Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Artes Plásticas

Un grito de resistencia

De lo onírico a las tristezas de una demacrada realidad: Una exposición en Barcelona exhibe las últimas creaciones del vídeo cubano.

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Del mismo modo que Amaya, abocada a la exploración infinita de las posibilidades de la poesía visual como expresión del sujeto, Glenda León se ha valido del vídeo para construir —como ella misma ha dicho— "su propio mundo". Se trata de un universo que da cabida a la sensación como guía de los sentidos y del conocimiento, desmarcada de las atávicas concepciones del saber moderno, dogmático y racional hasta el cansancio. Destino (2000) y Cada respiro y Suspensión (ambas de 2003) son obras de enunciados minimalistas, sin efectismos ni rebuscamientos intelectuales; se trata de una apelación a la capacidad de contemplar y de extasiarse en el acto de la percepción o la experimentación de la vivencia.

Las imágenes en los vídeos de Glenda provienen de la sencillez y de la naturaleza bucólica de las pequeñas cosas cotidianas que llenan la vida del hombre sin que éste repare en el valor de sus mínimas pero elocuentes presencias. Un camino introspectivo que conduce al regocijo del espíritu y a la interrogación sobre lo que somos y cómo nos sentimos viviendo en el centro del tropel de las sociedades contemporáneas. Al final, ¿dónde radica la satisfacción?, parece susurrar cada obra de esta artista.

El urbanitas de hoy

Desde una perspectiva diferente, que aboga por la crítica sociológica de contenido analítico sobre el signo de las sociedades actuales y los espacios urbanos de las metrópolis contemporáneas, Humberto Díaz (otro de los artistas egresados del ISA en este milenio y cuya trayectoria es necesario seguir de cerca por el interés que reviste) explora la cosificación del individuo al asumirse como sujeto manipulable por los mecanismos de control de la industria de la cultura y el poder.

El vídeo Ciudadano H ( cruzando) (2005) metaforiza esa condición alienada del individuo autómata que ha incorporado la lógica de su subordinación al orden social prescrito desde fuera de su subjetividad. Al respecto, el propio artista ha declarado:

"En (cruzando) obedezco ciegamente a la señal de tránsito sin importar que existan oportunidades para cruzar antes o después. Estas acciones, llevadas a un punto extremo, actúan como un índice de la falta de sentido que rige nuestra sociedad. El ciudadano H encarna a una persona común, que aparentemente se deja llevar por la rutina y que es absorbido por ésta, su obediencia es ciega, ridícula. Sus recorridos son como circuitos cerrados donde el principio y el fin se diluyen. La H es la letra muda que representa el anonimato".

A través de esa exploración de la conducta del urbanitas de hoy, Díaz desvela cómo incluso las canónicas disposiciones del control y la vigilancia se han llegado a somatizar, al punto de convertirse en el código genético transmitido naturalmente para crear al sujeto subordinado por excelencia, el ente anónimo, ignorado, privado incluso de la capacidad de reacción que implica la supervivencia de la identidad particular.

Mientras que José Hidalgo, también en la cuerda de la investigación sociológica, en este caso más contextual a partir de su objeto de referencia, y con un comprometido sentido político, ha presentado Esperando el deshielo II. Cuentametuvida (2005). En el catálogo de la exposición se explica que esa obra "tiene como base el sistema de cuestionario que se ha puesto en práctica en Cuba para el control de sus ciudadanos al integrar las organizaciones políticas y de masas existentes en el país, así como para solicitar empleo, trámites migratorios, etc. Toma como referente los cuestionarios archivados durante años en diferentes instituciones cubanas. Los mismos eran denominados por la vox populi, y con un sentido peyorativo, 'cuentametuvida'; teniendo en cuenta que dichas preguntas atentaban muchas veces contra la vida privada de las personas".