Actualizado: 29/04/2024 2:09
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¡Oh Cuba Hermosa!: titánica investigación musicológica

Cristóbal Díaz Ayala es el maestro de todos los que se dedican a investigar la música cubana

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Cristóbal Díaz Ayala (La Habana, 20 de julio, 1930) es un investigador obstinado. Mejor diríamos: obsesivo, voluntarioso, incansable. Escritor, doctor en Derecho Civil, melómano y musicólogo radicado en Puerto Rico desde 1960, su labor de difusión de la música cubana lo ha llevado por Estados Unidos y Europa a impartir conferencias en numerosas Universidades y festivales culturales. Colaborador de Grove Dictionary of Jazz y de la Revista RPM (Instituto de Cultura de Puerto Rico), dirigió durante 16 años (1979 – 1995) el programa radial Cubanacán.

Ha publicado libros de obligada consulta sobre la historia de la música latinoamericana, principalmente la cubana y portorriqueña: Música Cubana: del Areyto a la Nueva Trova (1981), Si te quiere por el picodivertir. Historia del pregón latinoamericano (1988), Cuba canta y baila. Discografía de la música cubana de 1898 a 1925 (1994), Cuando salí de La Habana 1898 – 1997: Cien añosde música cubana por el mundo (1998), La marcha de los jibaros 1898 – 1997: Cien añosde música puertorriqueña por el mundo (1998) y Los contrapuntos de la música cubana (2006).

Ocupa un lugar destacado —por su belleza editorial y primer acercamiento a la configuración del canon de la canción cubana— 100 canciones cubana del milenio (1999): compendio personal de 100 temas emblemáticos de la cancionística de la Isla con un cuaderno informativo (datos biográficos, fotos y notas criticas de cada una de las composiciones) y cuatro discos con las 100 coplas, interpretadas por grandes vocalistas cubanos. Quizás, el muestrario más completo de la canción cubana que hasta ahora se haya realizado. Miscelánea que levantó discusiones entre los investigadores de dentro y fuera de Cuba; pero que nadie se atrevió a desdeñar.

Incontables sus reseñas y notas aparecidas en revistas, periódicos, cuadernos fonográficos y sitios de la web. Cristóbal Díaz Ayala es el maestro de todos los que nos dedicamos a inquirir y comentar el azaroso cosmos de la música cubana. Ha sido el primero en advertirnos la importancia que tiene la conservación de nuestro acervo musical y su urgente ordenamiento musidiscocográfico.

Solícito, modesto, con criollo sentido del humor y regocijo afectuoso, basta enviarle un email con una duda o petición de un dato: a los pocos minutos tenemos respuesta y asesoría puntual: lecciones magistrales de musicología.

Helio Orovio (1938 – 2008), autor del Diccionario de la música cubana, me dijo: “A Cristóbal le debemos muchos datos de la música cubana republicana, me atrevo a decir que todo; su perseverancia es una estimulación constante en mi trabajo: hoy por hoy, cátedra ambulante, viva y entusiasta, de la historia de nuestra música”.

Acaba de aparecer ¡Oh Cuba Hermosa! El cancionero político y social en Cuba hasta 1958. Tomo I y II: resultado de una investigación desmesurada, titánica y totalizadora de Cristóbal Díaz Ayala. Del siglo XV a 1958. Tomo I: El punto cubano, La guaracha, Himnos y marchas, El teatro bufo, La trova, Sexteto Habanero, Ignacio Piñeiro y Miguel Matamoros. Tomo II: Antonio Machín, Arsenio Rodríguez, Julio Cueva, Teatro lírico, Negritud, Religiones afrocubanas, Ambiente guajiro y Géneros musicales.

En el prólogo Díaz Ayala precisa las naturalezas del término “político-social” y sucintamente, hace referencia al concepto de identificación de lo cubano en el sentido de invención poética, para explicar después a la canción como arma política en Cuba y el cosmopolitismo que la nutrió desde la colonia.

Metodología investigativa que considera factores sociales (esclavitud y discriminación), políticos (malos gobiernos, ausencia moral pública), míticos (“bondades de Cuba”) y comerciales, (“la canción, un producto cultural, como bien económico en la medida que para su divulgación, depende de medios mediante los cuales ese producto se materialice, se conserve, se divulgue, se conozca y se consuma”).

El siglo XV y la hipótesis de los cantares Areytos (¿música de los siboneyes y tainos?); repaso por los siglos XVI, XVII y XVIII: pobreza musical en el XVI, aparición de El espejo depaciencia (1604), de Silvestre de Balboa, y Los cantos negros anónimos (canto congo de cabildo, de comparsa...) compilados por Lezama Lima que ya preludian ciertos trazos de protesta social en su lírica (“Bamo llorá / muetto pobre. / Mañana toca a mí, / Pasao toca a tí”).

Siglo XIX: la aparición de El punto guajiro, las décimas mambisas (El pájaro que se cría / libre cantando en el monte, / comparemos al sinsonte / que en jaula no cantaría”) con insinuaciones a la necesidad de libertad. La guerra de los Diez Años: comentario y citas de las décimas recogidas por Samuel Feijóo (¡Que calle ya el zapateo! / ¡Callen el tiple y el güiro! / ¡La música del guajiro / será la del tiroteo!). “La bayamesa”, —la canción social cubana más importante del siglo XIX— y referencia a otras piezas (“La serenata”, “Muerte de Manuel García”, “Canción de los deportados”...) de clara conjunciones sociales.

