apreciar esta diferencia.

En este documental de 1959 encontramos aquel nacionalismo un tanto retórico que la propaganda comercial de entonces explotó: recuérdese las famosas cuchillitas cubanas, y el Álbum de la Revolución, compuesto por postales sobre la insurrección contra Batista que se vendían con caramelos.

"Consumir lo que el país produce es hacer patria", era la consigna del momento, y Adelante cubanos mostraba tanto la diversificación industrial (construcciones por prefabricado, industria cervecera, producción de artículos de belleza para la mujer, etcétera), como el "gran movimiento comercial" en que terminaba todo. "Al elevarse el nivel de vida del pueblo, se facilita el ir más veces a la tienda", decía la voz en off, mientras mostraba a las mujeres cubanas en el momento de la adquisición de artículos con la etiqueta "hecho en Cuba".

Es justamente este último momento del proceso el que quedará fuera de los documentales producidos en número de decenas por el ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos). No ya porque ahora, a pocos años del triunfo de 1959, todo está racionado y apenas hay que consumir, sino sobre todo porque la nueva ideología comunista invierte la obscenidad: si antes la publicidad mostraba sólo, estetizándolos, los bienes de consumo, mientras que el proceso de su producción quedaba fuera, ahora es este último el que ocupa la escena toda.

Queda la retórica iniciada de 1959 ("engrandecer la patria en la producción, como ya lo ha sido en su dignidad y soberanía", se oye en Adelante cubanos, que empieza afirmando: "Con fe en su destino y con un destino en su historia, conciente de su obra y firme en su revolución, surge Cuba plena de dinamismo en el año de la liberación"), pero se ha esfumado el sentido patriótico del consumo de productos cubanos, pues el consumo en sí ha quedado asociado al antiguo régimen y el sistema capitalista.

El nuevo contexto

Fracasada la diversificación industrial, son los tiempos de la producción agropecuaria, del "cordón de La Habana" y la Zafra de los Diez Millones. Las declaraciones de los cineastas reflejan muy bien la función del cine en el nuevo contexto. "Para un país en revolución, para un país que se proponga salir realmente del subdesarrollo, el cine es un medio idóneo para informar a la población obedeciendo a necesidades y objetivos muy concretos como los de la educación, la producción, la salud pública, la defensa, etc.", decía Julio García Espinosa en una encuesta sobre el cine documental.

En El documental didáctico y la táctica, Pastor Vega expone, por su parte, la ideología de ese género hoy olvidado y entonces en boga. Al tiempo que contribuye a formar a los cineastas, el documental contribuye a formar a las masas, enfrascadas en un proceso acelerado cuya primera etapa es la producción agrícola, asentada en la mecanización y la electrificación.

Según Vega, los hombres que tienen que llevar a cabo tal revolución son necesariamente los nuevos espectadores, porque no hay tiempo para esperar que de entre ellos y de las nuevas generaciones surjan las masas de técnicos óptimamente calificados.

"La convulsión económico-social propiciatoria del despegue sitúa al campesino recién alfabetizado como operador de tractores y de maquinaria agrícolas, dando el salto de los utensilios de trabajo de la Edad Media a la segunda mitad del siglo XX". Y en ese gran salto adelante hacia el mundo de la ciencia y la técnica, "tanto el arte como la pedagogía deben ser medios y no fines en sí de la inevitable transformación de la realidad".

El documental didáctico, ejemplo extremo de la heteronomía del arte en la sociedad socialista, juega un papel central en la ideología desarrollista de un régimen que, destruyendo a la sociedad civil, pone a la guerra en el centro mismo de la vida social. "La condición revolucionaria que el hombre comporta le obliga a considerar su propia existencia como elemento táctico de la lucha general por alcanzar estratos superiores de vida", y el cine documental, al ocupar un lugar central en este "combate", se eleva sobre sus limitaciones artísticas, deviniendo "Nueva Categoría Estética". Si la Revolución es ahora la gran obra de arte, el único fin en sí, el medio, ¿no queda de cierto modo ennoblecido?


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