'Viva Cuba'
La última producción cinematográfica cubana: una simpática comedia para niños en medio de una comercial 'batalla de ideas'.
Cremata evita toda sentimentalidad respecto a la búsqueda del padre y reserva el caudal de su ñoñería para la tierra natal. Exclamación patriótica desde su título, al filme no le cabe ni una palma más (nunca una cámara tuvo que tragar tanta palma. El recuento botánico llega hasta las anomalías: un ejemplar bífido sirve de emblema de amistad). Y allí donde no hay palmas, han venido a sustituirlas banderas cubanas. Hasta desembocar en un mar de banderas agitadas, en una concentración política a la que los protagonistas arriban por azar.
Antes o después han de escucharse en ese escenario discursos políticos, por el momento actúan una compañía de bailes folclóricos y un coro infantil. El lugar ha sido expurgado de toda parafernalia estrictamente revolucionaria, no aparece en él ninguna alusión a las sucesivas campañas que constituyen la "Batalla de Ideas" ("Veo la batalla", me ha dicho una amiga, "pero las ideas no"). De este modo, las tribunas políticas padecidas en los últimos años podrían aceptarse como meros festivales artísticos.
Viva Cuba, que se inicia con un grupo de niños jugando a la guerra entre españoles y mambises, propone un nacionalismo vocinglero y, a la vez, escueto. Vocinglero por su insistencia en los símbolos nacionales. Escueto, ya que se limita a los más elementales símbolos. Gracias a ello, nadie podrá acusar de simpatías revolucionarias a su protagonista. Otras razones tiene para vivir en Cuba: la tumba de su abuela, un primer amor, la amistad, su casa, su escuela… Y, más abstractamente, la bandera y las palmas.
¿Qué mas puede pedirse?
Sin embargo, para el estreno del filme en La Habana, Cremata creyó de utilidad devolver a la tribuna política todo lo que le restara antes. Y, a causa de ello, se ha extendido en entrevistas. "Pero sobre todo quiero que los cubanos, en cualquier lugar donde estén, la recuerden y la sientan como su película", ha dicho. Me atrevo entonces a suponer que, frente a un público de cubanos residentes en el extranjero, el realizador de Viva Cuba desecharía sus actuales arengas para concentrarse en la Cuba más o menos eterna que pretendió filmar.
Iría a lo paisajístico (las banderas nacionales tienden a ser naturaleza) y, en caso de que fueran cuestionadas sus recientes declaraciones, podría acogerse a la estrategia probada ya por Eduardo del Llano a propósito de Monte Rouge: luego de desmentir en un semanario digital habanero las intenciones de su cortometraje, desmintió desde un diario mexicano lo publicado por el semanario digital habanero, y así habría continuado hasta lograr un total esfuminado de responsabilidades.
Viva Cuba logra ser, pese a los ulteriores esfuerzos de su realizador, una simpática comedia para niños. Al final del camino, dos madres y la policía esperan a los prófugos en el faro de Maisí. Los aguardan también el padre buscado de ella y el siempre huidizo de él. Se suceden abrazos y disputas, y ambos protagonistas alcanzan un último minuto de libertad: corren hasta las últimas rocas, se abrazan al final de la tierra (es el abrazo de quienes van a separarse en Fresa y chocolate. Es el abismo de Thelma and Louise).
El filme se apoya en la espléndida actuación de los niños Jorge Miló y Malú Tarrau. Juan Carlos Cremata ha dirigido (junto a su madre Iraida Malberti, conocida realizadora de programas infantiles televisivos) un guión escrito a dos manos con Manuel Rodríguez ( Madagascar,Nada,Las noches de Constantinopla). Y, sin ser producido por el ICAIC, el filme recibió fondos de la casa productora de telenovelas del ICRT, de la compañía publicitaria francesa QUAD y de la compañía teatral La Colmenita.
Un jurado reunido en el Festival de Cannes y compuesto por veinticuatro niños decidió por unanimidad otorgar el Grand Prix Ecrans Junior a Viva Cuba, que ahora recibe el premio del público cubano. Gusta a los niños y despierta carcajadas entre los adultos, Àqué más puede pedirse? En mi caso, silencio de parte de su realizador. Que abandone su campaña de sobreimponer tan burdos comentarios a lo que su equipo y él lograron para la pantalla.
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