La guaracha, la trova (Castillo, Corona, Cruz...), el son del Sexteto Habanero y su gran éxito “Tres Lindas cubanas” (Guillermo Castillo); Ignacio Piñeiro: “Tienes que llorar”(“Como quiera que te pongas / tienes que llorar”: fragmento que se convierte en refrán) y el popularísimo “Candela, Zayas Bazán” (Felipe Valdés) que alude al secretario de gobernación del régimen machadista, Rogerio Zayas Bazán, quien promulgó una procelosa campaña en contra de la prostitución y la licenciosa vida nocturna de La Habana de los años 20: “Candela Zayas Bazán, / candela al bataclán / que las mujeres de aquí, / ya no quieren trabajar, / que las mujeres de aquí, / solo quieren cumbanchear. / Échale candela, échale candela...”

Trío de Miguel Matamoros: “Regáleme el ticket”, “La bomba lagrimosa”, “El trío y el ciclón”, “Alegre conga”, “La cocainómana”, “El desastre del Morro Castle”, “Veneración”, “Camarón y Mamoncillo”, “A cinco reales” y “La ruina y el bohío”, entre muchas exitosas guarachas-sones (destaca, en esa larga lista de sones del Trío Matamoros, “La mujer de Antonio” con esa alusión irónica al gobierno de Machado: “Mala lengua tú no sigas / hablando mal de Machado / que te ha puesto allí / un mercado / y te llena la barriga /... “Si no tiene combustible / Lindbergh en su monoplano / que venga con los cubanos / que tiene mercado libre” que refería una plaza de mercado, “Mercado Libre”, construida por Machado en La Habana con “mejores precios para las clases populares”) que sitúan al santiaguero Miguel Matamoros como uno de nuestros grandes compositores sociales de la primera mitad del siglo XX cubano.

Significativas las referencias a las canciones del bolerista Antonio Machín (“Un paraíso es mi Cuba”, “Píntame angelitos negros”...) y los sones del mayor tresero de la Isla, Arsenio Rodríguez: cantos a los barrios, cantos a la negritud, canción político-social (“Pobre mi Cuba”, “Amor a mi patria”, “Cuba llora” “Oye mi cantar”...). El detenimiento por las rutas del Teatro lírico de los años republicanos, la atinada incursión en el universo de la música de las religiones afrocubanas (rezos a los diferentes Orishas) y, asimismo, la concisa ojeada a la canción guajira, retrato, a veces idílico y bucólico del campo cubano (“El arroyo que murmura”, “Mi bohío”, “La finquita”, “La sitiera”, “Lamento guajiro”, “A mi chocita”, “Bajo un palmar”, “Guajira cubana”, “Guajira Guantanamera”...) dan asentimiento a momentos esenciales del cancionero cubano.

Específica y justa la asomada a los años del periodo 1925 – 1958 que concluye con un examen a las canciones que reseñan de forma directa a la situación de lucha social y política de la Cuba de los neurálgicos años 40 y 50: “Sin azúcar no hay país”(Guaracheros de Oriente), de Ñico Saquito; “Rebeldía de un guajiro”, de Guillermo Portabales; “Himno y banderas”, Daniel Santos/Sonora Matancera; “Ay pobre Cuba” (Ramón Veloz), de Carlos Puebla; “Caña quemá”, del Dúo Los Compadres; “Sierra Maestra” (Daniel Santos); “Mi son oriental”, del Dúo Los Compadres; “Se te cayó el tabaco”: “Qué tanta candela le diste / que el jarro el fondo soltó” (Benny Moré) —Ayala comenta que Benny la compuso “aludiendo al General Francisco Tabernilla, Jefe del Ejercito de Batista, que comentando sobre la campaña contra Fidel en la Sierra , había dicho: ‘Vamos a darle candela al jarro hasta que suelte el fondo’”(¿?)—; “Eso que tiene Fidel”, “Soy fidelista”, “Respeto a Che Guevara”, “Que se vaya el mono” —las cuatro, del Quinteto Rebelde.

“¡Oh Cuba hermosa!” es una hermosa criolla de Moisés Simons que retoma el verso inicial de “Lamento Cubano”, de Eliseo Grenet. ¡Oh Cuba hermosa!, el libro que acaba de regalarnos Cristóbal Díaz Ayala: un escudriñamiento capital, insoslayable, imprescindible y acucioso que abre nuevas rutas a la musicología cubana contemporánea.

A los que nos dedicamos a estos avatares de comentar la música de la Isla, agradecemos infinitamente semejante pesquisa que corrobora lo que ya sabíamos: empeño y amor por nuestras dársenas musicales definen la vida de este hombre singular de nuestra cultura, Cristóbal Díaz Ayala, galardonado con la Medalla Festival de Caribe de Cartagena, el Lifetime Achievement Award, Premio Association for Recorded Sound Collections (ARSC)... Donador de más de cien mil discos, documentos musicales y libros (valuados en unos 900 mil dólares) a la Universidad Internacional de la Florida.


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