Cuba, ¡ausente!

Con un calendario de seis juegos para cada participante, comenzó este sábado 2 de febrero la Serie del Caribe en Santiago de los Caballeros (República Dominicana), en un torneo al que asisten los monarcas de México, Venezuela y dos equipos del país anfitrión. En ausencia de Puerto Rico, que no celebró este año su acostumbrado campeonato invernal, pues sus dirigentes alegaron problemas financieros.

En el corto evento, que debe concluir el jueves próximo, salieron de favoritos los seleccionados quisqueyanos —campeón y subcampeón—, debido al alto nivel de sus integrantes, que forman parte de la rica cantera dominicana y militan en todas las categorías del béisbol norteamericano.

La Serie del Caribe 2008, en su edición número 50, no cuenta con la intervención de superestrellas. Estas figuras están sujetas a jugosos convenios monetarios con las organizaciones de Grandes Ligas, y estas no desean que ninguno de sus atletas se lesionen en una fecha tan cercana al inicio del entrenamiento primaveral.

Muchos piensan que la ausencia de peloteros estelares de la Gran Carpa resta lucidez y calidad al evento, pero lo cierto es que a ninguno de sus fundadores se les ocurrió en sus inicios la idea de que algún día serían de talla internacional. Se conformaban con realizar la lid con sus equipos campeones, repletos de peloteros nativos y algunos refuerzos, muchos de ellos estadounidenses que ya habían visto pasar sus mejores años.

Para corroborar lo anterior, nada mejor que echar un vistazo al libro La leyenda del Béisbol Cubano, de Ángel Torres, y revisar las nóminas de los cuatro conjuntos titulares de cada año. De paso, observar la lista de los líderes individuales, donde casi todos eran gloriosos veteranos en bateo y pitcheo.

En la segunda etapa de la Serie del Caribe, o sea, a partir de 1970, han tomado acción muchos peloteros que después se han destacado en la Gran Carpa. Una docena de ellos adornan el Salón de la Fama, pero casi todos estuvieron pocas veces en la justa antes mencionada.

El tiempo cambió los pareceres. Todos esos países cuentan ahora con peloteros que son las máximas figuras del béisbol, pero es imposible que esos atletas puedan jugar seis meses en Grandes Ligas, un mes previo de preparación y después otros cuatro en los eventos nacionales, más la Serie del Caribe. Un año no acepta tantos compromisos.

Cuba, primera sede

A Cuba correspondió ser sede del primer campeonato caribeño en 1949. Sus equipos participaron hasta 1960, cuando el gobierno suspendió el deporte profesional y creó, en el caso de la pelota, un "béisbol diferente".

Recientemente, Juan Puello Herrera, presidente de la Confederación de Béisbol del Caribe, señaló a una agencia de prensa que "las autoridades deportivas de Cuba no están interesadas en que la Isla regrese a la Serie del Caribe, a pesar de que ha sido invitada en varias ocasiones".

Durante más de 30 años, la "dirigencia beisbolera" cubana prefirió crear confederaciones y campeonatos de poca monta para llevar la contraria al béisbol establecido. Eran certámenes donde siempre, o casi siempre, los cubanos ganaban todos los liderazgos posibles con promedios exorbitantes. Esto, sin pretender restar méritos a nuestros peloteros, que clase probada tienen desde hace más de un siglo.

Países muy fuertes en fútbol, como Italia, España, Brasil y Holanda, eran fáciles presas, y equipos amateurs, sin entrenamiento alguno, de Estados Unidos, Puerto Rico, Nicaragua, República Dominicana y otros, fueron los rivales preferidos. No obstante, a esta altura de la vida, en pleno siglo XXI y visto lo ocurrido en el pasado, nadie quiere, ni auspicia, campeonatos de pacotilla por su costo tan abultado, sin incentivos económicos y con muy poco público en las gradas.

Convendría mucho, muchísimo, a los peloteros cubanos intervenir todos los años en la Serie del Caribe. Ahí tienen rivales de su mismo nivel, de Doble y Triple A, mezclados con veteranos que acaban de bajar de Grandes Ligas y que por haber jugado en sus campeonatos invernales de octubre a enero, tienen un calendario similar al suyo. Las fuerzas estarían bien parejas.

Un campeón cubano reforzado por tres o cuatro jugadores de la selección nacional, sería un rival de jerarquía en la Serie del Caribe, evento al que deben añadirse los seleccionados de Nicaragua, Colombia o Panamá.

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